La asociación cultural Artiborain nació en los años 80 para dar vida a Artosilla, Ibort y Aineto, tres pueblos abandonados del término municipal de Sabiñánigo.

A estos se sumó Solanilla en el 2005 y hoy los vecinos de los cuatro pueblos -propiedad de la DGA- se unen para reclamar al Gobierno de Aragón que complete el proceso de renovación de la cesión a Artiborain, iniciado en el 2016, y que se genere un marco jurídico «nuevo y seguro» que dé cabida este y otros proyectos.

La asociación compareció el martes en la Comisión de Comparecencias Ciudadanas de las Cortes de Aragón y defendió un cambio de perspectiva para «hablar de repoblación, no de despoblación», señalando que estos núcleos oscenses tienen «listas de espera» para acoger nuevos pobladores.

La cesión del uso de estos municipios se ha ido renovando desde su repoblación, primero por años y después por periodos más largos, hasta que en el año 2017 venció la última cesión de 20 años. Desde entonces, Artiborain espera a que el Ejecutivo autonómico autorice un nuevo y largo periodo, y «a día de hoy seguimos sin una renovación efectiva», dijo Sara Palacio, vicepresidenta de Artiborain y residente en Ibort. Palacio manifestó que la experiencia de la agrupación demuestra que hay soluciones «fáciles y poco costosas para la administración» de cara a conseguir una repoblación de los núcleos rurales.

El primer pueblo que se ocupó fue Aineto. Al comenzar la revitalización no había servicios y fueron los propios integrantes de la asociación los que tuvieron que abastecer de servicios, como luz, agua y alcantarillado, a los municipios. Se reconstruyeron y habilitaron gracias al trabajo colectivo. «La DGA no puso partidas, salvo los primeros años para materiales, el trabajo fue de los nuevos pobladores», explicó la vecina de Ibort. Incluso consiguieron abrir una escuela, la primera reabierta en Aragón, y en los próximos meses disponer de fibra óptica.

Palacio detalló en tres puntos las claves de su éxito: no ser propietarios, que esta sea su residencia permanente y que la población es la misma todo el año. Después de 30 años, los miembros de Artiborain aseguran estar «orgullosos de haber fijado población, crear empleo y fomentar la economía local, haber protegido el medio ambiente y haber recuperado el patrimonio de la zona». «Todo sin costes específicos para la Administración porque la reconstrucción se ha costeado desde Artiborain», apuntó Palacio.

En las comparecencias de los grupos políticos, se dio a conocer que la DGA está trabajando para que exista una figura legal que dote de estabilidad a estos núcleos, cuyas gentes han vuelto a devolverles la vida.