Año 2020, semana 50. La incidencia de la gripe registrada en Atención Primaria es de 0,6 casos por cada 100.000 habitantes y se sitúa por debajo del umbral basal establecido para la temporada en 71,7 casos por 100.000 habitantes. Año 2019, semana 50. La incidencia de gripe registrada en Atención Primaria es de 13,2 casos por 100.000 habitantes, por debajo del umbral basal establecido para la temporada (70). Año 2018. La incidencia es de 17,1 casos por 100.000 habitantes, permaneciendo por debajo del umbral basal calculado en71,5 casos. Año 2017. La tasa de incidencia llega hasta 30,7 casos por 100.000 habitantes, permaneciendo por debajo del umbral basal calculado en 62,54 casos por cada cien mil.

Hablan solos los datos de Aragón, que explican la volatilización de la gripe, cuyos casos han descendido de manera muy notable en los últimos 3 años. Parecería extraño, no lo es tanto. Las diferentes medidas de higiene, protección y distanciamiento social implementadas para reducir la transmisión del SARS-CoV-2 probablemente hayan contribuido a reducir la transmisión de la gripe.

Hasta el pasado 13 de diciembre, el Sistema de Vigilancia de Gripe en España (SVGE) solo había detectado un caso de virus de la gripe en la temporada 2020-2021 en toda España, concretamente en Aragón entre el 9 y el 15 de noviembre. El año pasado por estas fechas se habían notificado 91 detecciones centinela, que son las que realiza la red de médicos encargada de notificar los casos de virus gripales.

A nivel mundial hay dos sistemas de información sobre la gripe: uno es la red de vigilancia que recoge enfermedades parecidas a la gripe (ILI por sus siglas en inglés), y el otro son las redes de vigilancia de los médicos centinela, que en España, de los que en España hay 800. Es personal de atención primaria que toma una muestra de todos los casos de ILI que les llegan de gente con síntomas compatibles con la gripe «para saber qué virus es, identificarlo y preparar la vacuna» para el año siguiente. «Por eso hay que hacer una vigilancia continua sobre los virus que se están detectando, para ver cuál es más frecuente. Y si aparece uno nuevo, incluirlo en la vacuna. Las redes centinelas cuantifican el número de pacientes con gripe y de qué tipo son», señala el epidemiólogo Nacho de Blas, que explica que las razones de su volatilización «son tan evidentes como las que pensamos».

Sirve para explicar la situación la teoría del queso suizo, cuya a última versión traducida es de Ian Mackay aunque la idea original es de James Reason, que la publicó en 1990 en un libro sobre el error humano. «Para prevenir enfermedades respiratorias, hay una serie de medidas de protección que serían como las lonchas de un queso gruyere donde, si se solapan los agujeros, el virus puede pasar. Cuantas más capas ponemos, hay menos coincidencia de agujeros. Las capas son no relacionarte con gente, llevar mascarilla, mantener las distancias, lavarte las manos, estar en sitios ventilados...», explica el profesor del Departamento de Patología Animal en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, que continúa: «Se van poniendo capas protectoras y se reduce la cantidad del virus. Esas capas protectoras no las estábamos poniendo porque teníamos dos lonchas de queso con bastantes pocos agujeros (en el caso de la gripe, por las vacunas y la memoria inmunológica de gripes pasadas). Cuando aparece el virus, la mayoría tenemos un cierto nivel de protección inmunitaria y a los que no lo tienen, que son las personas mayores, se les vacuna precisamente para que la tengan».

¿Cuál es la diferencia con el coronavirus? «Nos faltan esas dos lonchas de queso que son bastante compactas y tenemos que poner todas las demás. Si a la gripe, además de esas dos lonchas, le añades todas las que estamos poniendo para el covid, el resultado es que no hay transmisión de virus», dice De Blas, que recuerda que la vacuna «es un primer paso pero no es la panacea». De momento, «hay que seguir con mascarilla», remata.