La movilidad se ha convertido en un sector estratégico de la economía, además de en un elemento indispensable en nuestro modo de vida y en un motor de desarrollo económico y social para las ciudades y el medio rural y la vertebración del territorio.

Desde hace tiempo, los sistemas y servicios de transporte afrontan un cambio de paradigma hacia un modelo más sostenible e inteligente. Unos retos de futuro a los que ahora se suma también el de la seguridad con la pandemia del covid-19.

Aragón se sitúa a la vanguardia de la transformación que vive el sector de la movilidad, con proyectos e iniciativas impulsadas tanto por las administraciones públicas como por otras instituciones y el tejido empresarial de la comunidad, que la han convertido en un referente en Europa en muchos aspectos.

En el ámbito de la automoción, el cambio en las motorizaciones es uno de los principales desafíos. El vehículo eléctrico es una realidad que se abre paso en las ciudades sin levantar el pie del acelerador. Se trata de un sistema menos contaminante y con importantes ventajas para los usuarios tanto del vehículo privado como del transporte público.

Aunque la autonomía y la disponibilidad de estaciones de recarga sigue siendo uno de los principales escollos para su desarrollo, es un campo que avanza a grandes pasos, gracias al impulso de los organismos internacionales y los estados a la transición energética hacia una economía baja en carbono.

Los sistemas públicos de transporte también se han subido al carro de la movilidad eléctrica y siguen dando respuesta a las necesidades de los ciudadanos como alternativa al uso del vehículo privado. Entre los principales desafíos de autobuses, tranvías y trenes de corta y media distancia se encuentra en estos momentos la seguridad y salud de los viajeros frente al coronavirus.

Varios estudios del sector demuestran que el transporte público es una alternativa segura al vehículo privado, siguiendo una serie de normas e indicaciones, como el uso de mascarillas, bajar el volumen de la conversación, el mantenimiento de la distancia de seguridad y una adecuada higiene y desinfección.

Estos medios tradicionales conviven hoy en el paisaje urbano con otros sistemas de transporte individual, como las bicicletas o los patinetes eléctricos, cuyo uso ha experimentado un auténtico boom en los últimos años. Igualmente, se trata de alternativas más sostenibles a los turismos que permiten recorrer distancias cortas en menor tiempo, son fáciles de manejar y de guardar, y ayudan a cubrir desplazamientos que complementan a los del transporte urbano y metropolitano.

En este sentido, destaca también la rápida expansión de los servicios de movilidad compartida, donde bicicletas, motocicletas y patinetes eléctricos, unidos al uso de nuevas tecnologías y dispositivos móviles, abren un mayor abanico de opciones para la movilidad de los ciudadanos. Son muchas las empresas de movilidad compartida que han desembarcado en lugares como Zaragoza, lo que ha llevado a la administración local a controlar su presencia en las calles y a adaptar las ordenanzas de circulación para la convivencia pacífica con otros sistemas de transporte y con peatones.

Otro aspecto destacado en los nuevos servicios de movilidad es el que ofrecen a los usuarios los sistemas de transporte urbano y metropolitano con el uso de tarjetas integradas para el pago de sus viajes y aplicaciones para realizar itinerarios más cómodamente. La colaboración entre administraciones es clave para avanzar en esta convergencia que mejora la movilidad de aquellos que viven fuera de la ciudad pero acceden a ella a diario.

Al mismo tiempo, la incorporación de las tecnologías de la industria 4.0 en el campo de la movilidad, como el big data o el internet de las cosas (IoT), está dando como resultado nuevas mejoras en los servicios de movilidad. Con todos estos avances, la movilidad eléctrica, sostenible, compartida e inteligente dibujará en un futuro no muy lejano un nuevo paisaje urbano.