La localidad de Gistaín (Huesca), situada en la comarca de Sobrarbe, con 148 habitantes en sus 77 kilómetros cuadrados de término municipal y con una densidad de población de 1,9, es uno de los diez pueblos de España que menos agravan el cambio climático, según un estudio de la organización Greenpeace.

Dentro de su campaña '#HablaRural', Greenpeace ha analizado los municipios que en su superficie apenas emiten gases de efecto invernadero y contienen ecosistemas naturales que actúan como sumideros de carbono, y ha elaborado un 'top ten' en el que figura Gistaín.

Junto a este pueblo aragonés, Greenpeace sitúa también como los diez municipios que más contribuyen a la conservación de la biodiversidad a Canejan (Lleida), Riocavado de la Sierra (Burgos), Valverde de los Arroyos (Guadalajara), Navaescurial (Ávila), San Roque de Riomiera (Cantabria), Rábanos (Burgos), Viniegra de Arriba (La Rioja), Torralba del Pinar (Castellón) y Valsalobre (Cuenca).

El estudio ha analizado las actividades a las que se destina la superficie total de todos los municipios de España y en estos diez ha encontrado que no presentan actividades que generen grandes emisiones de gases de efecto invernadero y, por el contrario, sí albergan áreas verdes y ecosistemas bien conservados, que actúan como sumideros naturales de carbono atmosférico.

Según Greenpeace, en España el medio rural ayuda a frenar el cambio climático un 34% más que las ciudades y unas 20 veces más a la conservación de la biodiversidad.

Sin embargo, también destaca que estos pueblos "se ven aquejados por un importante proceso de despoblamiento y actualmente cuentan con menos de 150 habitantes y una densidad poblacional muy baja, menor de 5 habitantes por kilómetro cuadrado".

Los diez pueblos se caracterizan por presentar extensas áreas de bosques, pastos para el ganado en más del 50% de su término municipal y pequeñas tierras de cultivo.

"Este uso del territorio permite combinar la conservación del medio natural y el desarrollo de actividades económicas respetuosas con el medio ambiente y la producción de alimentos como alternativa a la producción industrial de los mismos", señala el estudio de Greenpeace, que destaca que algunos de estos pueblos están enclavados en parajes reconocidos como parques nacionales.

"El abandono de los pueblos implica el crecimiento de las ciudades y agrava la crisis ecológica porque se abandonan modos de vida sostenibles adaptados al entorno, se pierde agrodiversidad y biodiversidad, y se potencian modos de vida de mayor huella ecológica", según el portavoz de la campaña '#HablaRural' de Greeenpeace, Julio Barea.

Según la organización ecologista, el desarrollo rural debe contribuir a una transición ecológica de la economía, incluyendo la dinamización del sector primario mediante prácticas agroecológicas y el aprovechamiento forestal sostenible.

"La dinamización rural ha de integrar la perspectiva ecológica para no volver a cometer errores y realizar proyectos o fomentar actividades que agraven la crisis ecológica", indica Greenpeace, que pide luchar contra la despoblación de estos lugares.