Hay muchos libros y estudios sobre liberalismo (gobierno reducido, libertades de mercado, control gubernamental, bajos impuestos...), pero no los hay sobre el enfoque social del liberalismo. Este martes ha presentado un ensayo de filosofía política, 'Jaque mate liberal' el diputado de Ciudadanos en las Cortes de Aragón José Luis Saz. “El título es para desafiar la idea de que el liberalismo no tiene sensibilidad social y demostrar que los padres liberales sí la tenían”, esgrime el político.

El ensayo responde a dos preguntas: ¿Están los padres liberales a favor de una ayuda institucional hacia los desfavorecidos?, que se contesta analizando la obra de autores claves del liberalismo clásico como Locke, Montesquieu, Voltaire o Kant y el independentismo americano, con especial referencia a Thomas Jefferson y Thomas Paine; y ¿cuál es el fundamento de su opinión?

"Lo relevante de la investigación es que se establece una triple clasificación según la contestación a las preguntas planteadas". Esta inédita clasificación es, a su vez, una clave para la interpretación del desarrollo del liberalismo del siglo XX. Los tres grupos serían: "los que creen que hay que prestar ayuda a los necesitados por un fundamento en el derecho natural o en cuestiones morales; quienes creen que hay que prestar ayuda a los necesitados por un fundamento de mera utilidad social; los que niegan cualquier obligación del Estado hacia los necesitados, que lo consideran una cuestión meramente privada y que sería el grupo que formaría el ancestro del que constituye el liberalismo más laureado del siglo XX (varios premios nobel).

"Hasta el punto de que estos herederos intelectuales en el siglo pasado usurpan la titularidad del liberalismo acusando de no liberales a otros liberales (los otros dos grupos y sus respectivos herederos intelectuales)", explica Saz, que plantea en su obra la polémica intelectual sobre esa usurpación liberal del siglo XX, que denomina “la dislocación liberal”.

En el liberalismo se puede comprobar cómo, especialmente en el siglo XX, quienes han tenido especial protagonismo en la defensa de este sistema de pensamiento han negado a muchos otros “presuntos” compañeros de ideas la “pureza de sangre” merecedora de su consideración como genuinos liberales, con la subsiguiente pretensión de expulsión de la escuela liberal. "Algo que con frecuencia se acompaña de la secuela de una cierta infamia como castigo por su vana aspiración por creerse liberales".

Esa redefinición de la nómina de liberales, dice el diputado, también afecta retroactivamente a los padres liberales, a muchos de los que se excluye sin rubor, pues se aspira por el liberalismo del siglo XX –esos herederos del tercer grupo– a una recreación de los antecedentes que resulte reconfortante y coincidente con esa idea reconstruida del “verdadero liberalismo”. No deja de intuirse un cierto dogmatismo subyacente a esa suerte de cruzada liberal. Se relatan las posiciones de algunos famosos liberales del siglo XX, como Mises, Hayek, Friedman, Nozick, Rothbard o Jasay sobre su concepción de lo que debe ser el liberalismo, que excluiría generalmente la intervención social.

En realidad, esa intención de reconfigurar el paradigma liberal no es sino una dislocación de la idea liberal. “En el capítulo 5 soy muy duro. Les recuerdo que incluso nos acusan de socialistas solo porque creemos que hay que utilizar ayudas sociales. La realidad es que este neoliberalismo ha distorsionado el verdadero liberalismo”, concluye Saz.