La tradición como fuente de progreso. No todos los modelos de futuro en el ámbito rural se asientan en el turismo, la construcción de segunda vivienda, el abastecimiento alimentario a la capital o las grandes infraestructuras. La creación de una Escuela de Pastores reglada, la primera en Aragón, es la apuesta diferencial de la Bal de Chistau. Un intento por poner en valor un oficio ancestral y los beneficios socioeconómicos y medioambientales de la ganadería extensiva, introducirla en el sistema educativo, reclutar nuevos profesionales y promover una convivencia sostenible con el entorno para vertebrar nuevas iniciativas ante la despoblación.

San Juan de Plan quiere convertirse en un referente del pastoreo en Aragón. Desde el 27 de septiembre y durante un mes se está desarrollando el primer paso de esta idea ambiciosa. Quince ganaderos altoaragoneses están siendo instruidos para convertirse en los futuros tutores de los alumnos de la Escuela de Pastores que quiere instalarse en esta población.

Esta iniciativa toma el relevo de otros planteamientos anteriores. El Instituto Pirenaico de Ecología puso en marcha entre el 2003 y el 2005 una idea similar que se ejecutó en el Valle de Broto bajo financiación europea del programa Interreg IIIA y el apoyo del IFPE Montearagón. También hubo una experiencia posterior en Fortanete (Teruel) sin continuidad.

En esta ocasión la fortaleza se halla en la posibilidad de conseguir establecer un Certificado de Profesionalidad, integrar estos estudios dentro del sistema educativo formal, como ocurre en Francia. Las perspectivas son positivas, incluso se está trabajando ya en habilitar un espacio propio que podría estar disponible en el próximo año. Las conversaciones con la Consejería de Educación del Gobierno de Aragón y el Inaem, en busca de un convenio, marcarán los plazos para dar oficialidad. «El objetivo es que la Escuela de Pastores sea un punto de referencia dando una formación propia con el aval de que pueda incluir las certificaciones oficiales y pueda ser compatible con el sistema educativo», explica Roberto Serrano, alcalde de San Juan de Plan.

El curso actual es una fase previa, preparatoria. Se está desarrollando en Casa La Sarra y cuenta con el apoyo de la Diputación Provincial de Huesca (DPH) y el propio IFPE_Montearagón, que aporta varios profesores.

La meta es empoderar a los ganaderos locales para convertirlos en agentes formadores, canalizando todos sus conocimientos y filosofía desde el propio terreno. «Ni un pastor es aquel pobre hombre que se quedó cuando todos se fueron ni una figura donde todo sea bonito, un producto mediático. Ni una cosa ni la otra. Es un oficio más y hay que darle esa categoría y prestigiarla, que es algo que en Aragón nos falta», indica Serrano.

Patricia Sureda, psicóloga y educadora de la Asociación Sargantana, es la directora de esta actividad inicial. «Están acostumbrados a compartir su experiencia con otros pastores, pero no con alumnos. Tienen la curiosidad de descubrir su perfil como docentes», indica esta instructora.

CENTRO_ABIERTO

La siguiente fase será abrir un centro estable donde se desarrolle un programa educativo teórico y práctico de 850 horas adaptado desde el modelo francés con la idiosincracia de Aragón. Educativamente se contaría en este proceso con el IFPE_Montearagón de Huesca y con el Centro Público de Eduación de Personas Adultas (CPEPA) de Sobrarbe. En España ya existen escuelas similares en Cataluña, Asturias y País Vasco, con distintos modelos de gestión tanto públicos como privados.

Este proyecto se centra en ofrecer una escuela abierta al medio y bajo la conducción de los conocedores del oficio. «Tiene que ser un modelo donde se forme allí donde esté el recurso, así que tendremos que contar con cualquier lugar de Aragón que pueda ser interesante. La mayor parte del aprendizaje debe ser en el puerto con las personas que mejor conocen el entorno y el oficio, los propios pastores, quienes deben de involucrarse», indica Roberto Serrano.

En la Bal de Chistau viven ahora unas 600 personas, siendo el sector primario el principal motor económico, formado en su mayoría por pequeñas explotaciones de tradición familiar. La Escuela de Pastores quiere dar valor a este sistema, sus gentes y su pasado. «Hay que demostrar que apostar por la ganadería extensiva es innovador y que es apostar por el futuro. Ese es el reto. Esta labor ha sido abandonada por una producción cárnica intensiva donde se valora más la proteína cárnica que la calidad en el producto», opina Serrano.

Los beneficios del pastoreo de alta montaña inciden en la conservación de la naturaleza y su fuerza en la vertebración del territorio, además de aposentar nueva población o evitar que los jóvenes emigren. El propósito del proyecto se entiende dentro de una visión distinta del desarrollo rural, introduciendo el valor de lo tradicional como la propia identidad para avanzar hacia un futuro más justo en su relación con la ciudad.

«Tenemos que generar nuestros propios estándares que permitan generar una comunidad ágil, donde sea posible la vida, donde no sea obligado emigrar fuera y sí venir aquí a vivir. Estamos en una sociedad más urbanocentrista y que solo se fija en los pueblos para pasar los fines de semana, cuando queremos refugiarnos del covid. Mirar a los pueblos es entender que son una comunidad viva que puede aportar mucho a la sociedad», dice el alcalde de San Juan de Plan.