¿Qué relación mantiene la Cámara de Cuentas con las instituciones aragonesas?

Todas los informes que realizamos se envían a las Cortes, de la que dependemos orgánicamente y con la que tenemos una relación estrechísima. La relación de un órgano de control económico-financiero como es la Cámara de Cuentas con las entidades que audita nunca es sencilla, porque a nadie nos gusta que nos controlen. Pero las instituciones aragonesas son maduras y siempre han demostrado una gran sensibilidad para integrar en sus procesos el trabajo que realiza la Cámara de Cuentas. Siempre hemos estado muy agradecidos, porque si la relación fuera conflictiva la tarea del organismo de control sería más difícil.

¿Atienden con normalidad sus requerimientos?

Cuando nació la Cámara de Cuentas en el 2010 había unos antecedentes que hay que tener en cuenta. En el ámbito autonómico había una tradición de control que hacía el Tribunal de Cuentas, por lo que los responsables de la gestión a nivel político y administrativo estaban acostumbrados. En el caso de las entidades locales la experiencia era mucho más escasa. Hubo que hacer más trabajo pedagógico para que supieran en qué consistía nuestra labor de fiscalización. Hoy ya tenemos un recorrido largo al haber auditado instituciones locales muy importantes de forma habitual y el tratamiento es de total normalidad.

¿Cómo están en líneas generales las cuentas públicas de las instituciones de la comunidad?

Ahora estamos una situación más saneada en las cuentas de las instituciones locales y de la Universidad de Zaragoza que en las de la comunidad autónoma, que presenta unos indicadores que hay que analizar con algo de preocupación. En los últimos años presenta un nivel alto de endeudamiento, cierra sus cuentas con remanentes de tesorería negativos y como consecuencia de la crisis económica derivada del covid estas cuentas van a seguir estando tensionadas y hay que gestionarlas con bastante prudencia.

¿La Cámara podrá controlar la gestión de los fondos externos que recibirá la comunidad como consecuencia de la pandemia?

Se ha decidido que el control directo lo haga la Intervención General del Estado, pero como esos fondos van a influir decisivamente en la gestión directa de las cuentas autonómicas, la Cámara estará muy atenta a cómo se gestionen. De hecho, ya estamos analizado la incidencia presupuestaria de los primeros meses del covid.

¿Reciben muchas presiones de las entidades que auditan?

Quiero reconocer a las Cortes de Aragón y a las entidades fiscalizadas que nunca hemos sentido presión. Es de agradecer porque es muy importante preservar la independencia de los organismos de fiscalización, que son un pilar básico para garantizar el mejor funcionamiento del sistema público.

¿Cómo establecen sus programas anuales de fiscalización?

Con los recursos disponibles no tenemos mucho margen para la planificación. Todos los años tenemos que fiscalizar la gestión de la administración autonómica y sus 65 entidades dependientes que en conjunto manejan un presupuesto consolidado de unos 6.500 millones de euros y eso nos consume muchos recursos. Otra entidad muy importante es la Universidad de Zaragoza que también gestiona un presupuesto anual de 300 millones y requiere la atención de la Cámara de Cuentas. Además, la planta de las entidades locales está formada por mil entidades dispersas en un territorio extenso. Ahí tenemos más dificultades para llegar con acierto a una fiscalización razonable. Procuramos incluir siempre el Ayuntamiento de Zaragoza por su dimensión y a partir de ahí seleccionamos otras.

¿Sigue pensando, como ha dicho muchas veces, que la Cámara necesita más presupuesto? Apenas tiene un presupuesto de 2,9 millones y no llega a 30 empleados...

No me importa reiterarlo. Somos la cámara de menor tamaño de todas las instituciones de control financiero de España. Tenemos el mismo presupuesto que la Cámara de Navarra, que no tiene el mismo número de entidades locales que nosotros ni la administración foral gestiona un presupuesto tan grande como el de Aragón. La Cámara de Cuentas debe aspirar a aumentar su plantilla para adecuarla a la realidad institucional de la comunidad. Somos conscientes de que los momentos son de extrema dificultad y plantear aumentos presupuestarios ahora no es lo más oportuno, pero cuando volvamos a la normalidad deberíamos aumentar nuestro tamaño para adecuarlo a las necesidades.

