Parece un mal recuerdo, pero el viernes 13 de marzo la ciudad se paralizó en su vida asociativa y cultural. Tres largos meses que han supuesto la hibernación de todas las actividades que daban vida social a nuestros barrios, y ahora empezamos a despertar en esta tardía primavera casi verano, y es conveniente recapitular sobre la actividad municipal en este periodo. Del primer shock traumático con una ciudad compungida por la magnitud de la tragedia se pasó a la toma de decisiones por parte del ayuntamiento para gestionar la ciudad en esta situación.

Pero desde la perspectiva vecinal hay que hacer balance de lo acontecido. Si bien se intentó en las primeras semanas dar respuesta a las demandas de acción social municipal que suponía la pandemia, el cierre de los servicios sociales al público y la descoordinación con la línea de atención 900 supuso un colapso agravado por la magnitud de las nuevas necesidades derivadas de la crisis socioeconómica. El gobierno municipal reaccionó tarde y fue un grave error cerrar los servicios sociales mientras otros servicios esenciales estaban abiertos. Mientras tanto, en el intento de buscar soluciones ante lo que se venía encima, tal vez hubo una sobreexposición mediática del alcalde Azcón, llegando en algún momento, con tanto patrocinio privado, a parecer que nos encontrábamos en un set deportivo con las marcas patrocinadoras en el fondo del escenario, desdibujando la aportación millonaria de las arcas municipales y el trabajo de los cientos de empleados públicos que han trabajado y trabajan durante la pandemia por la ciudad y el interés general.

Los servicios públicos y el transporte público han funcionado, pero con un alto coste para el erario, sin ningún atisbo de benignidad de la cacareada colaboración público-privada. El contrato es el contrato y no hay nada más que hablar, lo que demuestra el aserto popular de que «por el interés te quiero Andrés» de las empresas de las contratas municipales. También ha empañado la acción municipal la inoportuna y forzada irrupción durante esta terrible situación del más puro estilo de urbanismo a la carta con la operación del hospital privado Quirón, en contraste con la plena demostración de la solvencia de la sanidad pública y sus trabajadores y trabajadoras, que desde los servicios de limpieza y mantenimiento hospitalario, pasando por el personal auxiliar, colectivo de enfermería, doctores y doctoras, han dado lo mejor de sí. Esta operación inmobiliaria marcará la política municipal en los próximos años.

Por otro lado, no nos duelen prendas en reconocer la decidida implicación del equipo de gobierno municipal para la consecución del Acuerdo por el futuro de la ciudad, con su alcalde y vicealcaldesa a la cabeza. Confiamos que esas medidas que en él se contemplan se doten presupuestariamente.

La pandemia también nos ha mostrado una ciudad solidaria con sus mayores y vecinos y vecinas más desfavorecidos, con miles de voluntarios y voluntarias que han dado un ejemplo de colaboración desinteresada en los momentos más difíciles. Ahora es necesario reactivar con seguridad pero con decisión la vida comunitaria, reabrir los espacios públicos municipales, así como recuperar las actividades asociativas, culturales, lúdicas y deportivas para, en definitiva, recuperar el latido de la ciudad. Las asociaciones vecinales arrimaran el hombro.