Hay que remontarse al siglo XIV para distinguir con cierta nitidez un cuerpo administrativo puramente aragonés, independiente y con recursos económicos propios. Estamos hablando de la Diputación del General del Reino de Aragón, un primer embrión de lo que hoy sería la administración autonómica, cuyo símbolo se alza en el paseo María Agustín de Zaragoza, en el edificio Pignatelli.

El embrión de la actual administración

La aparición de este primer aparato administrativo está directamente vinculado con el nacimiento del impuesto de las Generalidades de 1364, puesto que la diputación se convirtió en el órgano gestor del tributo. En paralelo, en el resto de territorios de la Corona de Aragón fueron surgiendo instituciones similares como Valencia y Cataluña. Antes de este momento resulta muy difícil distinguir a los funcionarios o trabajadores específicos. Ni siquiera las Cortes (representantes del reino) contaban con personas con cargo propio que actuaran a nivel general, sino que los acuerdos adoptados eran ejecutados por los oficiales reales o por personas a las que puntualmente se encomendaba la misión. En algunos casos, por ejemplo, cuando había que realizar la distribución y recogida de las cantidades concedidas al monarca, cada uno de los brazos se organizaba independientemente del resto para realizar estas tareas.

Primeros funcionarios

Como primeras figuras dependientes del reino, los historiadores apuntan al Justicia de Aragón y los sobrejunteros (personas encargadas de ejecutar las sentencias de los jueces y los mandatos del rey desde el siglo XIII). Eran estos los únicos cargos que antes de mitad del siglo XIV pueden considerarse parte de la administración del reino, pero conforme se avanza en el tiempo, la Diputación del General del Reino de Aragón va a ir centralizando todos los aspectos de la administración del reino de Aragón. Los diputados adquieren poder de decisión y de ellos acabarán dependiendo tanto los asuntos hacendísticos, como los judiciales y ejecutivos. También el político.

Los puestos de trabajo fueron aumentando en esta primera administración: notario extracto y el sustituto, notarios escribientes y de mandamiento, porteros y comisarios. Eran la burocracia de la época y también el personal ejecutivo. Después llegarían otros puestos: un administrador de la Hacienda (llamado del General) responsable de los ingresos y gastos, procuradores y abogados del reino para defenderlo en cuestiones de justicia, embajadores, comisarios nombrados con encomiendas puntuales.

Gobierno de facto

Con los años, llegó a funcionar de facto como un gobierno aragonés dentro del conjunto de instituciones de la Corona de Aragón hasta su disolución. Ante ella juraban fidelidad a los fueros del reino los reyes de la Corona aragonesa y, posteriormente, de la española, hasta la llegada de la dinastía de los Borbones tras la Guerra de Sucesión Española.

Su sede era el Palacio de la Diputación del Reino, o las conocidas como Casas del Reino, un edificio gótico situado en la embocadura del Puente de Piedra, entre la Seo y la Lonja de Mercaderes, junto a la conocida como Puerta del Ángel. Y fue en la época el foco político, económico, judicial y religioso de la ciudad y el reino. Albergaba el Archivo del Reino.

Procesos paralelos

Paralelamente, se fueron desarrollando instituciones similares en Valencia y Cataluña, que al igual que la aragonesa acabaron transformándose en una institución permanente. En el caso de la valenciana, por ejemplo, los precedentes más antiguos de la Diputación se sitúan en las Cortes de 1329, su nacimiento en las de 1362 y la consolidación de la estructura en las de 1418. Contaba entonces, según las fuentes de la época, con «seis diputados, tres clavarios, tres administradores y seis jueces contadores; a ellos se suman el asesor, el alguacil y dos escribanos».

La Diputación del General del reino de Valencia corrió la misma suerte que la catalana y la aragonesa. Desaparecieron entre 1707 y 1714, tras la guerra de sucesión española, cuando el rey Felipe V, abolió todas las instituciones y leyes distintas a las castellanas. Aunque el germen quedó y 300 años después estos organismos tienen entidad propia.