¿La Cámara de Cuentas ha contribuido a mejorar la transparencia de las instituciones?

Sin duda. Somos una pieza fundamental para favorecer la integridad y la transparencia de las instituciones públicas aragonesas. Todos nuestros informes analizan una cantidad ingente de información económico-financiera y la transformamos de forma asequible para la opinión pública. Eso da mucho valor, porque la sociedad necesita un operador que analice esa información técnicamente compleja. Modestamente creo que hemos aportado luz en casos que han formado parte del debate de la opinión pública aragonesa a veces sin que estuviera disponible de forma comprensible toda la información, como en Ecociudad en Zaragoza, Motorland o el plan de saneamiento y depuración.

¿Y ha podido evitar posibles conductas delictivas o corruptas?

Somos una institución persuasiva, pero todos nuestros trabajos se remiten a las entidades auditadas, las Cortes de Aragón y al Tribunal de Cuentas, y tiene una Fiscalía especial y una sección de enjuiciamiento. En todos nuestros informes se han abierto diligencias y se ha actuado, quedando luego archivados o elevados a la Fiscalía para investigar determinadas cuestiones. Es un procedimiento rutinario y se analiza todo.

¿Cree que la ciudadanía conoce bien esta institución aragonesa?

Somos muy jóvenes y tenemos que hacer un esfuerzo para que la institución se conozca más. Cierto es que nuestro trabajo es muy técnico, pero estamos comprometidos para que nuestro trabajo se conozca mejor. En estos diez años de vida hemos tenido siempre el apoyo de los medios de comunicación que han difundido nuestros informes y eso nos ha ayudado a llegar más a la ciudadanía. Es muy importante que la sociedad sepa para qué sirve la cámara y en qué consiste nuestro trabajo. Somos un organismo de fiscalización, pero no somos una oficina de corrupción o una policía. Es bueno que los ciudadanos sepan esto, nuestras competencias y también nuestras limitaciones.

¿Cumplen las entidades con las recomendaciones que les hacen?

Sí se cumplen. Tenemos una pequeña queja sobre el cómo, porque creemos que algunas recomendaciones son sencillas de implantar, no requieren esfuerzos económicos y se cumplen tarde. También reconozco que algunas entidades lo tienen más fácil que otras por la maquinaria de su administración. Pero siempre pedimos que intenten incorporar rápido las recomendaciones. Vamos a hacer un informe específico sobre el nivel de implantación de las recomendaciones en las administraciones. Cuando tengamos ese documento lo haremos público y tendremos una referencia objetiva y documentada sobre el nivel de implantación de las recomendaciones. Servirá para conocer la eficacia y también para saber nosotros qué recomendaciones podemos hacer de forma mejor y más eficiente.

¿Es perjudicial que a veces demore en exceso la presentación de los informes para someterlos al debate político o da igual?

No da igual. Los informes tienen que ser lo más cercano a los hechos fiscalizados y tenemos que hacer un esfuerzo para que los debates en las Cortes también se hagan próximos a los hechos. Si no los informes pierden eficacia. Tenemos que ser capaces de hacer los informes con más cercanía en el tiempo y los debates deben hacerse con más inmediatez.

¿Qué opinión le merecen los portales de transparencia y datos abiertos que están implantando las instituciones?

Es un avance importantísimo, pero manejar esos datos requiere ciertas capacidades. Podemos acceder todos, pero no todos somos capaces de procesar si no tenemos ciertas herramientas para convertir esos datos en conocimiento. No es una tarea al alcance de cualquiera en ciertos casos complejos como la contratación pública. Pero es un gran avance porque están a disposición de cualquiera y hay ciudadanos que hacen interpretación de datos disponibles en los portales públicos y los convierten en datos útiles para el resto de ciudadanos. Hay ejemplos muy claros en las redes sociales que a mí me sorprenden por la capacidad de algunas personas para procesar esa información y difundirla. Los datos abiertos van a cambiar la forma de relacionarnos con el sector público y va a aumentar la transparencia, aunque hay que ser consciente de que todos no vamos a ser capaces de sacar toda la información valiosa simplemente por tener los datos disponibles.