En la madrugada del pasado domingo decayó el estado de alarma y los aragoneses, especialmente los más jóvenes, salieron en masa a las calles para celebrarlo. No proliferaron los botellones, aunque sí es probable que lo hicieran las reuniones ilegales en el ámbito privado después del cierre de la hostelería. Así lo atestiguaban los numerosos grupos con bolsas de botellas que desfilaban hacia casas particulares. La juventud añoraba la vida nocturna, pero poco queda ahora de lo que esta fue, y las alternativas son escasas. Por todo ello, el sector del ocio nocturno se ofrece para solucionar el vacío que ahora aparece con el fin del toque de queda.

«Un espacio seguro y controlado para evitar las fiestas ilegales». Así definen lo que debería ser el sector de la noche algunos de los responsables de las entidades del sector. Como apunta Miguel Ángel Salinas, vicepresidente de la Asociación de Discotecas de Zaragoza, «la gente se reúne en casas, garitos o peñas, lugares donde se producen más contagios que en el ocio nocturno". "Evidentemente», insiste Salinas, "siempre hemos defendido que éramos la solución y no el perjuicio en esta pandemia". Fernando Martín, presidente de Horeca Zaragoza, coincide con la afirmación: "Nosotros como sector llevamos un año diciendo que la gente está mucho mejor controlada en los establecimientos que en la calle".

Lo cierto es que Aragón está siendo conservador en lo referente a la reapertura, al menos en el marco de la comparación. Otras comunidades como Andalucía ya han reabierto el ocio nocturno. De hecho, lo hizo ayer, y el horario en que discotecas y pubs podrán estar abiertos hasta las 2 de la madrugada.

Javier Lambán, presidente del Gobierno de Aragón, anunció el sábado que ampliará el horario de la hostelería hasta medianoche. Para Fernando Martín no es suficiente: "Nos hemos quedado a la zaga de todas las comunidades. Lo lamentable hubiera sido decir que no iba a ampliar los horarios nunca más". Tampoco es suficiente, aunque reconoce que hay que ir "poco a poco", para José María Marteles, presidente de Cafés y Bares de Zaragoza. Explica que la ampliación de los horarios podría ser una medida para reducir los botellones, y reivindica la apertura de los pubs, ya que «no tiene sentido» que los bares vayan a poder abrir hasta las 00.00 horas y estos locales no.

La noche del toque de queda trascendió sin incidentes destacables en Aragón, si bien el dispositivo que Policía Local y Nacional desplegaron fue similar al del no pilar y achantó a quienes se planteaban transgredir las normas. Ahora bien, la dificultad reside en desplegar semejante dispositivo todos los fines de semana. Será bastante complicado, especialmente en cuanto a personal y los turnos de trabajo.

Dispositivo policial camina en busca de botellones por la ribera del río Ebro. Jaime Galindo

La velada no fue tan tranquila en otros puntos de la geografía española. En Madrid, miles de personas se lanzaron las calles de la capital, muchos de ellos consumiendo alcohol. Gritaron, cantaron y bailaron; no respetaron las normas consabidas por la ciudadanía. Las imágenes se reprodujeron en otras ciudades como Barcelona, Sevilla, Málaga, Salamanca o Segovia.

Contagios en interiores

El problema que ralentiza la reapertura del ocio nocturno está claro. Se teme que sean puntos de contagio de covid-19 por su esencia de recintos cerrados y a menudo carentes de ventilación. Sin embargo, los propietarios no están de brazos cruzados. Han comenzado a instalar en los locales medidores de CO2 y tecnología puntera en la inhibición de partículas contagiadoras de virus a través de un complejo sistema que ayuda a renovar el aire aprobado por el CSIC.

Miguel Ángel Salinas, quien también es el gerente del Grupo Canterbury, explica que están trabajando junto a Carmen Herrarte, consejera de Economía, Innovación y Empleo del Ayuntamiento de Zaragoza, para formular un protocolo junto a varios expertos y científicos de prevención del covid-19 en el ocio nocturno. "Los aerosoles nos preocupan», afirma Salinas, «pero es un problema que podemos resolver por 4.500 euros". "Ahora bien, si hacemos esta inversión necesitamos seguridad jurídica de que no nos volverán a cerrar. Le pedimos a la DGA que abra sus miras", sentencia.

Otra petición del sector es que las autoridades permitan comprobar la seguridad de los locales. "Necesitamos que nos den margen a los hosteleros para ver si funcionan las medidas", asevera José María Marteles.

El ocio nocturno aragonés lleva más de un año cerrado._En concreto, son 411 días desde que levantaron la persiana por última vez. Estuvieron tres semanas abiertos en verano, pero la llegada de la segunda ola de la pandemia obligó a su cierre. Además, trascendieron vídeos y fotografías de incumplimientos en su interior, algo que dañó la imagen del sector.