La noche no ha dejado descansar a los vecinos del barrio de El Gancho de Zaragoza, concretamente a los de las calles San Pablo y Cerezo, en pleno casco antiguo de la ciudad, debido a que en esta última, el edificio número 41 ha ardido en dos ocasiones, casi de manera consecutiva. «Hemos estado en vela toda la noche», decía uno de los vecinos. El primer incendió sucedió en torno a las 23.00 horas de la noche, en la tercera planta del inmueble, en una vivienda que quedó completamente inaccesible y derruida por la virulencia del fuego. Horas más tarde, a las 3.36 horas, y de nuevo en el mismo bloque, los Bomberos municipales volvían a acudir a sofocar las llamas declaradas esta vez en la segunda planta del edificio.

Asimismo, mientras los bomberos realizaban las labores de extinción, tuvieron que socorrer a uno de los habitantes del inmueble, de nacionalidad mauritana según comentaron sus vecinos del barrio, que pedía auxilio desde un balcón de la tercera planta. Lo que no se imaginaba es que después de ser rescatado, la Policía Local procedería a detenerle como presunto autor de los dos incendios en el bloque. En plena calle, con la vivienda aún en llamas y a la vista de todos los residentes que asistían a este segundo incendio en pocas horas.

Arrestado sin indicios

Aunque la actuación de la Policía Local derivó más tarde en su puesta en libertad, ya que cuando fue conducido a la comisaría de la Nacional en el distrito del Actur, esta solo pudo tomarle los datos personales para identificarle, pero no mantenerle bajo arresto porque todavía no había indicios que apuntaran a su autoría. Y es que, en ese momento, ni siquiera había llegado la Policía Científica a hacer su labor dentro de los dos pisos siniestrados. De momento se desconocen las causas, que se están investigando por parte de la Policía Nacional.

Aunque no se produjeron daños personales, como medida preventiva durante las tareas de extinción, se ordenó el desalojo completo tanto de este edificio, presuntamente okupado ilegalmente, como de los dos colindantes. Sus ocupantes fueron llevados hasta las inmediaciones de la calle Conde Aranda por precaución, pero después pudieron volver a sus domicilios con normalidad. En cuanto a la posibilidad de que estuviera ocupado, una de las vecinas de enfrente confirmó esa posibilidad, afirmando que ha visto a los residentes en varias ocasiones.

Los vecinos del número 75, en la calle San Pablo, abandonaron sus viviendas de forma voluntaria aunque de nuevo volvieron una vez las llamas estaban controladas, según explicó esta mañana una mujer residente en el bloque.

Primeras hipótesis

Primeras hipótesisLos Bomberos apuntaron, en una primera deducción, la posibilidad de que se hubieran utilizado acelerantes en el incendio dada la rápida propagación del fuego. Miembros de la policía científica se personaron en el edificio sobre las 11.40 horas de la mañana para recabar pruebas y estudiar las causas que provocaron el fuego, y todavía se desconocen las causas reales que provocaron las llamas. El inmueble quedó clausurado por la Policía Local. Los vecinos cercanos a la vivienda mostraron su malestar con la situación que viven en el día a día, rodeados de «mafias», y expresaron que, posiblemente, el incendio había sido provocado por una «represalia» entre los residentes, a los que habían oído discutir en varias ocasiones.

La policía científica en el momento de entrar a la vivienda / FIRMA: EL PERIÓDICO

La casa de la esperanza era como se conocía a este edificio número 41 de la calle Cerezo, bautizado así desde los años 2005 y 2006, cuando fue construido. «Este edificio durante muchos años estuvo vacío y fue expropiado al promotor. Se lo quedó la Sareb. Por medio de la asociación de vecinos y defendido por una serie de gente, fue ocupado. Lo llamaron el edificio de la esperanza. Al principio, se metieron un grupo de familias, pero hacían su vida y ya está. Familias con niños con los que se podía convivir», destaca un vecino.

Con el paso de los años, la tendencia fue cambiando y acabó por instaurar el miedo entre los habitantes del barrio de San Pablo. «Al cabo de dos o tres años, todas esas familias que ocuparon los pisos, algunas con contrato, las fueron echando. Esto durante cuatro años ha sido un foco de delincuencia y habré llamado 200 veces a la Policía Local y a la Policía Nacional, pero sin respuesta. Nos vemos desprotegidos totalmente ante esta gente», asevera este vecino.

Por otro lado, los habitantes de la zona reivindicaron la necesidad de instalar con urgencia las cámaras de seguridad en las calles San Pablo, Boggiero, Cerezo y Predicadores.