Sí, quiero!» La afirmativa matrimonial que marca la tradición sigue reflejando la alegría de las parejas, pero desde el inicio de la pandemia todo lo que llega tras la pedida eran problemas. Aforos reducidos, mascarillas y trabas, muchas trabas. El covid envió al limbo multitud de ceremonias que quedaron en estado de espera… hasta ahora. El verano de 2021 da el pistoletazo de salida a las celebraciones atrasadas desde la primavera del año pasado con unos precios que se mantendrán estables, aforos moderados –aunque parece que se incrementarán progresivamente– y una temporada que se alargará hasta el invierno –lo habitual es que concluya en octubre–.

Los empresarios del sector, como fotógrafos, servicios de cátering y organizadores de bodas, coinciden en que las cancelaciones han sido mínimas, si bien la gran mayoría de eventos –en torno a un 75%– se han aplazado. Todos ven con optimismo el segundo semestre de 2021, aunque el verdadero relanzamiento de la actividad se espera para 2022, momento que las parejas ven como factible para el regreso de las ceremonias multitudinarias y, sobre todo, sin mascarillas. Ahora mismo, el aforo en Aragón en lo referente a celebraciones se sitúa en 40 personas como máximo en el interior y 70 en exteriores. 

Sin subida en los precios

Según un estudio realizado por los sitios web Prontopro y Zankyou, Zaragoza se sitúa como la sexta ciudad de España más barata para organizar una boda, estimando que una celebración para 60 invitados conllevará un coste medio de 12.000 euros, un 2% menos que la media nacional. Con estos datos, cabría esperar un reajuste en los precios para incentivar la demanda. No será así, excepto en los casos en los que las necesidades de las parejas lo requerían. Ni los banquetes rebajarán sus precios, ni los servicios cobrarán menos por su trabajo. 

Así, un fotógrafo no baja el precio, sino que se ajusta a los horarios y características de la ceremonia. «Se han celebrado bodas con muchos menos invitados y ahora son más breves. Y por ello nuestro trabajo también cambia bastante». Así lo explica Manuel Medrano, uno de los fotógrafos de Fotocracia, quien incide en cómo han cambiado las ceremonias. Se les contrata para menos horas al no haber, por ejemplo, bailes y fiestas, por lo que se han visto obligados a reducir el precio mínimo de 1.600 euros que antes solicitaban.

En esta empresa zaragozana tienen previsto fotografiar cerca de 30 bodas hasta final de año, que se sumarán a las cinco que ya han realizado este ejercicio. «2020 fue un año desastroso, facturamos un 25% del total de 2019. Pero parece que este verano la cosa se está estabilizando. El año pasado aplazamos para 2021 y 2022 casi la mitad de las 45 bodas que teníamos concertadas », asevera Medrano.

Rebeca Tabernas, que dirige un negocio de wedding planners en Zaragoza, afirma que «los precios de las bodas se mantienen este año». «Se economiza en la fiesta, pero de forma relativa. Nosotras proponemos invertir más en la decoración de espacios, ya que ahora los invitados pasan muchas más horas sentados en el mismo sitio», asevera. Además, por las restricciones al ocio nocturno, muchas de las bodas que se planeaban con cena y velada se están pasando a horarios diurnos. «Los menús se reajustan, y los precios ahí sí que cambian. El grueso de la factura está en el alquiler de un espacio y el cátering», añade Tabernas.

Coincide con el planteamineto de unos precios sin variaciones para este año Ángel Dutrey, propietario y cocinero de Cátering El Patio, quien afirma no obstante que las facturas sí aumentarán de cara a 2022. «El coste de la energía y de las materias primas están subiendo cada vez más. Y hemos sobrevivido a la pandemia a base de créditos. No podemos estabilizar los precios. Debemos ir sin abusos, pero con una tendencia al alza. Pero eso lo marcará el mercado cuando vuelvan todas las celebraciones», expresa Dutrey. No obstante, El Patio trabaja sobre todo en el ámbito rural, un territorio que no espera ese «lleno total» de los negocios urbanos. Aunque la temporada de este año mejore respecto a la pasada, todavía será «floja», dice el dueño de la empresa.

¿‘Overbooking’ en 2022?

En La Lola se va de boda, otra empresa organizadora de eventos, también coinciden en que los precios se han mantenido, al igual que los servicios que coordinan «siempre que se respete el coste mínimo». Lo expresa así Israel Sánchez, uno de sus fundadores, quien añade que este año han tenido, sobre todo, comuniones. 2021 se les presenta «mejor» que el año pasado, pero la demanda potente se prevé para el próximo año. «En 2022 se van a concentrar los retrasos de tres temporadas, por lo que muchas fincas tienen ya las agendas completas. Es por esto que algunas parejas incluso están pensando en adelantar su boda a este año y hacerla más pequeña para no quedarse sin sitio», expresa Sánchez.

Sin embargo, no coincide con esta previsión Sergio Labrador, director de La Bastilla. «Las parejas buscarán casarse en la temporada alta de 2022 y en sábado. Si no tienen sitio, esperarán a 2023. Estimamos que el año que viene tendremos el mismo número de bodas que un año normal», asevera.

Los propietarios de las fincas, por su parte, son los más afectados por las suspensiones de las bodas al verse obligados a cuadrar las nuevas fechas en sus planillos. Marta Bas, una de las propietarias de la Finca Torre del Pino, cuenta que la gente tiene «muchísima ilusión», pero que se mantienen expectantes por si la Administración abre o cierra la mano. «Las parejas tienen fechas guardadas y te van diciendo si siguen adelante o no. Vamos hablando con ellos semana a semana, y eso significa incertidumbre para nosotros», lamenta Bas. 

Sobre los precios, la propietaria hace referencia a las pérdidas que supone la reducción de aforos, ya que apenas les sale rentable. «Al final no sacas beneficio. Trabajas solo para cambiar el dinero de mano», concluye.