El Banco de Sangre y Tejidos de Aragón necesita más fragmentos de membrana amniótica, procedentes de la placenta de las mujeres que acaban de dar a luz, para proceder a realizar pequeños trasplantes y reconstrucciones oculares. La entidad, tal y como confirma la directora técnica, María José Martínez, ha agotado su estoc y tiene que recoger ahora más material de los hospitales.

«Normalmente recopilamos un par de ellas al año, porque se obtienen muchos tejidos. La última vez fue en el 2019 y, desde entonces, ya no habíamos necesitado más», explica Martínez. La condición para poder obtener estas placentas es que sean partos de por cesárea programada. «Eso nos evita contaminaciones y, de esa manera, también sabemos que día tenemos que ir», cuenta.

Tampoco pueden ser cesáreas con complicaciones ni proceder de madres que, en tiempos de pandemia, hayan estado contagiadas. En estos casos no hay dudas porque ahora mismo a toda mamá que va a dar a luz se le hace una PCR antes.

Los tejidos se procesan en fragmentos circulares de 4,5 centímetros de diámetro, que se congelan. Las células que crecen en estas membranas ayudan a revitalizar esos daños oculares para los que son utilizadas. «Son pequeños defectos o úlceras corneales que no curan. Este tejido actúa como un apósito, para que cicatrice», explica Martínez. Hay otras comunidades, según cuenta, que también utilizan estos fragmentos de la placenta para quemaduras.

Baja el número de intervenciones por la pandemia

En el 2019, se derivó material desde el banco aragonés para 45 intervenciones, mientras que en el 2020 bajaron a 24 debido a la pandemia. «La media suele ser de unos 40 fragmentos utilizados al año. Trabajamos con mucha previsión, por eso necesitamos tener estoc y yo cada jueves voy llamando a los hospitales, porque en el momento en que nos llaman, salimos hacía allí», resalta.

Cualquier ciudadano, mayor o pequeño, puede ser receptor de esta membrana. Tanto él como quien dona deben firmar un consentimiento. «Nos consta que las mamás no tienen problemas en esa donación. En cuanto a la persona que lo recibe, la ventaja de este tejido es que no produce ningún tipo de rechazo, salvo que el facultativo que hace la intervención no lo considere adecuada por le tipo de paciente», cuenta. El tratamiento cuenta con un proceso de trazabilidad establecido donde todo queda registrado en el sistema informático «por si hubiera algún problema», indica Martínez.

Una de las madres aragonesas que no tuvo impedimento alguno en ceder su placenta fue Pilar Sánchez, quien participó en esta acción en el 2018. «El día que ingresé me lo ofrecieron y no me lo pensé. Me pareció bien porque si podía ayudar y que sirviera para algo, genial», cuenta. Cuando pasaron unos días, desde el Banco de Sangre y Tejidos de Aragón le enviaron una carta agradeciéndole su gesto y explicándole para qué podría servir el material. «No tenía ni idea que se usaba para daños oculares», señala Sánchez, que dio a luz en el Clínico.