La capital aragonesa registró ayer temperaturas muy elevadas en cotas de máximas durante todo el día. Toda la provincia zaragozana estuvo en alerta naranja por temperaturas que sobrepasaron los 39 grados y Zaragoza ciudad superó con creces los 41 grados que marcaban ciertos termómetros del centro de la capital, como el situado en la parada de tranvía de la Plaza España o el que se ubica en la avenida Cesaraugusto, también próximo a la parada del monorraíl, que llegó a marcar los 46 grados sobre las 6 de la tarde.

No solo la capital tuvo que soportar las elevadas temperaturas, las alertas naranjas también llegaron al sur de la provincia de Huesca y a la comarca del Bajo Aragón, con temperaturas máximas de 39 grados, según informó la delegación autonómica de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

La ola de calor se pudo apreciar perfectamente en la calle. Cuando el sol aprieta, las ganas de salir de casa se diluyen. Y si uno se atreve a salir al exterior, ejecuta la acción con un objetivo formalizado a fuego en la mente: ir a las piscinas municipales.

Hacia las primeras horas de la tarde, el paseo Independencia era una vía inerte, sin vida, solo le faltaba que cruzara el típico arbusto del oeste arrastrado por un aire que parecía haber sido soplado desde el mismo infierno. Solo el ruido de los coches, las motos, los autobuses y los tranvías rompían la monotonía sonora.

Las pocas personas que deambulaban por este epicentro zaragozano, algunas lo hacían con mascarilla y otras no, buscaban la sombra de los porches, porque fuera de ellos la sensación era de derretimiento.

El calor arreció ayer en Zaragoza y también lo reflejó la calle Alfonso I, a las 4 de la tarde cuando el termómetro marcaba los 40 grados. La gente que caminaba por la calle, atrevida por cierto, lo hacía por la izquierda. Parecía haberse dividido la calle en tendido de sol y sombra, sin diferencia de precio económico pero sí de salud, ya que podría haber ahorrado algún que otro soponcio. ¡Qué calor!

Carmen, una vecina de Zaragoza, se sorprendió al ver el termómetro de la avenida Cesaraugusto: «He visto el termómetro que marcaba 47 grados y casi me da algo, le he hecho hasta una foto», comentó sorprendida.

En la calle Don Jaime, Carlos, repartidor de hielos, manifestó que desde que los bares volvieron a abrir a pleno rendimiento reparten «muchos más hielos». Asimismo, añadió que en días como el de ayer la gente «no quiere caldo para tomar».

La plaza del Pilar estuvo ayer totalmente desierta, predecible pero sin dejar de ser sorprendente que la plaza peatonal más grande de Europa estuviese vacía. Era normal. Al calor se suma la situación que se vive actualmente con el virus que impone respeto y, además, ha limitado la presencia de turistas en el país y en la comunidad.

Eso sí, los conocidos predicadores de la plaza del Pilar, no faltaron a su cita con el rezo y su palo, aunque al cobijo de la sombra que garantizan los focos de la plaza. Y, esta vez, sin tener que negociar con las palomas la pugna por el sitio más privilegiado, junto con la Basílica, en una tarde de julio en el Pilar a 45 grados. Ellos eran Pablo y Noé y, sin complicarse mucho, afirmaron que «hacía calor porque tiene que hacer calor».

La soledad de la ciudad ayer se traduce en las piscinas que, a la espera de conocer los datos, se estima que igualen al menos las seis piscinas que completaron aforo el domingo: Salduba, la de San Gregorio, el Alberto Maestro, Valdefierro, la Jota Vadorrey y el Palacio de los Deportes. Ayer por la tarde, según el portal web del ayuntamiento, cubrieron aforo Salduba, Valdefierro y Miralbueno.

Las previsiones

Según Aemet, hoy se prevé que bajen mínimamente las temperaturas y desaparezcan las alertas naranjas por temperaturas máximas. Eso sí, se mantendrán las alertas amarillas en las tres provincias.

De cara al resto de la semana, mañana también bajarán pero el jueves vuelven a subir, y el fin de semana, concretamente el domingo, se espera que se produzca «una bajada importante» de las temperaturas máximas.