La primera ola de la pandemia se llevó por delante muchos establecimientos comerciales, principalmente, aquellos pertenecientes al comercio local de las ciudades. Las tiendas, según su categoría, tuvieron que permanecer cerradas durante algún tiempo, también abiertas pero con restricciones y límites de aforo. Y aun con todo, los comercios de siempre todavía resisten en la capital aragonesa por ese respeto a sus antepasados y por salvaguardar ese recuerdo de la Zaragoza antigua. Desde prensa, hasta tiendas de dulces y ropa, pero algunos como Quitería Martín, Bombonera Oro, corsetería La Suprema y caramelos Alcaine permanecen con sus puertas abiertas a pesar del coronavirus que sigue presente.

Los zaragozanos también han seguido comprando, y fruto de esta actividad comercial negocios como estos últimos han podido subsistir. Según el plan local de equipamientos comerciales de Zaragoza, elaborado por el ayuntamiento y la Cámara de Comercio, la totalidad de los zaragozanos compró alimentación y droguería, calzado y complementos en el último año, exceptuando los ciudadanos de más de 65 años, de los que solo un 84% consumieron en esta categoría. Asimismo, los ciudadanos optan, en el 90% de los casos, comprar en establecimientos que se encuentran en su propio barrio, valorándolo además, por encima de los centros comerciales.

El tirón del comercio local

Los comercios centenarios todavía siguen ofreciendo su servicio en las calles de la capital aragonesa, a pesar de la complicada situación que atraviesa el tejido comercial zaragozano. De hecho, la mayoría de los ciudadanos opina (78%) que los comercios locales cerrarán como consecuencia de la pandemia. A ciencia cierta esto todavía está por descubrir, pero lo que sí se conoce es que 6.170 establecimientos componen a día de hoy la red comercial de Zaragoza, según este informe. Una red que está liderada por la junta de distrito de Delicias con el 18% de los establecimientos.

El comercio local resiste, además, con pocos trabajadores o en algunos casos con un único propietario, como es el caso de los comercios anteriormente mencionados. La media de trabajadores es de 3,36 empleados por entidad, y sorprende que casi la mitad de los negocios (48%) apenas tiene una sola persona asalariada. En Zaragoza, asimismo, destacan las empresas estables o en recesión, un 28% y un 49% del total, respectivamente. Y en ese 28% entrarían estos comercios centenarios que año tras año consiguen seguir al pie del cañón y no se le escapan a ningún zaragozano que se precie.

Compa física

Asimismo, la posibilidad de la compra en el espacio físico -opción por la que optan casi todos los clientes a la hora de acudir al comercio de proximidad— fortalece las expectativas y la ilusión de los dueños de este tipo de establecimientos, que año tras año, y después de un siglo vendiendo sus productos en la capital aragonesa, mantienen sus puertas abiertas y podrán decir, al menos a corto plazo, que resistieron al covid.

No obstante, la necesidad de reinventarse casi es imprescindible en estos tiempos, con el auge del comercio online. La pandemia disparó el número de pedidos en el conocido como e-commerce y los negocios tuvieron que darle una vuelta a su modelo de negocio, ante el acecho de los grandes gigantes comerciales como Amazon. Pero los propietarios lo tienen claro, y algunos incluso aseguran que la apuesta por la inclusión en marketplaces ha salvado su trabajo a corto plazo.

Por ejemplo, la dueña de la corsetería La Suprema, Ana Tazón, expresaba que el comienzo de la venta en línea con la plataforma Zerca! «ha sido una de las bazas para que nuestro negocio pudiera seguir». Con un tipo de ropa destinado a personas mayores, según indicaba Tazón, poder ofrecerles el servicio a distancia fue una gran baza que proporcionó comodidad a sus clientes. O, por otro lado, la propietaria de la conocida Bombonera Oro, María José Peña, que reconocía tener «estancadas» las redes sociales en los últimos años, así como la tienda, que les ha abierto nuevos horizontes en el último año, enviando sus pedidos a cualquier lugar del mundo: «En este sentido hemos crecido bastante. Lo mandamos a cualquier sitio. Hubo incluso monas que viajaron en avión y llegaron perfectamente a su destino», añadía.

A pesar de todos los condicionantes, la capital aragonesa seguirá teniendo en sus filas a estos negocios centenarios, que se reinventan con el objetivo de mantener vivo el recuerdo.