Irene Vallejo Moreu se hizo ayer infinita en el corazón de los aragoneses. Como el Infinito en un junco que la ha elevado a la altura de los grandes literatos del país, la filóloga y escritora aragonesa (Zaragoza, 1979) se ganó ayer un hueco perdurable entre todos los aragoneses que pudieron escuchar su discurso al recoger el Premio Aragón 2021 de manos del presidente de Aragón, Javier Lambán. Una intervención en la que hizo magia con las palabras, como acostumbra Vallejo, y que cargó de emoción el silencio, y llenó de orgullo un acto institucional a menudo marcado por la sobriedad.

La zaragozana recitó su discurso de agradecimiento tejiendo una maravillosa historia que hablaba de nuestra Historia, de los grandes talentos que la precedieron en Aragón y de cómo las Humanidades pueden abrir el camino para que otros sigan sus pasos. Goya, Buñuel, María Moliner, Félix Romeo, los hermanos Labordeta o Ramón J. Sender estuvieron ayer el Palacio de la Aljafería a través de las palabras del Premio Aragón 2021.

"Me gustaría que este premio se lea como una reivindicación de la cultura aragonesa", reclamó la escritora, que recibió el reconocimiento casi como un préstamo de la sociedad aragonesa que espera ganarse cuando pase el tiempo. "Deseo estar a la altura de este espléndido regalo y quizás merecerlo en los años venideros", aseguró, al reconocer que le encantaría encontrar en una nueva biblioteca "miles de palabras" para expresar el agradecimiento tan sentido por hacerla merecedora de este galardón.

Vallejo recordó que "vivimos en una tierra de viento, huellas, desierto y cimas. De gente que resiste, viaja, y crea". Una tierra donde el carácter se marca a golpe de "cierzo" y los "capazos" que cogemos "por puro amor a la conversación". Las palabras, definió la escritora, "son aire movido por los labios y aquí somos expertos en besar el cierzo".

Un discurso que fue poesía, y que como tal, emocionó a quienes lo escucharon. "En esta época de temibles dragones, no quiero dejar de recordar a los mayores", dijo Vallejo, en alusión a la pandemia, de la que dijo que espera que aprendamos a cuidarles "mejor". 

El presidente de las Cortes, Javier Sada, recordó con "orgullo" que El infinito en un junco germinó en ese mismo palacio, tras un encuentro literario con el escritor Rafael Argullol. Así lo reconoció la autora, que dibujó con sus palabras la Aljafería como el "palacio de nuestras convicciones democráticas".

Un discurso que fue un canto por la cultura aragonesa, por la historia de la comunidad y por el talento que esconde. "Don Quijote nos enseñó que la justicia, la verdad y la utopía hay que inventarlas primero para vivirlas después". Y con un canto por la Educación y Sanidad, Vallejo concluyó su intervención con lo más importante: dando gracias «al servicio de neonatología, que salvaron la vida de mi hijo y a las maestras del Colegio Tomás Alvira, que le acompañan en su aventura».