El final del estado de alarma, y la decisión del Gobierno central de no prorrogarlo más allá del 9 de mayo, aunque esté supeditado a posibles cambios y correcciones por parte de las comunidades, ha bastado para generar «moderado optimismo» en el sector turístico de Aragón. No solo en el Pirineo, donde la Semana Santa registró elevadas cifras de ocupación, sino también en Teruel y en los lugares más visitados de la provincia de Zaragoza, como Anento, el Moncayo y Sos del Rey Católico.

«La recuperación de la movilidad entre las distintas zonas de España tendrá un efecto muy positivo», subraya José María Ciria, responsable de la Asociación Turística del Valle de Benasque (ATEVB). «En Semana Santa, solo con los aragoneses, se trabajó bastante ya porque la gente tiene ganas de moverse».

«Necesitamos mucho oxígeno», afirma Ciria en relación al sector hotelero, que desde el fin del pasado verano y hasta este abril ha estado totalmente parado en las zonas que dependen enteramente del sector servicios. «Hemos recibido un palo muy gordo».

De hecho, muchos negocios dependientes del turismo siguen aún cerrados en el valle de Benasque y en el resto de destinos pirenaicos, en particular en los que cuentan con estaciones de esquí, dado que estas instalaciones, salvo Astún, ni siquiera llegaron a abrir la pasada temporada.

Ahora, en cambio, dice Ciria, se empieza ya a pensar en contratar personal. Todo hace pensar, señala el representante de la ATEVB, que «se va a repetir el verano del 2020», cuando el Pirineo se vio literalmente invadido por nutridos grupos de excursionistas procedentes de las ciudades que ansiaban ir a la montaña para desquitarse del largo encierro del primer confinamiento total.

No solo los hoteles se preparan ya para reabrir de cara al buen tiempo, si las variables condiciones normativas lo permiten. Las viviendas de turismo rural, un pilar fundamental de la economía familiar en muchos pueblos aragoneses, siguen «con expectación» las noticias sobre el fin del estado de alarma. «No hay aún nada concreto», advierte Marta Monforte, de Faratur, la entidad que agrupa a los establecimientos de alojamiento rural. Con todo, considera que, si se mantiene un ritmo fuerte en el proceso de vacunación, «en principio, el verano va a ser muy bueno, igual que el año pasado».

Se verán favorecidas en particular, explica Monforte, las zonas de montaña, desde las sierras turolenses de Albarracín, Gúdar-Javalambre y el Maestrazgo hasta el Pirineo, pasando por el Moncayo y su somontano. «Pero, claro, habrá que esperar a ver qué ocurre de aquí al 9 de mayo», avisa, dado que ese día el Gobierno central levantará el estado de alarma.

Las garantías

Durante el largo año de confinamiento, el sector del turismo rural no se ha estado parado, informan en Faratur. «Más del 70% de nuestros asociados ha realizado cursos sobre la implantación de medidas sanitarias en los alojamientos», afirma. El objetivo, precisa, «es abrir los establecimientos con todas las garantías de salubridad necesarias».

El turismo rural, dice Monforte, ha sufrido los efectos de la crisis derivada de la pandemia. Pero el empleo no se ha resentido «porque al fin y al cabo se trata de negocios familiares» que mal que bien se han adaptado a las circunstancias.

Quique Pueyo, alcalde de Aínsa, también es optimista. «Si se abre la comunicación entre comunidades autónomas, habrá movimiento», afirma. Pero la capital del Sobrarbe, y toda la comarca, dependen también en gran medida del túnel de Bielsa, que canaliza casi todo el turismo procedente de Europa, «que es muy importante para la zona». Y, de momento, la comunicación con Francia está supeditada a la evolución de la pandemia. El consistorio ha vuelvo a poner en marcha actividades que pueden dinamizar la economía al atraer más visitantes. Este es el caso, por ejemplo, de los recorridos guiados por los monumentos de la villa antigua y la celebración del festival de música en julio, considera el primer edil ainsetano.

Ramón Aso, que regenta en Aínsa el restaurante Callizo junto con Josechu Souto, dice que «hay más optimismo». Pero insiste en que es preciso que se aumente el aforo permitido en el interior de los locales, «hasta un 75%», para prestar un mejor servicio y que los ingresos empiecen a compensar «las considerables pérdidas» del sector hostelero.

Sobre todo, Aso protesta por el hecho de que «todavía no han llegado las ayudas oficiales» y asegura que los restauradores no invierten más que en la renovación de maquinaria, vajilla y utensilios ante la drástica reducción de los ingresos. «Todo el mundo resiste con los mismos camareros, no se amplían los negocios», afirma.

Los aragoneses no se animan a ir al extranjero

Las agencias de viaje aragonesas viven desde hace poco tiempo una cierta reactivación de las consultas de posibles clientes, pero no ha habido todavía un aumento de las reservas. «La gente llama para informarse, hay más actividad que hace un año, pero aun así no hay mucho movimiento», apunta Jorge Moncada, responsable de la asociación de agencias de viaje de Aragón.

«Hay ansias de viajar, pero se inclinan de momento por ir a lugares cercanos" como Canarias, Baleares y Portugal. Se muestran menos dispuestos a desplazamientos a destinos lejanos, en África y Asia. «Llaman para preguntar por aspectos a los que antes no se les concedía tanta importancia, como cuáles son las condiciones sanitarias de tal o cual país, el derecho al reembolso o si es posible contratar un seguro de viaje que cubra la repatriación».

En el valle del Aragón, Luis Terrén, responsable de la asociación de empresarios de la zona, reconoce que la posibilidad de permitir la movilidad entre comunidades ha sido recibida «con ilusión, teñida de escepticismo» entre quienes viven del turismo.

«No se sabe cómo evolucionará la situación y aquí estamos hechos a la idea de que seguirá habiendo más o menos restricciones», apunta. De ahí que los dueños de negocios no se hayan lanzado a invertir ni a contratar. «Se recurre a la familia y a recuperar a trabajadores de los ertes, no se piensa en crear puestos de trabajo», explica.

Sin embargo, hay zonas de Aragón en las que todavía se tienen depositadas más esperanzas en la supresión de las limitaciones a la movilidad entre comunidades. En esta situación se encuentran las comarcas más frecuentadas de Teruel, dado que la Semana Santa «apenas se notó porque la clientela de la Comunidad Valenciana, la más numerosa con ventaja, no podía venir aquí», lamenta Inocencio Martínez, presidente de la comarca Sierra de Albarracín. «Con todo lo que ha pasado la comarca está arruinada, hay muchos establecimientos cerrados y los que abren solo lo hacen los fines de semana y a menos que a medio gas», comenta.

El presidente comarcal no es muy optimista respecto del futuro inmediato. «La vacunación no avanza a un ritmo muy rápido, de forma que no sabemos en qué condiciones vamos a llegar a las puertas del verano», concluye.