El presidente de las Cortes de Aragón, el socialista Javier Sada (Zaragoza, 1956) modera el parlamento aragonés más plural de la historia, con ocho fuerzas parlamentarias, y en la primera legislatura con un Gobierno cuatripartito. En el segundo año de su presidencia, la pandemia de coronavirus obligó a cambiar todas las dinámicas parlamentarias de las Cortes de Aragón, llevó a acelerar la digitalización y a fomentar las sesiones telemáticas durante los meses de confinamiento. La presencialidad se ha recuperado en parte, pero la presidencia afronta el reto de diseñar la vuelta a la normalidad, no solo en el Parlamento, también en uno de los monumentos más visitados de Aragón, el Palacio de la Aljafería, que acoge al Parlamento y debe recuperar el esplendor turístico que le llevó en el 2019 a recibir 300.000 visitantes.

Las Cortes de Aragón son el órgano de soberanía de la ciudadanía aragonesa. ¿Qué previsiones hay, tras un año de pandemia, de abrir sus puertas y lograr más participación de la ciudadanía?

Hemos sido uno de los parlamentos que más ha mantenido la actividad. Solo se perdió un pleno, que se recuperó posteriormente. Las Cortes no estaban preparadas para un cambio digital y una forma de hacer diferente para la pandemia, pero tanto los grupos parlamentarios como los funcionarios, en diez días habían podido introducir cambios que nos permitieron tener reuniones online, plenos semipresenciales, con cambio en el reglamento… Se ha mantenido una actividad normal, y se sumó que el Gobierno decidió de acuerdo con los grupos parlamentarios que la información que daban los consejeros a los diputados se daba en las Cortes.

¿Y la participación ciudadana?

En los plenos es más difícil porque se hacen con mucha menos presencia, pero el cauce de comunicación, a través de la comisión de Comparecencias Ciudadanas, se mantuvo. Online hasta hace poco tiempo, y ahora ya, manteniendo todas las medidas, pero también presencial. Esto supone un antes y un después para la digitalización de las Cortes y de facilitar, mucho más a través de la página web y de cambios que se están introduciendo, la participación de los ciudadanos a través de esas herramientas. Por otra parte, no es algo que hubiéramos tenido que descubrir por la pandemia, se tenía que haber hecho antes. Para participar hay que utilizar el mismo lenguaje que los ciudadanos; y los ciudadanos hoy en día usan mucho las redes. Estamos en un cambio profundísimo por la digitalización en las Cortes.

¿Cómo son las relaciones entre los grupos parlamentarios en esta legislatura?

Yo diría que igual que en todas, que es complicado porque hay muchos grupos, ocho en estos momentos. La realidad es que en estas Cortes, a pesar de que cada vez había más grupos, siempre se ha sido capaz de hablar, dialogar y llegar a acuerdos. La legislatura pasada fue quizá un de las legislaturas en la que más leyes por amplísimos acuerdos se consiguieron. El marchamo de calidad de Aragón y de estas Cortes es el consenso, el acuerdo. Siempre ha habido un diálogo muy fluido entre todos los grupos parlamentarios, y eso, en muchas ocasiones lleva a la posibilidad de acordar. Pero eso no quiere decir que no se haga una oposición importante, un control del Gobierno, y que cada uno defienda sus posiciones con vehemencia. Históricamente, en estas Cortes hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en los temas fundamentales. Y se confirma desde luego en este año.

Es la Cámara más plural de la historia, con ocho fuerzas parlamentarias, y el primer Gobierno cuatripartito de la democracia. ¿En qué cambia esto el debate?

Pues lógicamente es nuevo. Pero la ventaja en Aragón es que no es la primera vez que hay un Gobierno de coalición, como sí pasa en el Gobierno de España. El tema de que haya dos sensibilidades diferentes en el Gobierno con espacios diferentes pero también con la posibilidad de llegar a acuerdos ha llevado a que aquí ya había experiencia. Es verdad que un cuatripartito, y además transversal, con grupos de izquierda y grupos de centro o centro derecha, no ha sido inconveniente para que cada uno defienda sus posiciones, pero sean capaces de ponerse de acuerdo. En el Parlamento, lo que facilita es la necesidad en momentos de crisis como esta, hay que superar las diferencias y ponerse de acuerdo todos. Y hay otra cuestión. En este país, por desgracia, se tiene la idea de que negociar es que el otro ceda. La negociación supone que o los dos ceden y buscan los puntos de encuentro y dejan a parte las diferencias, o si no es imposible el acuerdo. El acuerdo basado en la concesión del uno a las intenciones del otro no existe. Y es preocupante cuando se ven este tipo de posiciones en otros lugares de España o incluso en Madrid. Aquí, afortunadamente eso, hasta ahora no ha sido así y espero que siga sin serlo.

Recientemente el PP se quejó de la utilización del artículo 240, como un abuso por parte del Gobierno para intervenir