Las religiosas del monasterio de Villanueva de Sijena, pertenecientes a la orden de Belén, han entregado hoy las llaves del recinto religioso a la orden de las Sanjuanistas, propietarias del mismo. Con este gesto pone definitivamente fin a una etapa de 35 años en las que han estado ocupando el cenobio monegrino y dejan el templo sin un relevo asegurado, aunque con un guardés en si interior que se ocupará de evitar el deterioro de las zonas que habitaban. Además se encargará de las gestión de las alarmas.

Desde el obispado de Barbastro-Monzón insisten en que se está trabajando para lograr que otra orden religiosa se instale en el espacio, aunque todavía no se han concretado las conversaciones que han iniciado con algunas de ellas. El obispo Ángel Pérez participó el pasado 10 de julio en una misa y una adoración eucarística para despedir a la decena de monjas que aún estaban viviendo en Sijena. Les entregó el báculo del beato Florentino así como la mitra que usó durante la misa de consagración de los mártires claretianos en Tarragona. Las últimas religiosas se instalarán en Jerez, donde tienen otra comunidad, y desde allí emprenderán camino a Chile o Francia.

«CALMA» / El alcalde de la localidad, José Jaime Castellón, reconoce que Sijena debería estar habitado, pero reclama calma a la hora de dar los próximos pasos en la gestión del templo. El regidor recordó que está pendiente de la firma de un convenio con la orden propietaria del monasterio en el que se tienen que definir los usos del monumento, tanto los religiosos como los turísticos. Por el momento las visitas están suspendidas a causa de la crisis del coronavirus y se desconoce cuándo se recuperarán. «Todos queremos respuestas, pero hace falta tiempo», explicó.

El Gobierno de Aragón está trabajando en la restauración de la capilla de la Inmaculada y se está avanzando en la adecuación de espacios comunes para lo que deberá ser un centro de visitantes. «Tiene que existir inversión, mantenimiento y custodia», resumió el alcalde. que confía que no pase mucho tiempo hasta que llegue una nueva orden que dote de «vida espiritual» al monasterio.

Las religiosas de la orden de Belén han estado 35 años en la comarca de los Monegros y en este tiempo se han dedicado a la vida consagrada en una estricta clausura, hasta el punto de que en los jardines construyeron celdas individuales. En este tiempo la relación de la congregración con los vecinos se habían deteriorado, pues no permitían la celebración de bodas o romerías populares en la iglesia románica.

Más allá de la recuperación de las piezas del tesoro de Sijena, está pendiente la devolución de las pinturas murales.