En Santa Isabel dicen que los 14.000 vecinos empadronados no deben importar mucho en las urnas porque históricamente es una zona abandonada. Cuando se pregunta a los vecinos por alguna inversión de calado, de esas que dejan huella, tienen que hacer memoria y aún así no recuerdan ninguna reciente. Santa Isabel es un barrio de Zaragoza que vive a espaldas de la ciudad, ajenos al trajín de la urbe en inmersos en una vida más parecida «a la de pueblo» que a la de la capital de provincia.

«No es que seamos un barrio de segunda, es que no debemos importar mucho. No necesitamos grandes cosas, pero el ayuntamiento tampoco se acuerda de nosotros», comenta Luis Huerta, de la Asociación de Vecinos Santa Isabel Tuya.

Entre las principales reivindicaciones de este distrito destaca la creación de un centro cívico que incluya una sala multiusos. Aseguran que el que tienen, que se inauguró en el 2007, «se ha quedado pequeño» fruto del crecimiento que ha experimentado Santa Isabel, prueba de ello son las hileras de unifamiliares que se han ido construyendo en la última década.

«Aquí hay más de 3.000 chavales que no tienen alternativas. El ayuntamiento tiene tres o cuatro solares abandonados en los que podría crear zonas de ocio biosaludable, como parques infantiles pero para adultos, y así los jóvenes tendrían un lugar al que acudir y al aire libre», explica Huerta, que ha contado hasta 14 parcelas sin uso que podrían tener una mejor vida, o convertirse en pequeños espacios verdes.

Los vecinos de Santa Isabel tienen hectáreas de campos a su alrededor, pero lo que piden son zonas verdes en condiciones que completen las opciones del parque de los Paseantes. «Carecemos de un gran pulmón verde y ahora, con la pandemia, se necesita», explica.

Accesibilidad

Desde la Asociación Gaspar Torrente, José Carlos Faro recuerda que siguen esperando que se construya una rampa en la pasarela que cruza la Z-40. Tiene un desnivel de cinco metros y solo hay escalares para acceder, por lo que no es accesible para muchas personas. «Desde que se inauguró hemos reclamado que se cree una rampa, no es tan complicado», insiste Faro.

En los alrededores de este falso túnel la maleza crece con total libertad. Hasta hace no mucho el Ministerio de Fomento era el titular de esta carretera nacional, la avenida Cataluña, que ha pasado a ser propiedad municipal, explica Faro. Y desde entonces las labores de limpieza se han descuidado.

«Cierto es que ahora está todo verde y muy bonito, pero llegará el calor y eso se convertirá en un secarral, por eso pedimos que las brigadas municipales lo limpien de forma periódica», añade. Otra posibilidad, dice Faro, es que se realice una pequeña actuación y se cubra de cemento o con gravilla, de manera que podría ser utilizado por los vecinos. Desde la Asociación La Tuya recuerdan que se proyectó un gran parque en los alrededores de este falso túnel que ni está ni se le espera ya que los presupuestos del consistorio no incluyen partidas para el distrito.

La movilidad ha sido una de las principales batallas de los vecinos del barrio, que han conseguido grandes hitos.

Cuando el consistorio decidió eliminar la línea 45 salieron en bloque para protestar y denunciar la desigualdad de trato y la necesidad de tener una conexión directa con el centro de la capital. Directa y rápida. A base de protestas y reuniones consiguieron que se pusiera en marcha la línea 60, que tiene su última parada en la avenida Pirineos, antes de llegar al puente de Santiago. En su momento se conformaron, pero a día de hoy reivindican que se mejore su recorrido y se alargue unos metros, hasta la Chimenea, donde hay una parada del tranvía que les serviría de conexión al centro.

En Santa Isabel no quieren ni oír hablar de peatonalizaciones. No las necesitan, dicen. Lo que sí reclaman son actuaciones en sus calles y, sobre todo, que el barrio sea independiente del polígono Malpica en la operación asfalto. «Dicen que incluyen calles del barrio, pero cuentan las del polígono y eso no puede ser», critica Huerta.

Entre sus principales reivindicaciones, y que además presentaron como alegación al presupuesto de este año, se encuentran las obras de la calle Oeste. Los vecinos explican que llevan dos décadas esperando que se abra este vial, que tenga entrada y salida. Se llegó a aprobar un proyecto en el ayuntamiento pero el consistorio debía expropiar algún terreno para acometer los trabajos, algo que nunca sucedió. «Nunca se ha hecho y ya es un asunto de justicia después de tantos años», apunta Faro.

También reclaman que se mejore el asfalto de calles como la avenida principal que lleva el nombre del barrio, Santa Elodia, Ramón Figueras o Andrés Benito, que tienen el mismo problema que la calle Oeste, es decir, que no tienen salida.

Otro problema difícil de salvar y al que se enfrentan los vecinos el la conexión en bici con el resto de barrios de la ciudad. El puente de entrada, por sus características, no permite la construcción de una red ciclable, así que nunca lograrán conectarlo al de la avenida Cataluña. La única alternativa que queda es poner un carril pacificado, a 30 kilómetros hora, como se ha hecho en el resto de la ciudad. Sin embargo, esta opción no acaba de convencer entre los vecinos.