A Aragón le está costando más que a otras comunidades bajar el número de contagios, siempre por encima del centenar desde hace meses. Las tasas de incidencia acumulada siguen altas tanto a 7 como a 14 días, lo mismo que en ocupación de camas y de ucis. En el caso del primer registro, ayer era de 72,8 por cada 100.000 habitantes en el caso a una semana mientras que a dos semanas subía a 169, un punto y medio y uno menos que el día anterior. En ese caso, la incidencia acumulada en España ha sido más baja, con 56,7 de media a 7 días y 124, a 14 días.

El epidemiólogo aragonés Nacho de Blas cree que la dificultad de bajar el número de casos se debe a varios aspectos, el exceso de test de antígenos, el difícil rastreo de los contactos de los contagiados y la incidencia en Zaragoza, que combinado con el porcentaje de asintomáticos y la relajación de la población, hacen que Aragón siga en riesgo alto. Respecto al porcentaje de ocupación de las ucis (24,35%, según el Ministerio de Sanidad, el día 27; y el 22,17 el 28, frente a una media nacional de menos del 15%), la explicación está en la edad de los ingresados, con edades cada vez más bajas.

En Aragón, el «30% más o menos de las pruebas son de antígenos, que dan más falsos negativos», señala De Blas, frente a comunidades como Asturias, que no pasa del 10%. Esto «no es culpa del Gobierno autonómico –incide– sino que tiene que ver con la estructura poblacional de Aragón» y que la realización de PCR «se puede demorar un par de días» entre que se toman las pruebas, se mandan a un hospital y se saben los resultados. Así que aquí se ha optado por los test de antígenos, que ofrecen «más rapidez en los resultados».

asintomáticos

Aragón también tiene la alta positividad, que es de las más altas (9%) frente al 3% de, por ejemplo, Asturias; eso se debe a la dificultad del rastreo. La comunidad cuenta con 2,5 contactos por caso, «lo que lleva solo casi a los convivientes», y «hay mucha gente que no quiere colaborar» porque dar un nombre «significa quedarse en casa, dejar de trabajar...». Así es complicado controlar a los posibles contagiados. A eso se suma el «porcentaje de asintomáticos, muy bajo en la comunidad» y que «la gente está muy cansada porque desde julio no han bajado los casos».

En cuanto a la ocupación de hospitales y de ucis y el alto porcentaje en Aragón, la situación está estancada y comenzó ya en «junio y julio», con esa ola añadida en la comunidad. En el resto de España, «dio tiempo a que los hospitales se liberaran, estuvieron más tranquilos», sin embargo aquí se ocuparon» las camas y «así siguen». En los últimos meses, el perfil del paciente está cambiando, en la primera ola en la uci se permanecía menos tiempo, mientras que ahora «al bajar la edad de los pacientes, se alargan las estancias, pero no solo en Aragón, sino en toda España», reconoce el epidemiólogo. La presión crece además porque hay «solo dos hospitales de referencia», el Servet y el Clínico «y están desbordados».

Ayer volvieron a subir los casos (172) pero en los últimos días habían bajado, poco en la incidencia a 14 días y «más» en la de a 7 días; siendo muy alta en Zaragoza; disminuyendo los rangos de edades, pero no tanto como se preveía, ya que «con la llegada de los exámenes finales y la selectividad se esperaba que los estudiantes se autoconfinaran, pero parece que no ha sido así».

Para ese aumento de contagios en jóvenes ha tenido que ver la vacunación, «pero no solo» porque ahora se sitúa en una incidencia de más de 70 (casos por cada 100.000 habitantes) y «al salir del confinamiento estábamos en 10 o 12», así que habrá que esperar a junio, «con el buen tiempo y los días más largos», pero también es necesario seguir ventilando, aforos reducidos, uso de mascarilla, etc.

Nacho de Blas lo explica de forma muy gráfica: «es como cuando empiezas una dieta, no es solo tomar extracto de alcachofas, tienes que hacer gimnasia y hacer dieta». Es lo que están haciendo en la Comunidad Valenciana, «la más restrictiva» o Murcia, que llevan a cabo una fuerte «operación bikini para llegar al verano y poder recibir turistas». Asegura que «hay excesivo relajamiento porque la vacuna protege pero no es la solución definitiva» y, sobre todo, «hay que respetar a los no vacunados, de ahí la mascarilla». Cree que en la comunidad «la gente se olvida demasiado pronto», por eso, cree que habría que haber alargado el «estado de alarma».

El experto espera que «en junio tengamos buenos niveles e ir pasando el verano», dependiendo de nuevas variantes. El mensaje es positivo, en dos años «nos olvidaremos, sobre todo si aparece una estrategia combinada, entre la vacuna, las PCR y un tratamiento que funcione de verdad a la primera tos o la primera fiebre».