La pandemia está dejando huella en los comportamientos de compra del mercado inmobiliario. El confinamiento domiciliario de dos meses y las permanentes restricciones sanitarias que limitan la vida social, han hecho que los hogares se hayan convertido en el centro de todo y eso se están dejando notar cada vez más en las decisiones a la hora de adquirir una vivienda. Las de mayor tamaño, las de tipo unifamiliar y las que se sitúan fuera de la ciudad de Zaragoza ganan terreno en el año del coronavirus. Estas preferencias de las que tanto se viene hablando no solo son una sensación, sino que vienen reflejadas por los datos estadísticos, que revelan cada con mayor nitide como el covid ha supuesto un punto de inflexión también para este sector.

«Las variables nos muestran un comportamiento relativamente distinto al del pasado. No es un cambio radical pero sí existe claramente una tendencia», afirmó Luis Fabra, profesor de la Universidad de Zaragoza y director del Gamerin (Grupo de Análisis del Mercado Inmobiliario), durante la presentación este jueves del informe de Aragón correspondiente al cuarto trimestre del 2020. Este periodo, apuntó, fue «mejor de lo esperado» a pesar del empeoramiento de la crisis sanitaria, lo que da alas al sector para ser moderadamente optimista de cara al 2021. Así lo creen los empresario dada la resistencia que este negocio ha mostrado durante la pandemia, cuyos impactos negativos ha esquivado en gran medida si se compara con la situación general de la economía.

De total de viviendas vendidas en Aragón en el cuarto trimestre del 2020, las de más de 80 metros cuadrados supusieron el 45,58%, el nivel más alto de los últimos siete años. La proporción ha crecido más de un punto y medio respecto en el trimestre anterior (43,97%) y cinco en relación a hace dos años (40,25% a principios del 2019). Esta tipología de superficie es la única que aumenta con fuerza, en detrimento de los formatos de entre 40 y 60 metros y entre 60 y 80, que mantiene un peso decreciente. Las de menos de 40 metros se mantienen, pero estas apenas representan el 3% de las operaciones.

La predilección por las unifamiliares, que engloban a los adosados y a las viviendas aisladas típicas de los pueblos, también es palpable. Suponen ya el 22,43% de las ventas registradas entre octubre y diciembre del pasado año, la cifra más alta desde el 2007. Son dos puntos más que en el trimestre anterior (20,11%) y casi seis por encima de hace diez años.

Más ventas en Cuarte y María de Huerva

Otra variable que llama la atención es la perdida de cuota de mercado de las ciudades de Zaragoza y Huesca respecto al conjunto de sus provincias, situación que se da en la mayor parte de España (en 38 de las 50 capitales). «Se está produciendo una cierta inercia a tomar como opción residencial los municipios próximos a los más poblados. Hay menos reticencias a comparar en los entornos de las grandes ciudades y en el medio rural», apuntó Fabra.

Aunque el peso de la capital aragonesa sigue siendo descomunal por su hegemonía poblacional —acapara el 71,5% de las compraventas de la provincia y el 51,5% de las de la comunidad—, su peso en el mercado del ladrillo es el más bajo desde el 2014. El coronavirus ha decantado claramente esta tendencia decreciente. El número de transacciones de vivienda en el cuarto trimestre del 2020 bajó anualmente un 16,9% y 28,5% en las ciudades de Zaragoza y Huesca, al tiempo que subió en la mayoría de poblaciones de entorno de la gran urbe del Ebro y destinos más rurales. En concreto, el incremento fue del 94,8 en María de Huerva, del 63% en Cuarte de Huerva, del 27,8% en Tarazona, del 23,7% en La Muela, del 21% en Jaca, del 9,7% en Zuera o del 7,14% en La Puebla de Alfindén.