Los mayores están siendo uno de los sectores de la población que más están sufriendo con la pandemia de coronavirus. Y no solo porque sean el grupo de población que sufre una mayor letalidad, sino porque las medidas tomadas para contener la expansión del covid-19 han trastocado totalmente su rutina. Eso ha derivado en ciertos trastornos cognitivos y motrices que, si no se tratan, pueden cronificarse. Y para evitarlo, la terapia ocupacional ha salido en su rescate.

«¿Qué es la terapia ocupacional? A nosotras mismas nos cuesta definirlo, pero para resumirlo siempre digo lo mismo: son profesionales sanitarios. Con mayúsculas y negrita». Se responde a esta pregunta Ana Ruiz Aldana, gerente del espacio de salud Xanara, en Las Fuentes (Zaragoza). Ella es fisioterapeuta y terapeuta ocupacional de formación, aunque solo ejerce de lo primero. Junto a ella, Alicia Serrano Sánchez, que sí que ejerce como terapeuta en este mismo centro privado, asiente decidida.

Definir esta profesión es complicado, advierten, pero ambas concluyen que puede ayudar a los mayores a los que les está costando más sobrellevar la nueva realidad sobrevenida por la pandemia de coronavirus.

«El confinamiento ha provocado que el deterioro cognitivo de los mayores haya aumentado muchísimo. La rutina ha desaparecido, y todos los días se les hacen iguales», cuenta Serrano. Esto conlleva, cuentan las dos, que se desorienten en el tiempo y en el espacio, que se pierdan costumbres como lavarse los dientes y vestirse para salir a la calle o que se alteren los ciclos del sueño, lo que mina el autoestima y genera «una sensación de descontrol». Eso en personas sanas. Porque en el caso de gente con enfermedades degenerativas como el alzhéimer, los efectos de la falta de rutina pueden empeorar los síntomas.

Ni ‘fisios’ ni animadores

«En terapia ocupacional lo que tratamos es que la gente recupere su autonomía. Que pueda seguir haciendo las cosas que ha hecho siempre o, si no se puede, reconducir sus ocupaciones para no generar frustración», explica Serrano. Muchas familias han acudido a ellas en los últimos meses a sabiendas de que necesitarían ayuda para cuidar a los suyos. «En primavera los cuidados recayeron en los hijos, los padres, los hermanos... y muchos tienen sensación de agotamiento. Necesitan ayuda y necesitan liberarse», dice Ruiz.

En Xanara tienen un programa de activación de cuerpo y mente en el que tratan a las personas para que puedan seguir funcionando solas. «Planteamos muchos juegos con música y actividades que tienen el fin, por ejemplo, de que una persona mayor pueda seguir vistiéndose ella misma. Lo trabajan sin darse cuenta y en grupo ­-explican­-. No es igual que si van al fisio porque les duele la espalda y les mandamos ejercicios específicos para esa dolencia».

Eso sí, a pesar de cuidarse jugando, los terapeutas ocupacionales «no son animadores socioculturales, como mucha gente asume». «Cuando yo planteo un juego, como que se pasen una globo golpeándolo, no es para que pasen el rato. Me fijo en su capacidad para moverse, en la coordinación, la motricidad que presentan...», apunta Serrano.

Entre los objetos que utilizan muchos se asemejan a juguetes infantiles, porque no hay nada específico para los mayores. «Esto a veces les genera confusión y desmotivación, porque creen que les tratas como a niños. Habría que inventar una línea hecha para mayores, aunque esto no lo había pensado. Mira, me lo apunto para un futuro negocio», dice riendo Ruiz.

Así, en Xamara quieren apostar todavía más por la terapia ocupacional. Se instalaron en Las Fuentes porque en el barrio viven muchas personas de la tercera edad y, poco a poco, están recogiendo los frutos de su trabajo. «Sesión tras sesión ves cómo van floreciendo y empoderando. Ellas mismas -la mayoría de asistentes son mujeres- se ayudan y se tapan cuando cometen un error en un juego de memoria, por ejemplo. La terapia ocupacional es esto, es conseguir que las personas, no solo las mayores, mantengan su ocupación. Hay que reivindicarla más», defienden.