El 8 de marzo del año pasado, en una ciudad de Zaragoza cortada al tráfico por una masiva manifestación feminista, una patrulla encontraba a un joven inglés desorientado y desangrándose por la entrepierna. Le habían cortado el pene, si bien se desconocía quién lo había hecho. Finalmente, el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón acabó descubriendo que el autor de dicha amputación había sido su compañero de piso y que, incluso, fue algo consensuado. Ahora este joven, Aarón Jonás B. M., afronta una condena de 4 años y medio de prisión y el pago de una multa de 200 euros.

Es la solicitud de la Fiscalía para este hombre al que considera autor de un delito de lesiones con la agravante de reincidencia, ya que tiene condenas por violencia de género, lesiones y maltrato familiar. Relata el ministerio público en su escrito de acusación que los hechos tuvieron lugar después de que la víctima «propusiera al procesado que le practicara la amputación ofreciéndole en pago 200 euros que se incrementaría hasta los 2.500 euros en función de las visualizaciones que en las redes sociales tuviera el vídeo que se proponían grabar sobre ello». A pesar de lo extraño de la petición, Aarón Jonás B. M., aceptó.

Ya en la tarde de ese mismo día, poco antes de las 19.15 horas, hallándose ambos, procesado y víctima, en la habitación ocupada por el primero, la víctima se anudó el pene por su base con la cuerda del pantalón del pijama para evitar una hemorragia, mientras el procesado, que se encontraba sentado en una silla colocada frente a aquel, le seccionó el pene con un cuchillo de cocina de unos 30 centímetros de hoja. El arma empleada no fue localizada por haberse desprendido del mismo el encausado.

Tras la amputación la víctima salió a la calle y recorrió unos metros hasta un cajero automático abierto a la vía pública y ubicado en la esquina de avenida Goya con paseo Gran Vía donde, alertados por algunos transeúntes, acudieron agentes de la Policía Local que dieron aviso a los sanitarios.

Seguidamente, los agentes, siguiendo el reguero de sangre dejado por el herido en su recorrido, llegaron hasta su domicilio donde se encontraba el procesado quien les hizo entrega del pene seccionado depositado en el interior de una bolsa de basura, habiendo procedido aquel, antes de la llegada de los agentes a limpiar el escenario de la comisión del hecho y a ocultar el cuchillo utilizado.

¿Por qué pidió que le cortaran el pene? Los investigadores llegaron a la conclusión de que la víctima padecía una disforia de género, unido aquella tarde a un importante consumo de alcohol. El abogado defensor, José Luis Melguizo, mantiene que atendiendo a que fue consentido la pena puede bajar a un máximo de tres años. La víctima pudo reimplantárselo en el hospital universitario Miguel Servet de Zaragoza.