Ni la lluvia pudo silenciar la voz de las personas que luchan por la igualdad entre sexos y que denunciaron ayer en la plaza del Pilar de Zaragoza, frente al ayuntamiento, los últimos hechos ocurridos en España que han llenado de consternación a todo el país. Centenares de persona bajo sus paraguas –una cantidad cercana al medio millar– gritaron «¡Basta ya!» como muestra de repulsa a todos los acontecimientos machistas que ensucian la igualdad social.

Los últimos, la desaparición de las niñas Olivia y Anna Gimeno Zimmerman, de las que anteayer se descubrió el cadáver de Olivia, la mayor; o la triste pérdida de Rocío Caíz, a la que su exnovio confesó haber descuartizado. Una lacra social que no tiene fin y para cuya repulsa también se sumaron las ciudades de Huesca y Teruel, entre otros municipios y ciudades españolas, en un acto de protesta encabezado y organizado por el movimiento feminista. En la capital aragonesa también hubo representación de la corporación municipal, por medio de las concejalas del PSOE, Lola Ranera y Ana Becerril.

Ausencias

De hecho, el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, no estuvo presente en el acto y de él se acordaron algunas de las mujeres asistentes a la concentración, preguntando que dónde estaba. Pero el acto de ayer tenía un objetivo claro, una razón de ser muy importante pero que parece no terminar de ser lo suficientemente relevante para que se tomen medidas, y se suceden los asesinatos machistas.

«Denunciamos un terrorismo machista que no duda en matar cuando se le presenta la oportunidad. Estamos hartas de mentiras y seguiremos denunciando el machismo y sus cómplices», manifestaron ayer en la capital aragonesa las convocantes del acto, la plataforma 8M de Zaragoza y #SomosMás. Aseguraron que al asesinato «no se llega de un día para otro» y que este se produce «cuando se normalizan comentarios». «Estamos hartas de medidas judiciales que no garantizan seguridad, de que el derecho de los padres pase por encima de la seguridad de los hijos», criticaron.

Desgraciadamente, la figura del padre se desnaturaliza con estos hechos, y es imposible pensar qué se le pasó por la cabeza a este progenitor para hacer lo que ha hecho con sus hijas, y sobre todo, el daño que ha causado a su expareja. «Un maltratador no es un buen padre. A los hijos se les reconoce como violencia de género pero no se hace nada. Estamos hartas de que se use a los hijos para dañar a las madres», enfatizaron.

Los gritos fueron la tónica habitual. Un grupo de mujeres y hombres unidos por una misma causa y bajo la lluvia, que de no haber hecho acto de presencia hubiera aglutinado a mucha más gente. «¡No tenemos miedo!, ¡Ni una menos!, ¡Basta ya de justicia patriarcal!, ¡Nos tocan a una, nos tocan a todas!» Esto es lo que retumbó en la plaza del Pilar de la capital aragonesa, pero es lo que debería sonar en cada rincón del mundo. Un movimiento unido, que no baje los brazos y que termine de una vez por todas con toda esta retahíla de acontecimientos inhumanos.

«No es un caso aislado, se llama patriarcado. Estamos hartas de que el sistema no nos proteja y nos maltrate por no ser perfil de víctima. Las feministas seguimos en la calle y seguiremos luchando hasta que seamos libres, seguiremos trabajando por las que ya no están», aseveraron. Exigieron mecanismos «que acaben con la articulación de la amenaza», porque es un colectivo que está lleno «de dolor y de rabia, y juntas afrontaremos este sistema patriarcal que nos explota y asesina».

En este sentido, también quisieron recordar a Juana Rivas, encarcelada ayer por no entregar sus hijos al padre, condenado por violencia machista, en el verano de 2017.