Gustavo Adolfo Bécquer describió la soledad como hermosa. Sin embargo, a esa belleza le añadió seguidamente una condición. «La soledad es hermosa cuando se tiene a alguien a quien decírselo», escribió el poeta.

Aún cuando el covid-19 se empeña en mantenernos aislados, las personas encuentran caminos para atajar la soledad del confinamiento. La salida que Carmen Sánchez halló fue Cartas desde mi casa, una iniciativa que acerca la voz y las letras de personas a aquellas que se encuentran en el hospital, en casa sin compañía o que simplemente necesitan una palabra de ánimo. Una iniciativa que surge en el momento que Carmen escucha un audio de una doctora en Madrid, que había pedido cartas para sus pacientes y devolver así ilusión al hospital. «A partir de ahí pensé que se podía hacer algo más coordinado y fácil en Aragón y crear un cajón de ánimo para cualquiera que lo necesitase», explica la impulsora de la iniciativa y locutora.

Un cajón denominado Cartas desde mi casa en honor a Gustavo Adolfo Bécquer en el 150 aniversario de su muerte. El poeta escribió aislado en el Monasterio de Veruela 'Cartas desde mi Celda' y «como se trata de escribir igual al estar también confinados, como si fueran celdas las habitaciones de hospital, creímos que era un bonito homenaje», cuenta Carmen.

Hashtag #Cartasdesdemicasa

Un poemario que funciona como una cadena de esperanza. Cualquier persona en cualquier lugar puede escribir en sus redes sociales una carta con el hashtag #Cartasdesdemicasa. Primer eslabón. El equipo de la iniciativa recoge y ordena las cartas en su página web y redes sociales. Segundo eslabón. Locutores, productores y periodistas voluntarios ceden su voz a algunas de las cartas. Tercer eslabón. Letras que trasladan una voz en medio de la soledad. Eslabón final.

«No queremos que los médicos impriman las cartas porque ellos tiene que cuidar y de esta manera está accesible a todo el mundo», explica Carmen. Así, los pacientes que no pueden leer, pero tienen un móvil al lado pueden entrar a todas las plataformas de podcast y encontrar Cartas desde mi casa. «Solo digo que cada día me emociono al pensar que alguien puede recibir consuelo o compañía escuchando una voz que transmite el mensaje de otra persona», expresa.

Para que las cartas sean un altavoz en las casas y hospitales, la iniciativa cuenta con el apoyo del Salud y Gobierno de Aragón y se está dando a conocer en otros hospitales de España.

Voces voluntarias

Marta, Alberto, Ángel, Marga, José, Alberto, algunos de los nombres de la larga lista de cartas. «La respuesta de la ciudadanía está siendo espectacular», afirma la locutora, que a pesar de su deseo de poner voz a más cartas casi no le da tiempo porque cada día nuevos locutores se suman a la iniciativa. Adrián Buenaventura, periodista en Aragón Televisión, es uno de ellos. Adrián es la voz de las letras de José, «una persona que no conozco pero que me ha caído bien porque me parece un tipo divertido cuando escribe. Estoy encantado con la carta que me ha tocado», dice Adrián, que confiesa su emoción cuando piensa en que su voz «llega a gente que necesita un sonrisa en este momento tan delicado». Con el fin de dibujar esa sonrisa, el periodista no dudó en utilizar sus conocimientos de edición y «dotarla de emociones». «La carta te llega y tú tienes que ponerle alma, corazón y cariño», expresa Adrián, a quien ya le espera otra carta de José.

«Tenemos una herramienta (la voz) muy importante, sabemos usarla bien, vamos a ponerla al servicio de estas cartas», fue lo que pensó Natalia Huerta, periodista de Aragón Radio, cuando una amiga, también periodista, publicó en Twitter la iniciativa. Natalia ha compartido su voz, un proceso bonito pero duro. «Grabé tres primeras cartas y las tres las tuve que dejar en las primeras frases porque no era capaz de leerlas sin llorar», cuenta la periodista, que conoce de primera mano lo que significa un mensaje, una voz, cuando toca vivir esta situación sola.

Natalia, los más de 50 locutores unidos a la iniciativa, el equipo de Cartas desde mi casa, las personas que escriben cada día y los niños que aportan su creatividad han hecho que la soledad sea hermosa. Las palabras de Bécquer, hechas realidad.