Un día «histórico». Los alcaldes del tramo de la A-68 inaugurado ayer por el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, no tenían otra palabra para definir la jornada después de décadas reivindicando el desdoblamiento de la N-232 para acabar con la elevada siniestralidad de la vía, uno de los principales puntos negros del país, y mejorar en seguridad. Sobre las 5 de la tarde quedaba inaugurado el tramo de 14 kilómetros de la A-68 que une, por fin, Figueruelas con Gallur; el ansiado desdoblamiento de la N-232 con el que se espera poner fin, o al menos mitigar, el número de accidentes de tráfico que ha castigado año tras año a los vecinos de la carretera de Logroño.

Para el ministro, que no admitió preguntas de los periodistas tras su intervención, este hito supone «un paso más en la apuesta firme por el Corredor Cantábrico-Mediterráneo», que demuestra su compromiso no solo con Aragón, sino con un eje «estratégico» tanto a nivel ferroviario como carretero. Una conexión en forma de autovía que conecta, recordó el ministro, «a 10 millones de habitantes, a zonas que representan el 21% del producto interior bruto (PIB) nacional y que supone avanzar en mejorar las conexiones de Aragón con el Mediterráneo y el Cantábrico». Un nuevo itinerario «con mayores prestaciones, mejores condiciones y, sobre todo, más seguro», señaló Ábalos.

El presidente aragonés, Javier Lambán, que acompañó al ministro en la inauguración, llegó a definir el momento como la «realización de un sueño» en el que se han puesto las ilusiones de miles de personas desde hace treinta años. «Es justo rendir tributo y admiración a los alcaldes que tomaron las riendas y pusieron en marcha un movimiento de mucho éxito y que convenció a la Administración General del Estado de la importancia del desdoblamiento», señaló. Treinta años han pasado desde el inicio de la reivindicación y 16 desde que comenzara a elaborarse el proyecto. Pero no olvidó Lambán que el trabajo no está terminado. «En el último cuatrimestre del 2022 se finalizará el tramo Gallur-Mallén, pero este adelanto nos permite ya ser optimistas», aseguró.

Sin embargo, la alegría que ayer embriagaba a quienes ven su nacional desdoblada por fin, se transformaba en preocupación entre quienes siguen a la espera de que concluyan unas obras que acumulan reiterados retrasos.

El alcalde de Mallén, Rubén Marco, que no fue invitado a la inauguración del nuevo tramo, volvió a exigir que «aceleren» las obras que conectarán Gallur con Mallén, en otro de los tramos pendientes de esta A-68, cuyo fin no se prevé hasta finales del 2022, según los plazos que maneja ahora el ministerio. «Nosotros ya damos por hecho que las obras no acabarán hasta el 2023, porque siempre se retrasan los plazos que dan y, además, ese año hay elecciones», lamentó Marco. Al pesar por tener que esperar todavía un año y medio hasta ver completado el desdoblamiento, se añade la preocupación por el fin de la liberalización y el temor a nuevos accidentes. «Lo importante para nosotros ahora es que mantengan la bonificación del peaje hasta el final de las obras, porque si no nos obligan a coger 13 kilómetros de obras, con el peligro que ello acarrea, y el riesgo de que sigan ocurriendo accidentes», lamentó.

60 millones de inversión

Los 14 kilómetros del nuevo trazado se suman a los 28 entre Zaragoza y Figueruelas y han supuesto una inversión de más de 60 millones, o lo que es lo mismo, 4,2 millones de euros por kilómetro. La nueva calzada entró en funcionamiento a final de la tarde en sentido Zaragoza, y se espera que en sentido Logroño se abra a la circulación con normalidad a lo largo de este jueves. Más de 13.000 vehículos recorren cada día este trayecto, de los que más de la mitad son vehículos pesados. Una condición que ha hecho de la vía una de las más trágicas de Aragón y de España con 25 muertes solo desde el 2015, en una veintena de accidentes de tráfico.

La nueva infraestructura está formada por dos calzadas con dos carriles de 3,5 metros cada uno, arcenes exteriores de 2,5 metros y arcén interior de 1,5 metros. Se han construido cuatro enlaces; dos en Pedrola (este y oeste), uno en Luceni (que enlaza con la C-615 que da acceso posteriormente a Boquiñeni) y otro en Gallur este. Los dos enlaces previstos en Gallur oeste están pendientes de la ejecución del resto de las obras.

Asimismo, se han construido once infraestructuras, con seis pasos superiores (y otro rehabilitado), tres viaductos y dos estructuras para la protección del agua. En las obras se han visto afectados 87 servicios, desde líneas eléctricas hasta acequias o redes de abastecimiento y saneamiento. Este proyecto millonario ha sufrido un modificado de 4,5 millones y en él se han destinado 1,5 millones para minimizar su impacto medioambiental.

La conquista de la seguridad

Pero más allá de las cifras y las condiciones técnicas del proyecto, los alcaldes y los vecinos de Luceni, Figueruelas y Gallur, solo pueden pensar en que se ha logrado un paso de gigante en sus reivindicaciones. Y un paso adelante en un intangible, como es la seguridad, que supone un «avance vital» para quienes tienen que tomar esta carretera día tras día. «Es una carretera que lleva mucho tráfico pesado y los vecinos de la zona le habíamos cogido miedo, entonces prácticamente no la pisábamos. Ahora, esto es una maravilla», aseguró Ana María Arellano, alcaldesa de Luceni. «La mayoría de los vecinos de la localidad trabajan hacia el polígono de Pedrola, hacia Figueruelas, y la carretera para ellos es vital, así que la verdad es que estamos muy contentos», celebró.