Los municipios encaran un año de retos y esperanza
Las administraciones se preparan para no dejar a nadie atrás y reactivar la economía La supresión de las reglas fiscales permitirá poner en marcha proyectos de futuro
Inmersos de lleno en una dura cuarta ola del virus, nadie se imaginaba cuando empezó 2020 que la irrupción del covid-19 tres meses después, a mediados de marzo, iba a suponer un vuelco radical en nuestras vidas y a todos los niveles: social, laboral y económico. Una situación a la que forzosamente hemos tenido que aclimatarnos a nivel individual, confinamiento domiciliario incluido, pero también colectivo. Un escenario desconocido y desconcertante al que las administraciones han tenido que dar una respuesta rápida y ágil para tratar de paliar o minimizar el impacto de la crisis sanitaria, social y económica sobrevenida.
Pero, especialmente, han sido las administraciones más cercanas a la población, ayuntamientos, comarcas y diputaciones, las que han tenido que ir reinventándose casi día a día, reorganizando sus servicios y rehaciendo y modificando sus presupuestos. Todo para atender las necesidades que han ido surgiendo: desde detectar casos de vulnerabilidad entre sus vecinos, habilitar más ayudas sociales de urgencia, crear líneas de apoyo a autónomos y negocios afectados por el estado de alarma, o adquirir material de protección. Y lo han hecho, sin dejar de atender los servicios que habitualmente prestan.
La gestión en medio de esta situación improvisada no ha resultado fácil y, pese a que en este inicio de 2021 el covid-19 sigue estando presente, la llegada de la vacuna abre una esperanza y una luz al final del túnel en cuanto a la batalla sanitaria se refiere, mientras que en lo social y económico las administraciones se preparan para ser el apoyo que necesita la sociedad para salir de la crisis económica contando con el bagaje adquirido y el aprendizaje forzoso que han sido los últimos meses.
Eso está quedando de manifiesto en los presupuestos para este 2021 que están aprobando las administraciones y que reflejan importantes incrementos en las partidas de servicios sociales, para seguir al lado de aquellos más vulnerables y en los que la crisis económica está haciendo especial mella, y también para el mantenimiento de las ayudas para comercios, hosteleros y autónomos.
Pero, además, gracias a la supresión por parte del Gobierno central de las reglas fiscales y de estabilidad presupuestaria para los años 2020 y 2021, las administraciones van a poder recurrir, como venían reclamando desde hace años, al remanente de tesorería disponible. Algunos ayuntamientos ya han usado parte de ese remanente a finales de 2020 para poner en marcha distintos proyectos, algunos ilusionantes y que estaban aparcados, de tipo urbanístico y de equipamientos. Pero también podrán reforzar servicios o impulsar nuevos programas y actividades culturales de mayor o menor envergadura en sus territorios que permitan, además, reactivar otros sectores afectados por la paralización y ralentización económica. Y aquellos que aún no han recurrido a su remanente se disponen a hacerlo en los próximos meses para lanzar iniciativas que favorezcan la necesaria recuperación y reactivación económica y social.
Y aunque la pandemia ha supuesto un duro golpe para la sociedad, también ha provocado un contrapunto positivo en muchos municipios donde se han generado redes comunitarias y de solidaridad que se mantienen todavía hoy, y ha servido para poner de manifiesto las bondades de vivir en localidades pequeñas, donde existe mayor contacto con el medio ambiente y cercanía a los recursos naturales para disfrutar al aire libre. De hecho, en algunos pueblos se ha notado ya un repunte de empadronamientos poniendo fin a años de sangría demográfica.
Todo ello supone un reto y un desafío para las administraciones aragonesas que encaran el 2021 con determinación y con el objetivo de salir reforzados de esta crisis sin dejar a nadie atrás.