Los bienes de las parroquias orientales de Huesca que faltaban por entregar al Museo de Barbastro llegaron por fin a mediodía de ayer a la ciudad del Vero entre jotas, cánticos religiosos e himnos de Labordeta interpretados por un grupo de personas pertenecientes a la plataforma Sijena Sí. Un camión especialmente acondicionado de la empresa Sit se encargó de traer los 41 objetos de arte sacro que aún estaban retenidos en el Museo de Lérida desde que el pasado 15 de febrero que empezaron las devoluciones.

Dos cordones de seguridad montados por la Guardia Civil, a los que se sumaban otros controles de la Policía Local, vigilaron en todo momento la operación de descarga, que se desarrolló sin incidentes. No sucedió lo mismo en las tareas de carga desarrolladas unas horas antes en el Museo de Lérida, donde estaban guardadas las piezas. Allí un grupo de manifestantes airados acusó a Aragón de «robar» y «expoliar» el patrimonio catalán.

Entre los bienes llegados ayer tras un largo exilio de más de un siglo en instituciones museísticas catalanas, figuran 23 de interés cultural (BIC), por lo que conforman la más valiosa colección de arte religioso que Aragón ha recuperado y que ha supuesto un litigio que ha durado un cuarto de siglo. Numerosas personas aguardaban en la puerta del Museo de Barbastro el momento histórico en el que los conductores del camión extrajeron las piezas, embaladas en fuertes cajas de madera, y las introdujeron por la parte posterior del espacio expositivo del museo barbastrense.

Recursos a la vista

Fue una operación lenta y complicada a la que asistió el director del Museo de Barbastro, Ángel Noguero y el consejero de Cultura de Aragón, Felipe Faci, desplazado expresamente a la ciudad del Vero para asistir a tan emotivo e histórico momento. Con este paso termina la entrega de las 111 piezas que el Museo de Lérida debía a Aragón tras la sentencia dictada en diciembre del año 2019 por el juzgado competente del caso.

«Este será un día de grata memoria tras un recorrido jurídico tan largo como proceloso», subrayó Joaquín Guerrero, abogado del Obispado de Barbastro, cuyo titular, Ángel Pérez, se hallaba ausente, dirigiendo unos ejercicios espirituales en Almería programados antes de que se supiera la fecha de devolución, fijada en realidad para el pasado 15 de febrero. Solo se cumplió en parte porque nada más se entregaron unos pocos bienes sin apenas valor.

Alberto Gimeno, abogado de la DGA en el litigio (donde ha desempeñado el papel de coadyuvante), agradeció el «buen hacer» de la parte demandada, es decir, el Consorcio del Museo de Lérida. Pero tanto él como Guerrero advirtieron de que el proceso judicial aún no ha acabado «pues la otra parte está dispuesta a llegar a los tribunales europeos tras pasar por la Audiencia Provincial de Huesca y el Supremo».

Cuarenta y una piezas y media

«Han llegado en realidad 41 piezas y media, pues había un fragmento de otra obra», precisó Marisancho Menjón, responsable de Patrimonio de la DGA. «Las recibidas hoy son sin duda las más valoradas, 17 de ellas estaban expuestas en Lérida y otras dos en la iglesia de San Lorenzo Mártir, también en la ciudad catalana», añadió.

Felipe Faci también celebró la vuelta a Aragón «de algo que nunca debió salir de aquí». Y destacó que la jornada de ayer fue un «hito importante para la comunidad y para el patrimonio aragonés».

Por su parte, Ángel Noguero, director del Museo de Barbastro, afirmó que el de ayer fue «uno de los mejores días que ha tenido el museo, pues este hecho simboliza el concepto de que cada cosa debe estar en su sitio».

Entre los asistentes al acto de recepción de los bienes se encontraba el expresidente de Aragón Marcelino Iglesias, quien reconoció el importante papel que desempeñó el obispo de Lérida Messegué, a caballo de los siglos XIX y XX, cuando se propuso proteger las obras de arte que había en aldeas alejadas, prácticamente abandonadas y sin medidas de seguridad.

Una devolución en cuatro etapas

La devolución comenzó el pasado 15 de febrero, continuó el 22 del mismo mes y se vio ampliada el pasado 5 de marzo. Las dos primeras entregas fueron de piezas de escaso valor material (no así sentimental), mientras que en la tercera ya figuraba un BIC, una tabla dedicada a san Blas. Entre las piezas de más valor recibidas ayer figuran el frontal de Treserra, una pintura sobre madera del siglo XIII, que representa a san Vicente mártir, y la arqueta y el frontal de la iglesia de Buira (del término de Bonansa). La primera es un pequeño cofre de madera del siglo XIV con un águila tallada y rodeada de otros animales y diversos símbolos religiosos. Junto con el frontal, está declarada Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón.

Asimismo, figuraban las tablas Natividad y Epifanía, del artista Jaume Ferrer, datadas en 1434. Las dos forman parte de una serie de obras de madera policromada al temple y que se integran en un retablo de la iglesia parroquial de Binaced. En cuanto a esculturas de valor figura la Virgen de Zaidín, de piedra tallada y policromada, procedente y fechada a mediados del siglo XIV, que representa a María con el Niño Jesús en brazos. Tiene reminiscencias del gótico francés por la finura de su factura.

Una iglesia desaparecida

También es digna de tenerse en cuenta una talla de madera de santa Ana con la Virgen y el Niño, del pueblo de Capella, y la imagen policromada de La Piedad, entre los siglos XV y XVI, del pueblo de Ardanué. Además, destaca el retablo de san Cristóbal, una pintura sobre tabla de san Martín Obispo. Se sitúa en el siglo XV y se atribuye al pintor aragonés Martín Bernat. Posee elementos renacentistas y estaba integrada en un retablo de la iglesia parroquial de Lascuarre, ya desaparecida.

De gran relieve es también la tabla policromada del Calvario de Tamarite de Litera. Se atribuye al pintor Pedro García de Benabarre, y se realizó en el siglo XV. Contiene una sencilla representación de la Crucifixión con Jerusalén como telón de fondo.