«Mujer. Vive Sola. Divorciada. 60 años. Tres hijos que le ayudan de vez en cuando. No cobra pensión. Ingresos = 0 euros». «Familia de cuatro miembros. Origen Senegalés. Viudo y tres hijos menores de 16 años. Transportista. Con nosotros se ha ofrecido para realizar traslados de alimentos solidarios desde Mercazaragoza. Ante la situación que se le ha producido con la pandemia no tienen ingresos. Nos propone cobrar solo el combustible y que le facilitemos alimentos hasta que termine el confinamiento». «Persona de 64 años en situación de desempleo. Le falta un año y medio para poder jubilarse. Busca un trabajo para retomar la situación y completar la cotización que le falta para poder obtener una pensión».

Con mimo y esmero Laureano Garín y el resto de voluntarios de la Asociación Cívitas de Las Fuentes registran todos los perfiles que acuden a ellos solicitando ayuda, algo que llevarse a la boca. Desde el año 2014 esta entidad reparte lotes de comida para aquellos que no pueden permitirse ni lo más básico. A día de hoy, en un 2020 lastrado por la pandemia, su actividad se ha multiplicado por dos y su labor se ha hecho casi indispensable. Casi a diario reparten cajas cargadas de alimentos que son la vacuna contra un virus cada vez más extendido en Zaragoza y en pleno siglo XXI: la pobreza y el hambre. Las cifras así lo avalan.

De los 30.000 kilos de alimentos que repartió Cívitas en el 2019 han pasado a entregar 90.000 en lo que va de 2020. En los últimos meses han ayudado ya a más de 1.400 familias y en la actualidad están repartiendo unos 160 lotes de comida a la semana. Pero esto solo se refiere a las personas atendidas por el programa ordinario de entregas de alimentos, puesto que en la asociación Cívitas también han notado como ha crecido el número de personas que acuden a ellos buscando ayuda urgente. «Son familias que no tienen nada para comer para mañana. Les suministramos un lote de unos diez o 12 kilos para que puedan subsistir y después les incluimos en nuestro circuito de entrega habitual», explica Garín. En este sentido, si antes recibían unas 60 peticiones mensuales, ahora son unas 100. El crecimiento a lo largo de los meses ha sido exponencial.

«La situación económica en el barrio es nefasta para muchas familias. Por nuestra parte estamos haciendo todo lo que hemos podido, pero sin este plan de choque no sé que hubiera pasado», apunta Garín, que afirma que, por lo que le cuentan, conseguir una cita en los servicios sociales municipales es un proceso lento. «Deberían quitarse la venda de los ojos. La realidad es esta y es muy dura», dice hastiado.

Cambio demográfico

Pero lo que está pasando en Las Fuentes no solo lo explica el coronavirus. Garín tiene bien documentada la evolución demográfica del barrio, que está muy envejecido. Los hijos de los primeros pobladores de este distrito no se quedaron, «fueron al Actur la mayoría». «Y a su vez, los hijos de los del Actur se están yendo ahora a Valdespartera», relata. Este factor ha convertido a Las Fuentes en una zona relativamente barata para vivir, por lo menos de las más baratas de Zaragoza, lo que ha atraído a población inmigrante con pocos recursos. El comercio está desapareciendo y las posibilidades económicas para sus vecinos cada vez son  menos. Si a eso le añades una pandemia global, el resultado es el que se está dando.

Por todo ello la Asociación Cívitas no solo reparte alimentos a familias. Este año a entidad también ha creado una bolsa de trabajo a la que se apuntaron más de 1.600 personas en tan solo tres meses. Y colaboran con los colegios del barrio para repartir desayunos a los alumnos más desfavorecidos. Todo para combatir una lacra que ni la vacuna de Pfizer ni la de Astrazeneca solucionará de inmediato.