No hay baby boom a la vista fruto del confinamiento ni se le espera. Al menos de momento. Parece que aquello de que el encierro en casa durante la pasada primavera iba a provocar un repunte de la natalidad por el hecho de pasar más tiempo con la pareja es más bien una leyenda urbana que cualquier evidencia científica. Los datos de diciembre en hospitales como el Miguel Servet, en Zaragoza, justo nueve meses después del inicio del confinamiento, apuntan en la dirección contraria: los nacimientos han caído y tampoco las cifras de enero son halagüeñas.

«En diciembre hemos tenido un 30% menos de partos que en el mismo mes del 2019 y en enero también. De momento no se percibe ningún baby boom, habrá que esperar un poco más para ver cuál es la tendencia», aseguraba a este diario Belén Rodríguez, jefa de sección de Paritorio y Urgencias de Maternidad del hospital Miguel Servet.

En concreto, aquí tuvieron 310 nacimientos en diciembre del 2019 frente a los 215 del mismo mes del 2020. Es decir, 95 bebés menos. En enero, cuando está a punto de terminar, se han registrado 220 partos mientras que en este mes del 2020 fueron 330. Se trata de 110 menos. En general, las cifras de diciembre y enero, cumplidos ya los nueve y diez meses desde el inicio de la pandemia, dejan en el Servet 205 nacimientos menos en comparación con esos meses de años anteriores.

Tampoco en el hospital Clínico los datos son llamativos. «Ni en diciembre ni en enero hay una cifra significativa. Hasta marzo no se podrá valorar si ha habido algún repunte por el confinamiento», indicaron fuentes del centro.

La dinámica de ambos hospitales, en cualquier caso, repite un patrón común de la última década en Aragón, donde cada año los nacimientos han ido a menos con una bajada entre el 2008 y el 2020 de un 30%. «El futuro no lo veo mejor porque por el número de mujeres en edad reproductiva que hay lo previsible es que la tasa de natalidad de los próximos años siga bajando o se estabilice», considera Rodríguez. La doctora, que fue residente en el Servet a finales del siglo pasado, lleva vinculada al servicio más de 20 años y asegura que, fruto de la pandemia, su forma de trabajar ha cambiado por completo. «Hemos tenido que reinventar los espacios, reorganizar la zona limpia y la de covid y repasar y ajustar unos protocolos a diario», dice.

Maternidad, una «burbuja»

En cualquier caso, Rodríguez señala que ellos son «una pequeña burbuja» y, aunque son sanitarios, «no nos podemos comparar con los que están en primera línea de lucha contra el covid», remarca. «Nos afecta de forma importante la situación actual en la asistencia diaria, pero nuestro trabajo en paritorio es recibir la vida. Nuestras pacientes en general son mujeres jóvenes y sanas, no enfermas, y no nos hemos vistos afectados como otros especialistas. Aquí no puede caber el desánimo porque, de alguna manera, somos afortunados», asegura.

Sí que han tenido que adoptar unas pautas precisas y también han atendido a madres contagiadas por covid. «Nos hemos encontrados casos. A las pacientes y a sus parejas se les hace el test cuando llegan y si sale un positivo, aunque hay un protocolo específico, se permite el acompañamiento, dentro del circuito físico de paciente covid, y con el personal usando los epi adecuados. Cuando acontece el parto, la mamá sube a planta con el recién nacido», explica. Con unas medidas «extremas» de higiene, la madre, aunque sea positiva, puede estar con su bebé. «De todos los casos que hemos tenido no ha habido ninguno con transmisión vertical, es decir, de contagio intrauterino», comenta.

El Materno Infantil del Servet acaba de cumplir 50 años y en todo este tiempo «lo que más ha cambiado», dice Rodríguez, es «el perfil» de la mujer. «Todo ha evolucionado tecnológica y asistencialmente, pero el cambio en la mujer que es madre es muy grande. Hace 50 años había mucha paciente multípara, con una tasa de hijos muy elevada, y ahora apenas es de 1,2 en España. Hace 20 años ya no eran tantas, pero las había. Eran partos más sencillos y más rápidos, porque las pacientes eran más jóvenes, pero ahora la media del primer hijo en España está entre los 31 y 32 años, cuando antes era a los 25. Ahí reside el gran cambio», señala Rodríguez.

También las técnicas, fruto de ese retraso en la maternidad, han evolucionado. «La reproducción asistida cuando este hospital abrió ni existía. Eso ha propiciado un aumento de embarazos gemelares, pero madres con más dos hijos vemos muy pocas», asegura.