Italia buscaba a Norbert Feher, conocido como Igor el Ruso, tras la comisión de dos asesinatos en el país transalpino. No se sabía su paradero, aunque las autoridades italianas sospechaban que podía estar en España y que aquí alguien le podía estar dando cobertura, llegando incluso a desplegar la operación Pelicoroso (peligroso en italiano) en Málaga y Cádiz, de la mano de la Policía Nacional. No dieron con él, peso sí estaba en territorio español y más concretamente en el Bajo Aragón donde se ocultaba y vivía de robos en masicos. La obtención de su ADN podría haberlo identificado y localizado antes de cometer el triple crimen de Andorra en diciembre del 2017. Italia tenía registradas no solo sus huellas, sino también su perfil genético. Así quedó patente ayer en la declaración de los especialistas en Biología de la Guardia Civil durante la quinta sesión del juicio que se celebra contra el paramilitar serbio en la Audiencia de Teruel.

Estos recalcaron que se halló su ADN en todas y cada una de las latas de cerveza que tenía escondidas en el corral del Mas de Zumino, lugar en el que fueron abatidos los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero tras el asesinato del ganadero José Luis Iranzo. Afirmaron que la Policía del Estado tenía fichado el ADN y que en cuanto se cotejaron las muestras se confirmó que detrás del Igor el Ruso, forma en la que se identificó el propio sospechoso tras su arresto, se encontraba Norbert Feher.

Un consumo de alcohol que era habitual en él, tal y como se demuestra por ejemplo, en las fotos que se hacía con una GoPro y que fueron importantes para la investigación para determinar que iba solo, a bordo de una bici, que vestía de camuflaje y que bajó de Fraga a Andorra. Estas las iba abandonando en su recorrido, junto a otras latas, también de comida, que robaba en los masicos. Sin embargo, durante el juicio se evidenció que hasta el triple crimen no se habían tomado muestras genéticas en los masicos donde había estado robando Igor el Ruso. Tampoco huellas dactilares. De ahí que no saltara ninguna alarma.

También aparecieron restos de ADN del acusado en la hoja derecha de la ventana del masico del Saso, propiedad de la familia Iranzo y que fue denunciado el robo en el mismo horas antes de que el propio José Luis Iranzo fuera asesinado en el mismo lugar cuando acudió tras ayudar a la Guardia Civil a buscar a quien acabó siendo su verdugo.

A quemarropa

Los especialistas de Balística del instituto armado aseveraron que el único de los tres fallecidos que recibió un disparo a quemarropa fue el agente Víctor Romero, de 30 años. Llegaron a esta conclusión tras analizar su ropa en la que se observaron las manchas que generan los gases de un arma de fuego. Recibió cuatro tiros, uno de ellos a menos de 35 centímetros. «El disparo se produjo a muy corta distancia, a quemarropa y por detrás», explicaron a los miembros del jurado.

El segundo agente, Víctor Jesús Caballero, de 38 años, recibió siete disparos, pero todos ellos a más de 35 centímetros. En el caso de Iranzo los expertos creen que el acusado estaba a una distancia superior a los 35 centímetros pero inferior al metro y medio. También remarcaron los peritos que el andorrano no tenía restos de plomo, antimonio y bario en las manos. Es decir, iba desarmado, pese a que Igor el Ruso señaló en el primer día del juicio que oyó un cargador de pistola y que por eso usó su arma.

Asimismo, señalaron que las pistolas de los agentes Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero recibieron impactos de bala de su atacante mientras aún permanecían en sus fundas. A instancias de la representante fiscal, que incidió en que el ataque hecho por el acusado fue por sorpresa y por la espalda, estos expertos dijeron que la ausencia de heridas en las manos de los guardias revela que no las estaban empuñando en esos momentos sus armas, ambas sustraídas por Feher tras los crímenes.

Proyectaron una reconstrucción en 3D de los dos escenarios de los crímenes a partir de la ubicación donde fueron localizados los casquillos de las balas disparadas por Igor el Ruso. Hecho que provocó gran interés en el acusado que llegó a moverse dentro de la jaula blindada para ver el vídeo. A partir de los indicios obtenidos argumentaron que Iranzo recibió un impacto en el corazón a menos de tres metros de distancia cuando trataba de entrar en la caseta de su propiedad a la que había accedido previamente el procesado, y otro en el brazo cuando trataba de huir.

En la exposición de la reconstrucción virtual de los asesinatos de los dos agentes, los especialistas explicaron que el procesado disparó en primer lugar desde la parte trasera de la furgoneta del ganadero y momentos después desde detrás del coche oficial de los guardias, cuyos cuerpos quedaron a uno y otro lado del vehículo. Concluyeron que Feher hizo todos sus ataques de forma sorpresiva y que en el caso de los dos agentes, los primeros disparos los hizo por la espalda y a las caderas, donde tenían sus armas reglamentarias, y posteriormente los remató en el suelo. «No disparó más porque no tenía más armas, ya que descargó todo lo que tenía», ha subrayado uno de los especialistas, que han incidido en el «uso desmedido» que hizo el procesado de sus pistolas.

A esto se añade que otros agentes de la Guardia Civil habían apuntado que apareció sobre la ropa de uno de los agentes abatidos una pisada que coincide con la de Feher y que le pisó para dispararle o a posteriori. Ambos agentes llevaban un chaleco homologado, aunque uno de ellos de dos tallas menos. El juicio continuará el lunes.