Hace diez años, en plena crisis financiera, el respeto a la intimidad o a la integridad moral del endeudado brillaba por su ausencia, pero las técnicas de los agentes de reclamación deudas han variado. Estas son las principales reglas fijas del cerco a una persona endeudada.

1. No antes de 60 días

Las llamadas y reclamaciones más o menos ejecutivas comienzan generalmente al tercer mes de impago. Pasado ese tiempo, la financiera, banco, emisora de tarjetas de crédito, proveedor o plataforma de reclamaciones meterá el teléfono del deudor en el primer nivel de su dialer, el software que reparte las llamadas del día.

 2. Con horario... o fuera de él

En España, un particular puede ser molestado para una llamada comercial solo entre las 9.00 horas y las 21.00 horas de la noche. Pero esta norma no vincula a las llamadas que se hacen desde fuera del país. Por eso muchos endeudados en situación de insolvencia pueden recibir varias llamadas de reclamación durante la madrugada.

3. Cambiar de número

Una oficina de reclamaciones potente utilizará un dialer capaz de cambiar de número de teléfono para evitar que el deudor, cansado, termine bloqueando las llamadas.

4. La intimidad importa, pero no se respeta

La ley protege en España contra los asaltos a la intimidad, pero hay trucos y atajos para sortear la obligación si la agencia reclamadora está fuera de España. En el marco de una «investigación comercial», puede llamar a la familia o a compañeros o jefes del moroso con la excusa de que están tratando de localizarlo «para darle un aviso de interés». Así, tácitamente difunden en su entorno su situación de endeudado.

5. Hasta el final

El periodo de exigencia del pago puede prolongarse incluso hasta horas y días después de que la persona endeudada consiga un fallo judicial a su favor por cláusulas abusivas o por ley de Segunda Oportunidad. «El acoso no se detiene», lamenta la economista experta en deuda, Janira Benages. El cobrador seguirá llamando.

6. Ataque combinado

Las llamadas cada vez más ejecutivas y conminatorias, se irán repitiendo según el nivel que fije el programa informático o decida la agencia. Una persona morosa puede llegar a recibir hasta tres llamadas por hora. Al cabo de un mes de teléfono, la exigencia simultaneará cartas, mensajes SMS y correos electrónicos. Si la deuda es alta y la agencia sofisticada, usan herramientas de persuasión.

7. Tigres de papel

Las cartas al endeudado suelen advertir de que se le está investigando y de la inminencia de un pleito o de un embargo. A menudo la inminencia no es tal, ni la intención de llevarla al juzgado. «Decir a diario a la persona endeudada que le van a embargar todo y que se le van a dejar sin nada es el pan nuestro de cada día», se queja el letrado especialista en acuerdos de deuda, Francisco de Paula Díaz.

8. Deprisa, deprisa

«La persona que ha impagado durante un año un préstamo suele tener más impagos. Y cuando recibe llamadas de uno, y otro, llega un momento en el que se bloquea y adopta posición fetal, de no querer saber nada», relata Benages. Esto lo conocen las agencias de recobro, que se ven urgidas a atraer la atención del deudor.

9. El duro fin de mes de los teleoperadores

Los teleoperadores del recobro de deudas son personas con un sueldo mínimo e incentivos por conseguir pagos. En la segunda quincena del mes, su necesidad por conseguir «éxitos» se hará acuciante para ganar más… o evitar que les despidan.

10. Negociar, pero con rayas rojas

Ante un posible impago con pocas posibilidades de recuperarlo, la agencia de recobro puede avenirse a un pago diferido o una quita. Esta, sin embargo, tendrá un límite: nunca menos de lo que ha pagado al comprar la deuda (generalmente no llega a un 20%) más los gastos empleados en reclamarla, más un 5% de margen mínimo. Esa será una de sus rayas rojas.