Nada queda ya de esas calles desiertas de Zaragoza por las que solo se veía circular autobuses urbanos y algún que otro taxi esperanzado mezclado entre los escasos coches que se lanzaban a la calle durante el confinamiento. Zaragoza ha recuperado el 87% de su tráfico habitual desde que comenzó la nueva normalidad, prácticamente los 653.000 coches que se registraban diariamente antes de la crisis del coronavirus.

Este es el comportamiento de los zaragozanos que se preveía en el área de Movilidad, que incluso llegó a temer ciertos colapsos en horas puntas debido a la caída en la demanda del transporte público, que todavía no ha recuperado la confianza de todos sus pasajeros y sigue a niveles muy bajos, con un 32% de ocupación. Una cifra escalofriante pero positiva si se tiene en cuenta que en junio era del 52%. El retroceso a la fase 2 «·flexibilizada» podría provocar otro pico en la caída de la demanda.

El descenso del tráfico durante la pandemia fue radical. El 18 de marzo, tres días después de que se decretase el estado de alarma, la caída ya había alcanzado el 64,3%, pero tan solo dos semanas después, y coincidiendo con el confinamiento más duro, registró su máximo, con un 77,8%. Es decir, alrededor de 502.810 desplazamientos menos. Dicho de otro modo, durante estos 15 días, del 30 de marzo al 9 de abril, fueron poco más de 145.000 los vehículos que recorrieron las calles de la ciudad.

FASE A FASE / En paralelo, el transporte urbano también alcanzaba el pico con la mayor caída de la demanda que ha experimentado en la historia. Además de por el confinamiento y por el teletrabajo, porque existía un gran miedo al contagio. Así, el número de usuarios descendió hasta un 90%, del que todavía no se ha recuperado y que ha generado un agujero en las arcas públicas que puede superar los 25 millones a final de año.

Esa imagen bucólica que ponía los pelos de punta con las calles vacías y que tanto agradeció la naturaleza pronto cambió. En la fase 1 de la desescalada, en la que Aragón entró el 11 de mayo y en la que solo se podía salir a pasear en las franjas horarias estipuladas por las autoridades sanitarias, los desplazamientos se incrementaron un 27% respecto a la primera semana de cuarentena, la del 15 de marzo. Entonces, aya se desplazaban un 57% de los vehículos de los habituales.

En la segunda fase (25 mayo), que permitió la apertura de la hostelería con unos aforos muy restringidos y solo en terraza (por lo que abrieron muy pocos), las calzadas de la capital aragonesa recuperaron ya prácticamente la normalidad y el 70% de los vehículos que circulan a diario lo hacían.

Dos semanas después, en la fase 3, que entró en vigor el 8 de junio, los aforos de tráfico volvían a registrar el 79% de los coches que acostumbran a recorrer la ciudad. El 22 de junio, con la llamada nueva normalidad eran ya el 85%. Desde entonces, se ha mantenido estable y volverá a descender por el habitual éxodo veraniego que, por otro lado, este año será bien diferente.

El transporte urbano no acaba de recuperar a sus fieles y todavía está al 35% del nivel habitual, lo que supone que cada día se validan 177.690 tarjetas en el bus y 52.000 en el Urbos 3. Una cifra que tampoco sorprende porque desde el consistorio también contaban con que sería costoso recuperar la confianza de los pasajeros, que tienen miedo al contagio. Durante la pandemia, y pese a la caída de hasta el 90% de la demanda durante el confinamiento, estuvieron circulando 229 buses para garantizar la separación entre los usuarios aunque, según el decreto del Estado, tendría que haber 147 cada día. Desde Movilidad calculan que la demanda media será del 65% este año, aunque no descartan que oscile entre el 50% y el 60%, lo que dispararía la deuda hasta los 25 millones.

Se han hecho diversas campañas para fomentar su uso y se han puesto en marcha varias medidas para mejorar la seguridad tanto de los buses como de los tranvías. Además de la desinfección diaria y constante, en el caso del tranvía hay hidrogeles y se limpian cada vez que llegan al final de la parada. También se optó por fomentar el uso de la bicicleta y evitar, así, que se disparara el tráfico. Para ello, Movilidad decidió pacificar a 30 kilómetros más calles para que las bicis pudieran moverse de una forma más segura.