La aragonesa Ramona Domínguez Gil fue asesinada el 10 de junio de 1944 en la masacre de Oradour-sur-Glane, en la que un destacamento de la División del Reich de las SS destruyó este pueblo francés y mató a sus habitantes.

Hasta ahora, el registro de los vecinos asesinados estaba incompleto. La mujer, de 73 años por aquel entonces y natural del municipio de Mianos, en la comarca de La Jacetania, no figuraba entre los muertos. Gracias a la investigación del profesor David Ferrer, su historia ha sido recuperada del olvido 76 años después y ya es oficialmente la víctima número 643 del conocido como «pueblo mártir» de Oradour, donde todavía se conservan las ruinas que dejó aquella matanza nazi.

El trabajo de Ferrer ha sido la clave para poner en marcha el proceso de reconocimiento de la víctima, que es la decimonovena española, y cuyo nombre se incluirá en los monumentos que se mantienen en el presente para no olvidar episodios negros del pasado, como lo fue este.

Ruinas de Oradour-sur-Glane

La familia de la aragonesa se había instalado en Oradour-sur-Glane, donde ella se encontraba desde hacía varios años, después de sobrevivir en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Ramona se exilió en Francia tras la guerra civil española, dejando atrás su pueblo natal, Mianos.

Allí, los más mayores del lugar, de 90 años, no la recuerdan, ni guardan en su memoria episodios donde ella pudiera aparecer o personas de su entorno, ya que nació en el 1871. Lo que sí perdura en el tiempo es su partida de nacimiento, que sigue intacta en el archivo del Ayuntamiento de Mianos, en el cual su alcalde, Francisco Javier Samitier, indagó y la halló, junto con las de sus hermanos.

En este municipio de apenas una treintena de habitantes, se descubre cada vez más mayor información sobre ella. «Me dijo el antiguo secretario que estuvo en el campo de concentración con su abuelo», comenta Samitier. Poco a poco, y «tirando del hilo», salen a la luz claves de la historia de la antigua vecina de la localidad.

Vista aérea de Mianos

Al trabajo previo, se suma la investigación que realizan desde el consistorio. «La verdad es que es bonito ir conociendo estas cosas», reconoce. Y entre sus calles todavía sigue en pie la casa familiar de Domínguez. «Sus descendientes la arreglaron y acuden allí sobre todo en verano y los fines de semana», asegura el alcalde.

Historias entrelazadas

lA historia de Ramona quizá no sea la única que refleja el exilio de los vecinos del lugar huyendo del franquismo. Curiosamente, hace cinco años el alcalde de Mianos recibió el mensaje de un matrimonio de Argentina, diciendo que su abuelo procedía del pueblo, donde tenían la casa, y comunicándoles que les gustaría visitarlo. «Estuvieron hace año y medio viéndolo», precisa Samitier. Y por azar o no, resultó ser que Ramona es hermana de su abuelo.

La protagonista deja de ser olvidada entre las víctimas de la villa francesa, pero también regresa al que fue su pueblo a través del conocimiento que ahora poseen los vecinos de Mianos sobre su vivencia. «Ni siquiera el abuelo de este chico argentino tenía conocimiento de ella», indica el alcalde. «Para mí es un orgullo, estoy mirando estas cosas con emoción, da coraje la mala suerte que tuvo ella y tanta gente», manifiesta.

Samitier imagina que en aquella época, tras la guerra, se marchó más gente, pero «hay casos que conoces, y otros muchos no porque se han perdido», dice.

Y para que la memoria de los españoles muertos en el exilio no caiga en el olvido, el profesor de inglés agrupó sus investigaciones sobre Oradour-sur-Glane en el libro autoeditado Recuerda. En él cuenta la historia de las 19 víctimas españolas, entre ellas la de Ramona. Una investigación en la que comenzó a profundizar a raíz del caso de las dos niñas de Sabadell fallecidas en la masacre (Emília y Angelina Massachs Borruel).

Ferrer ocupó más de tres años en leer certificados de nacimiento y otros documentos de los españoles de Oradour. Y en el caso de la mianense, surgieron incógnitas, ya que su nombre está escrito en una placa de mármol de los años 40 en honor de las víctimas españolas, pero no en una lista oficial.

Fue olvidada en la ficha de desaparecidos, algo que se supo gracias a la colaboración de Ferrer y el Centro de la Memoria de Oradour, donde tienen la documentación de la aragonesa. Al parecer, no se renovaron las tarjetas de residencia de los refugiados españoles adultos muertos en Oradour y entre esas fichas está la de Ramona Domínguez. Según ‘El País’, Ferrer cree que la confundieron con su nuera, Marina Domènech.

Fuera así o no, siete décadas después, Ramona Domínguez por fin ha sido identificada y no queda en el olvido al que le sometió la injusticia y la falta de memoria sobre el exilio.