«Hombre, pues es que tendrían que haberlo hecho ya hace tiempo… Ahora entiendo que no se pongan a picar pero es que ya vale, ¿no?». Estas son palabras de una mujer de mediana edad que, tras expresar su queja, se marchó rauda y veloz carrito de la compra en mano. Era una vecina de la avenida Cataluña, uno de los enclaves de la ciudad de Zaragoza que lleva tiempo reivindicando su remodelación y que, ahora, por culpa de la crisis desatada por el coronavirus, va a tener que esperar un tiempo. Más tiempo, en este caso.

En la ya lejana y última Cincomarzada, celebrada justo antes de que la pandemia se convirtiera en problema, la asociación de vecinos que agrupa a los habitantes de este vial pidieron -o mejor dicho, volvieron a pedir- la «finalización de la reforma de la avenida y la cesión» de esta calle por parte del Ministerio de Transportes (antes Fomento). Esta siempre ha sido una de las principales luchas de la entidad. Sobre el papel, la avenida Cataluña es una vía interurbana y se considera un tramo de la carretera N-II. Cambiar su denominación a vía urbana permitiría realizar cambios más sustanciales.

Tres calles en una

Y es que, si uno pasea por esta larga avenida, que conecta el extrarradio de la ciudad con su mismo corazón, tiene la impresión de recorrer, por lo menos, tres calles distintas. En su primer tramo, el más lejano del centro, algún bloque de pisos suelto hace compañía a alguna que otra nave, pero imperan los descampados. Después de la intersección con la Ronda Hispanidad el paisaje cambia. Se vuelve más urbano, aunque depende de la acera en la que estés: en el lado par hay viviendas y en el impar, naves de todo tipo (abandonadas, en uso, concesionarios, un Mercadona gigante…).

Al cruzar la plaza Mozart la ciudad acaba por envolver a la avenida, aunque algún que otro solar lleno de charcos y una gasolinera tratan de recordar que la avenida Cataluña no es una avenida más. La Casa Solans, en este último tramo, así lo atestigua.

«Maño, esto es como el cuento de nunca acabar. Van haciendo cosicas, pero nada. Es una avenida de las más importantes de Zaragoza y en algunas partes es como si estuvieses en otro país, y eso que se ve el Pilar», lamentaba otro vecino, Ángel, que lleva décadas viviendo en esta calle. La última vez que se reformó este vial fue en el año 2018, cuando se repararon 345 metros de aceras entre la calle Río Ara y las vías del ferrocarril. Para este año, el ayuntamiento había presupuestado 400.000 euros de inversión en esta avenida, pero puede que todo se quede en papel mojado.

Hasta el momento, tan solo la iniciativa privada, que ha impulsado la construcción de algunos edificios en la zona, había generado algún que otro tímido cambio. Pero el coronavirus lo ha parado todo.