Arduo es el camino e incierto es el futuro de los españoles que se quieren dedicar a la investigación. PIF Unizar representa a los que se encuentran en la primera etapa del maratón, los que están haciendo el doctorado. Estas personas pueden optar a contratos de la DGA o del ministerio, que tienen remuneraciones diferentes. Los que paga la autonomía están mejor retribuidos pero, sin embargo, los que paga el Estado «tienen más prestigio» porque requieren de más méritos.

Darío Badules tiene uno de estos últimos y cuenta que, durante los dos primeros años, el sueldo apenas alcanza los 1.000 euros al mes. A pesar de ello, son los privilegiados «porque hay gente que ni siquiera tiene financiación».

Lorena Villalba cobra algo más, unos 1.200 euros. Pero no es de Zaragoza, por lo que el alquiler se lleva parte de sus ganancias mensuales. «A ver, no puedes darte muchos caprichos, pero en este mundo si consigues un contrato lo agradeces. Lo peor no es eso, es la incertidumbre de si conseguirás quedarte cuando acabes el contrato, que son cuatro años. Nuestro futuro está en el aire», explica la joven, que investiga sobre la obesidad infantil y la repercusión de los videojuegos que requieren actividad física.

La mayoría de los que deciden dedicarse a la investigación lo hacen por «vocación», opina, «puesto que si miraras el sueldo escogerías otro trabajo». «No está valorado ni socialmente ni por el Estado», lamenta Villalba, a la que le gustaría continuar con su carrera académica.

Cuando acabe su doctorado tendrá que acreditarse como doctora a través de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) y entonces dependerá de si salen plazas en la universidad para poder seguir trabajando. «Nunca sabes si van a salir plazas, no depende de tu esfuerzo. Y si te contratan puede ser para un año, para cinco, puede ser en otro lugar o puede que la plaza nunca salga», explica.

Sara Castel Feced es otra joven investigadora en la comunidad. En su caso se considera muy afortunada, puesto que tiene un contrato predoctoral de la DGA y se siente muy apoyada por su grupo de investigación. «Creo que estoy en muy buenas condiciones pero puede que mi experiencia no sea la común», porque hay gente que hace su tesis sin cobrar.

«Desde el primer día me dieron ordenador y un sitio donde trabajar, que eso no lo tiene todo el mundo en la universidad. He tenido suerte en ese sentido, pero en comparación con otros puestos en la empresa privada lo que tengo yo sería lo normal», dice Castel.

A pesar de todo, Darío Badules reconoce que el panorama de los doctorandos ha mejorado en los últimos años aunque el futuro de todos ellos sigue siendo incierto. «Puedes ser el mejor en lo tuyo, pero si no sacan plaza te quedas en la calle. Y no tenemos indemnización por fin de contrato. En la empresa privada, depende del campo en el que trabajes, estaríamos cobrando muchísimo más, claro. Pero esto es vocacional. Queremos investigar», pide este joven.

El problema de las plazas como profesor se da en la universidad, donde el sueldo, una vez terminada la tesis, depende de la institución. Pero las personas que quieren continuar su carrera en organismos públicos de investigación necesitan de otra serie de contratos estatales postdoctorales (los Juan de la Cierva Y los Ramón y Cajal son los más comunes) a los que tampoco es sencillo acceder.

«Ocurre también que se dan muchos más contratos predoctorales que postdoctorales, por lo que hay mucha gente que comienza la carrera que no la puede terminar», apunta el científico aragonés Alberto Jiménez Schuhmacher.

La DGA sube los sueldos a sus contratados doctorandos

Los sueldos no son el único problema, pues está también el de la continuidad y la estabilidad, pero desde el Gobierno de Aragón aseguran que van a hacer todo lo que esté en su mano para dignificar la carrera de los investigadores. Es por ello que la Consejería de Ciencia y Universidad, en manos de Maru Díaz (Podemos) prepara ya una subida salarial al personal investigador predoctoral en formación.

«Apoyar al colectivo predoctoral es apostar por la retención de talento en nuestra tierra», defiende la consejera. Y según ha podido conocer este periódico ese apoyo se va a materializar en un incremento del salario para la próxima convocatoria de estos contratos.

Así, durante los dos primeros años, los investigadores con estos contratos pasarán a cobrar 25.920 euros de los 20.736 actuales. El tercer año cobrarán eso mismo, y ya el cuarto y último la retribución subirá hasta los 27.771 euros. La mejora supone un 15% más de salario en el periodo total del contrato.

La partida que cubre este tipo de contratos ya creció en un 9% el año pasado y superó los 5,4 millones de euros. Ahora va a volver a incrementarse. También se están poniendo en marcha mecanismos que buscan equiparar salarialmente al personal investigador que trabaja en la Universidad de Zaragoza con el que lo hace en organismos públicos como el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) o el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, de quienes dependen los complementos que cobran sus empleados.

Por otra parte, desde la consejería se están negociando mejoras en el salario de los profesores ayudantes doctores, con el objetivo de equiparar también su sueldo base al del profesorado de educación secundaria.

Desde la DGA defienden su gestión también insistiendo en que la apuesta por la ciencia sigue incrementándose año tras año. «Estamos trabajando para desarrollar figuras laborales propias para la universidad, al igual que han hecho en Cataluña o País Vasco, puesto que es una competencia autonómica», añaden fuentes de la consejería. Esto permitirá crear una figura «que sustituya a los falsos autónomos que trabajan como asociados en la universidad», un tipo de contrato del que se abusa y que no se utiliza tal y como se planeó, según critican el personal investigador en formación.