La Bastilla es una de las empresas organizadoras de eventos más representativas del panorama aragonés. Con más de 60 trabajadores en sus filas, gestionan el restaurante Gayarre y la finca La Alquería, además de dar servicio de cátering a otras fincas para eventos. Sergio Labrador, director del conglomerado, explica que el primer semestre del año ha sido «francamente duro», prevaleciendo las comuniones como el evento más solicitado. «Hemos hecho en torno a 40 comuniones, pero tan solo 6 u 8 bodas», expresa. 

Parece que el segundo tramo del año se les presenta con mejores perspectivas, pero muy alejadas de los años precovid: «En circunstancias normales hacíamos 12 o 14 bodas en sábado. Ahora tendremos 2 o 3 cada fin de semana.»

Las causas, según Labrador, residen en que algunos novios han perdido la ilusión, otros se han decantado por celebraciones pequeñas e incluso que algunas parejas que han perdido sus empleos no pueden hacer frente a los costes de la boda, aunque estas son «las menos», como asevera el director de La Bastilla. 

No obstante, la tendencia a organizar celebraciones más pequeñas no ha sido exclusivamente cosa del covid. «Existía una tendencia a eventos más pequeños que ya venía de años atrás. En 2008 teníamos una media de 180 comensales, pero en 2018 la media había descendido a 130 invitados al banquete», dice Labrador. Eso sí, los aforos limitados suponen una sangría constante en las arcas de los organizadores: los gastos y el trabajo son similares, pero la facturación es mucho menor.

Destacan que han «respetado los precios» acordados con las parejas que aplazaron su boda, pero que en las nuevas contrataciones los costes no son mayores en cuanto a sus servicios.

«En realidad, el incremento ha sido tan solo de 1 euro por invitado, derivado de la subida de las materias primas», afirma Labrador. Respecto a una hipotética subida de los precios en 2022 no se pronuncian con claridad, aunque sí aseveran que ese «nunca ha sido el propósito» y que «no se puede llevar a cabo una subida importante».

Asimismo, Labrador subraya la buena coordinación entre los diferentes gremios para flexibilizar sus condiciones y adaptarse a las realidades tan fluctuantes. Eso sí, Labrador lamenta que les costará «años» recuperarse del golpe de la pandemia.

Sergio Labrador

«Hemos ampliado nuestro equipo de 4 a 6 personas»

La felicidad que inunda la casa de la pareja que prepara su boda es difícil de describir. Pero también lo son los quebraderos de cabeza que conllevan sus preparativos. Por este motivo, muchos optan por contratar los servicios de una organizadora de bodas o eventos que facilite la coordinación de todos los implicados en que la ceremonia resulte perfecta. Rebeca Tabernas, de +bodasxRebecaTabernas, explica que lo más importante desde que el covid llegó es «que las parejas no se desmotiven». Por ello, sacaron un servicio llamado Recupera la ilusión, que unía la coordinación del día de la boda con el rediseño de la celebración si las medidas sanitarias impedían el formato acordado. «Así llegaron nuevos clientes que buscaban casarse sí o sí», argumenta.

Lo han debido hacer con éxito, ya que hasta ahora no han cancelado ningún evento concertado, aunque sí han aplazado multitud de ellos. «En 2020 pospusimos el 75% de las bodas previstas, y hemos tenido que rediseñar muchas de ellas», asevera.

El mayor cambio que Tabernas ha advertido reside en la forma de trabajar.Antes lo hacían a un año vista, pero ahora se les contrata en ocasiones con tan solo un mes de antelación para terminar de organizar los eventos. «Hemos aprendido a trabajar súper rápido y de una forma diferente», asevera.

Sin embargo, las parejas contratan ahora más que nunca los servicios de los organizadores de bodas. ¿Los motivos? La dificultad que entraña cumplir con todas las restricciones y la optimización de los recursos en mitad de la pandemia. Esto ha llevado a este negocio zaragozano a ampliar su equipo de 4 a 6 personas. «Las parejas nos llaman con muy poco tiempo, y eso es un plus. Antes de la pandemia, las parejas no se planteaban tener una coordinadora de bodas. Pero ahora, tener una persona del equipo como responsable covid, que gestiona los test de antígenos y los olvidos de mascarillas, les quita muchos problemas a los novios. Todo eso es un valor añadido para que las parejas no se preocupen», cuenta la wedding planner. 

Tabernas explica que ahora mismo su agenda está repleta: «Tenemos muchísimas bodas previstas. La temporada se ha ampliado en gran medida y se extenderá hasta otoño e invierno». Hasta final de año cuentan con 25, aunque su expectativa es que esa cifra se amplíe.

Organizadora de bodas E. P.

«No he ajustado precios, sigo con el mismo horario»

Disfrutar de un día único y especial como el de una boda es primordial, pero sellar en la memoria todas las instantáneas de la jornada es una labor imprescindible. Los fotógrafos, eses desconocidos con cámara para los invitados, hacen que los recuerdos broten años después en los álbumes familiares. Para Silvia Peña, fotógrafa que se dedica de forma casi exclusiva a las ceremonias matrimoniales, 2020 se caracterizó por «la mucha incertidumbre y el poco trabajo», aunque eso ya está cambiando.

Su situación, explica, ha consistido en subsistir casi sin ingresos, aunque afirma que las ayudas de la Administración han ayudado. Trabaja sola como autónoma, y contrata a personal eventual solo para las bodas. «Siempre incluyo segunda fotógrafa, porque nunca se sabe qué puede pasar», asevera Silvia Peña.

Contratar sus servicios tiene un coste mínimo de 1.100 euros, aunque si la pareja solicita vídeo, álbum, preboda, posboda o dron, el precio se puede elevar hasta los 3.000 euros. Afirma que no ha tenido que ajustar precios porque el trabajo en el día completo sigue siendo el mismo: «Yo cubro el día completo, hago las mismas horas que antes. Ese día es completo para ellos. Te adaptas a todo lo que pida la pareja. Sigue habiendo un primer baile, aunque solo sea el de los novios. Y después se hacen juegos de los que también se piden fotos».

Sin embargo, Peña ha notado cómo aumentaban las solicitudes de fotografías para únicamente el acto de la firma, para el que existe una opción más económica. «Es el presupuesto que llamamos de boda civil, en el que se realizan solo las fotografías del acto», cuenta Peña. Son las bodas que triunfan ahora, dado que muchas parejas se han cansado de esperar y han decidido simplemente casarse, dejando fiestas y celebraciones para cuando lleguen tiempos mejores. 

Además, la fotógrafa señala que el sector comprende las dificultades y los nervios que hacen los novios. Por ello, tratan de coordinarse con fincas, servicios de cátering y wedding planners para acordar nuevas fechas que estén disponibles para todos ellos. «Los novios no quieren perder la señal que dejan con la finca y la empresa». Aún con eso, Peña señala que «si hay wedding planner, todo es más sencillo de gestionar».

Fotógrafa de bodas SILVIA PEÑA