Los más de 55.000 musulmanes aragoneses están en vilo con respecto a cómo van a poder realizar la oración del viernes en este mes del Ramadán. La restricción de un 30% de aforo en los centro religiosos durante la primera fase de la desescalada choca con la realidad existe en el 80% de las mezquitas de España y en la gran mayoría de las existentes en Aragón: su escaso tamaño. La mayoría ocupan bajos de vivienda. Una situación que complica la reapertura, a diferencia de otras religiones como la cristiana.

Fawaz Nahhas, presidente de la comunidad islámica de Zaragoza, quiere ser cauto. «La Comisión Islámica de España está estudiando cómo hacerlo y analizando las diferentes opiniones, así que esperaremos qué dicen», recalca Nahhas, quien reconoce que «las distancias que marca la norma haría que en las mezquitas aragonesas cupiera muy poca gente y mucha se tuviera que quedar fuera. Eso es delicado».

Lo que sí tiene claro es que la salud es «muy importante» y que, por tanto, «no se puede poner en peligro». Esta premisa hace que las cinco oraciones diarias, cuya recomendación es que se haga en las mezquitas, se hayan trasladado a los hogares de los creyentes.

El cierre de las mezquitas afecta además a la oración que tiene lugar el viernes, día de descanso semanal, y que se realiza en grupo. Esta oración, distinta al resto, no se puede sustituir por su ejecución en casa, por lo que se hace, únicamente, el rezo cotidiano diario. «Nosotros no podemos hacer lo que realizan los católicos de misas por ordenador, por lo que todo se ha trastocado», señala Nahhas.

Mientras la cuestión de las mezquitas está en manos de que se pronuncie la Comisión Islámica de España, lo que sí saben que va a ser muy diferente es la celebración del fin del Ramadán el próximo 23 de mayo, ya que está enmarcada todavía en la primera fase de la desescalada. Será más familiar que nunca y no podrán reunirse ni con amigos.