Aragón es una comunidad autónoma con un amplio autogobierno, recogido en su Estatuto de Autonomía aprobado en el 2007 tras una larga reforma con debates apasionados. En esta ley orgánica se compilan los derechos y deberes de los aragoneses y las competencias y los símbolos de la comunidad.

El recientemente desaparecido Juan Antonio Bolea Foradada decretó en 1978 que el patrón de la comunidad autónoma que empezaba a dar sus primeros pasos como sociedad democrática fuera el 23 de abril, día de San Jorge. A partir de esa fecha se iniciaba el largo camino por el autogobierno y la autonomía plena, reclamado con fuerza por decenas de miles de aragoneses en una histórica manifestación autonomista celebrada hoy hace 43 años. La manifestación culminó con la cuatribarrada izada en la plaza de Aragón de Zaragoza, donde se erige el solemne monumento del Justicia.

El arraigo de las instituciones

Ese día fue el inicio del Aragón moderno y democrático, en el que los ciudanos se convertían en sujetos políticos de pleno derecho y en el que la autonomía echaba a andar hasta convertirse en lo que es hoy en día Aragón: un complejo entramado institucional que permite garantizar y consolidar derechos. El Aragón del siglo XXI ha llegado a la cabeza del pelotón al mismo nivel que las comunidades más avanzadas, después de años de reivindicaciones, decepciones, objetivos cumplidos y también algunos que nunca llegan. Pero es una comunidad pujante en algunos ámbitos fundamentales de cualquier sociedad desarrollada: la economía, la investigación, el deporte, la cultura o los avances sociales. Todo ello se debe, sin duda, al autogobierno adquirido durante esta etapa democrática.

Los aragoneses participan de esos avances con su esfuerzo y su trabajo y la comunidad autónoma está consolidada en su autogobierno y en las relaciones con otras administraciones, desde las que son igual a ella, las comunidades autónomas, a otras de rango superior, como la estatal o la europea.

Pero antes de llegar a este punto hubo un origen, que nace en recónditos valles pirenaicos y que se fue afianzando durante la Reconquista cristiana en forma de pequeños reinos. Poco a poco, se fue configurando una unidad que acabó conformando la Corona de Aragón, una de las entidades políticas más importantes de la Edad Media. Se configuró un Derecho y unos fueros en los que los ciudadanos de entonces (que por desgracia solo llegaba a un minoritario y privilegiado segmento de la población) tenían unos derechos que los igualaban a sus propios reyes. Hubo uno de los primeros sistemas parlamentarios, muy alejados a los actuales, pero en los que la palabra, el debate y la búsqueda de acuerdos intentaban primar frente a las habituales guerras de la época. El esfuerzo por la búsqueda de consensos ha tenido continuidad y sigue siendo una de las características principales del parlamentarismo aragonés democrático.

Durante siglos se fueron creando símbolos sobre los que se ha forjado el Aragón actual. Las instituciones democráticas actuales emanan de ella, al igual que la bandera o el escudo que recoge el Estatuto y que bebe de los siglos en los que Aragón gozó de una independencia política absoluta y era una potencia política en Europa.

Las sociedades modernas no pueden vivir de su pasado, ni la Historia convierte a un pueblo en mejor que otro, pero es imprescindible que los aragoneses conozcan sus símbolos y su Historia para avanzar hacia el futuro.

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