- Más de 500 estudiantes de su facultad se han ofrecido voluntarios para echar una mano en la crisis sanitaria del coronavirus. No se lo han pensado dos veces.

- La respuesta fue inmediata, desde todos los cursos de Medicina queríamos ayudar. Los delegados de cada clase elaboraron unas listas individuales con todos los voluntarios, hablamos con el decanato y nos apoyaron. Pasamos las listas a Salud Pública y ellos nos propusieron un par de proyectos en los que podíamos colaborar. Primero nos dieron una instrucción de un día sobre el covid-19 para que pudiéramos desempeñar las tareas, organizaron horarios y nos dijeron qué teníamos que hacer.

- En su caso, ¿por qué se ofreció como voluntario?

- Toda la sociedad está haciendo un esfuerzo, desde todos los ámbitos, desde el personal de supermercados a los transportistas y otros trabajadores. En el caso de los estudiantes de Medicina, que hemos elegido esta profesión para ayudar a las personas, es algo natural. Ni siquiera me lo planteé, todo el mundo está haciendo algo en mayor o menor medida, y en nuestro caso es lo más lógico.

- ¿En qué consiste exactamente la labor que desempeña?

- Colaboro en el seguimiento telemático de las que personas que han realizado el test online, que te indica si tienes riesgo bajo, intermedio o alto de padecer coronavirus. Fue una herramienta que se creó para no saturar el teléfono de atención del coronavirus, que los primeros días estuvo colapsado. Cuando una persona realiza el test y le da un riesgo alto de tener coronavirus, nos salta una alerta en el ordenador con su número de teléfono. Nosotros le llamamos para ampliar información, le hacemos unas preguntas y en base a eso le recomendamos lo que tiene que hacer.

- ¿Cuántos estudiantes realizan esta tarea y cómo se organizan?

- Somos casi 60 personas, en turnos de 4 horas, de lunes a viernes, por lo que en estos momentos estamos acudiendo dos veces al mes. Estamos asesorados por médicos y enfermeros jubilados, que también se han volcado a tope. Ellos nos ayudan y están compartiendo toda su experiencia con nosotros, los más jóvenes. Es algo que da mucha ternura.

- ¿Han notado cambios en el servicio a lo largo de estas semanas de estado de alarma?

- Sí, conforme pasan los días la cosa parece estar mucho más tranquila. Al principio era un no parar, en cuatro horas llegábamos a hacer unas 20 y 25 llamadas a gente que había experimentado alguno de los síntomas. En estas últimas semanas, la situación está más controlada.

- ¿Qué preguntas realizan durante la llamada de seguimiento?

- Si tienen sensación de falta de aire, desde hace cuánto, si le había pasado antes, qué enfermedades de base tienen que puedan influir… Hacemos una evaluación clínica de cada caso. Una vez hecha, si les vemos con alto riesgo, les pedimos que llamen a otro número para que los evalúen más exhaustivamente y solicitar que les hagan la prueba. Si no lo vemos con gravedad, les pedimos que vuelvan a hacerse el test pasado unos días.

- ¿Cómo es el contacto con el paciente?, ¿qué les dice la gente cuando recibe su llamada?

- La gente está muy agradecida. Muchas veces están muy preocupados, gente mayor que tiene mucho miedo. Además de hacerles la entrevista, tratamos de tranquilizarles un poco, explicarles las cosas de manera más sencilla a como sale en los medios y en redes, que a veces les genera un poco de miedo y ansiedad. Es importante transmitir esa tranquilidad; tú mismo notas que al final de la llamada están más calmados. Además, hacen el test y la llamada es prácticamente inmediata. Se sorprenden de que sea tan rápido y lo agradecen.

- ¿Hay también gente joven que tenga dudas?

- Sí, también hay bastante gente joven, a veces con preguntas un poco rocambolescas, fruto de la desinformación o de la mala información. Los bulos han contribuido a que la gente se ponga más nerviosa, tenga más estrés y ansiedad. Aunque hay cosas que son de sentido común, las noticias falsas se difunden mucho y al final calan.

- ¿Qué le está aportando esta experiencia a nivel personal?

- A parte de poder practicar la entrevista clínica, te sientes satisfecho de que la gente se sienta más tranquila. Si algo les alivia, ya ganas. Yo hice prácticas en Medicina de Familia y la situación es similar. El paciente te transmite cosas que van más allá de su estado de salud: miedo, inseguridades, te confían aspectos de su vida privada… Es muy agradecido ver cómo en una charla de 15 o 20 minutos puedes aliviar ese estrés y esa ansiedad, influir en ellos de manera positiva.

- ¿Cree que cambiará algo en la profesión sanitaria después de esta pandemia?

- Espero que la gente aprenda a valorar más al personal sanitario. Ahora parece que hay más consciencia de su importancia, pero ya veremos cuando esto pase si sigue siendo así. Más allá de los aplausos a las 8 de la tarde, debería haber un cambio de mentalidad de la gente, de saber hacer un uso más racional de los recursos que tenemos.