Aunque bienestar es una palabra bastante fea, no se puede negar que un puñado de negocios de la calle García Galdeano, en el centro de Zaragoza, tratan de honrar su significado en sus diferentes acepciones. En los últimos años los bares han dejado de ser el centro de la vida social de trazado y han comenzado a instalarse firmas que garantizan el cuidado integral de cualquier ser humano. Ayurvedas, masajistas, estilistas y dietistas comparten aceras y en cierto modo objetivos.

La fachadas color salmón de la urbanización Juan de Torres se puede considerar un atentado estético, un soponcio racionalista, que no encaja excesivamente bien con la consideración de «oasis en el centro de la ciudad» con el que califica la calle una de sus más antiguas vecinas. Sin embargo, por García Galdeano circulan muy pocos coches y la propia desproporción de los edificios de los años 30 aísla el ruido que proviene de la congestionada María Agustín. Algo de remanso de paz sí que se percibe. «Tenemos que reconocer que no es una calle comercial en absoluto, pero eso es lo que buscaba», destaca la directora del estudio de pilates Irache Sádaba.

Cuando en el 2013 se mudó a otro de los locales ya descubrió que la zona tiene algo especial. «Se escuchan los pájaros», dice. Ahora sus instalaciones están en el número 17 a pocos pasos de su primer espacio, que se le acabó quedando pequeño. «No cambié porque siempre he sentido que este lugar invita a desconectar», señala. Acuden clientes de toda la ciudad, del Actur, de Montecanal... Incluso de fuera de Zaragoza: Ejea de los Caballeros, Sádaba. Un éxito que vincula al «boca a boca» y a la «cierta personalidad» que ofrecen las zonas ocultas del centro. «Aquí puedes desconectar, olvidarte de los problemas, dedicarte a ti mismo, una de las cosas fundamentales del pilates es la concentración aplicada al ejercicio físico», destaca.

El acupuntor

Con baldosas de cerámica de Muel se ofrece uno de los primeros locales del bienestar abiertos en García Galdeano. Su nombre recuerda a los folletines de otra época: Gabinete de acupuntura y medicina oriental. Su responsable es el especialista coreano Chung Duck Koon. Promete arreglar taquicardias, vértigos, náuseas y dolores. También adelgazar sin tratamientos. Vamos, un chollo. Asegura llevar 35 años respondiendo a las necesidades de los vecinos, bastante ajeno a la evolución de la calle. «Está bien que existan opciones diferentes», señala de forma algo esquiva.

El Espacio Anátman es uno de los últimos llegados. Diseño limpio, letras orientales en el escaparate. Su promotor resalta que está destinado «al autoconocimiento y la investigación personal en todos los sentidos».

Más pedestre parece el gabinete de Ye Zi, conocida como Pili por los vecinos. Ella es quiromasajista, naturalista y dietista. En su entrada, junto a las plantas en macetas recicladas muestra el esquema de una pareja con sus puntos de energía y vivos colores. Se ha adaptado a los tiempos como ha podido hasta el punto de que atiende algunas consultas a través de WeChat. «Son muy jodidos estos tiempos», exclama con sutileza oriental.

Nuevas peluquerías

Cambiando la perspectiva de cuidados, varios de los negocios se centran en la estética y la imagen. Las peluquerías Goloka y CocoBello ofrecen desenfadadas alternativas basadas en la cosmética natural. Tienen un trajín incesante, igual que en el centro de fisioterapia El Carmen, otro de los locales con solera. A pocos metros en la calle doctor Horno el gimnasio Olimpic ofrece la posibilidad de completar con ejercicio un plan integral de cuidados. A la vuelta de la esquina, en la calle Madre Sacramento un centro de yoga promete devolver el equilibrio a todo el que lo necesite. Cuerpo, mente, espíritu. Bienestar completo sin salir de este remanso de paz.

Un viejo observador de los árboles del barrio es el propietario del bar Ragtime. Jesús_Laboreo lo abrió en el año 87 y recuerda cómo en los años buenos para el ocio nocturno se juntaron hasta ocho pubs especializados en diferentes estilos de música. Reconoce que el entorno siempre ha sido especial. Con todo, ahora es el único que puede ofrecer un par de cervezas para perfeccionar el camino a la buena vida.