Porque Aragón no tiene costa, si no se podría reproducir la manida expresión de por tierra, mar y aire para resumir el grado de actuación del Cuerpo Nacional de Policía en la comunidad. Vigilar el mantenimiento de la seguridad es su principal objetivo y para ello recorren motorizados las calles, se introducen en el subsuelo para proteger las infraestructuras consideradas de importancia básica y también vuelan con el ojo avizor propio del ave rapaz que les da nombre, el Cóndor. Pero al Airbus Eurocopter EC135 se acaba de sumar un dron para que no se escape ningún detalle.

Ambos forman parte del Servicio Aéreo de la Policía (SAP) de la Jefatura Superior de Aragón que tienen base en Zaragoza, pero que su radio de acción va mucho más allá del resto de ciudades y municipios de la comunidad, ya que tiene asignado el cuadrante norte de España desde Cataluña hasta Cantabria, pasando por el País Vasco, Navarra y La Rioja. En todas estas autonomías han actuado en sus seis años de vuelos a 1.500 pies, es decir, a unos 457 metros de altura. Al frente está el inspector jefe Hidalgo que lleva los mandos del helicóptero junto al agente Rodríguez. Junto a ellos va el policía y operador audiovisual, Rherrer, al que no se le escapa ni el más mínimo detalle como puede ser la matrícula de un coche en movimiento, gracias a la gran cámara que lleva. Ahora ha asumido la especialización de las aeronaves no tripuladas. Más de 2.000 horas de vuelo les avalan.

Hacen dos tipos de servicios. El de patrullar las ciudades desde el aire o el de intervenir un operativo específico como puede ser una operación antidroga o una manifestación. «En general hacemos el apoyo a los compañeros de tierra. Siempre que salimos estamos a la escucha de la sala para apoyar en una alarma, en un robo...», relata Hidalgo, quien recuerda aquel octubre de 2019 cuando recibieron el aviso de un robo en una telefonía móvil en Zaragoza. Habían asaltado dos tiendas a plena luz del día. Gracias a las indicaciones que ofrecieron a la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón los agentes lograron la detención de los autores en la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza). Siguieron todos sus pasos desde el barrio de la Jota hasta que los capturaron.

Preparativos para la puesta en marcha del helicóptero de la Policía Nacional. ÁNGEL DE CASTRO

Las palabras que el inspector jefe Hildalgo más repite son las de «complemento» y «coordinación». Ejemplo de ello han sido macrodispositivos contra el tráfico de drogas como la operación Suricata en el Raval de Barcelona, en la que participaron un millar de agentes, o durante el referéndum ilegal que se celebró en Cataluña y los posteriores actos violentos registrados en sus vías. «Desde el aire veíamos por dónde discurría la gente y avisábamos a los efectivos que estaban en la calle para evitar que sufrieran una emboscada», destaca, mientras hace memoria sobre una intervención similar en Alsasua en 2018.

Pero su labor también tiene tintes humanitarios como es la búsqueda de desaparecidos. Ellos fueron los que dieron un final feliz a la búsqueda de una niña de 10 años que fue raptada del Parque Grande de Zaragoza en el 2020. La hallaron en el cauce del río Gállego a su paso por Villanueva, junto su madre biológica a la que le habían retirado la custodia. La rescataron sana y salva.

Visión nocturna

Todo ello lo pueden hacer gracias a las características técnicas del helicóptero que tiene el Servicio Aéreo de la Policía (SAP) con un foco y una cámara que hace de día la noche, la posibilidad de estar parado en el aire sobre un punto durante nada menos que una hora y diez minutos (ha sido su máximo) y una autonomía de más de dos horas, si bien depende siempre del peso de los tripulantes o incluso de la temperatura exterior. «No es lo mismo volar con cinco grados fuera que con 30, cuanto más calor el tiempo sin repostar se reduce», señala Hidalgo.

Este agente de origen turolense que, al igual que sus compañeros han hecho una formación especializada de dos años en Madrid, destaca que cada vez que se suben al Cóndor tiene que realizar unas labores de preparativos de al menos 45 minutos entre la puesta a punto de la aeronave y el briefing que realizan para saber el objetivo marcado ese día por la Jefatura Superior de Policía de Aragón.

«Algo que la gente no sabe y que nosotros tenemos que tener en cuenta es que sea la ciudad que sea tenemos que elegir sitios en los que poder descender en un caso de emergencia, bien por el propio helicóptero o por fenómenos meteorológicos adversos», afirma Hidalgo.

Menos problemas en ese aspecto tiene el manejo del dron, aunque como señala el agente Rherrer «es un servicio complementario puesto que es más limitado». Especialmente en lo que respecta al radio de acción, puesto que, tal y como afirma, el helicóptero lo supera.

Desde SAP destacan que ambas aeronaves van a trabajar siempre de forma conjunta, salvo en la detección de aquellas conductas individuales que incumplen las leyes de circulación aéreas con el consiguiente riesgo para la circulación aérea y la población que conllevan por considerarse un juguete. Es decir, cuando particulares hacen uso de este tipo de dispositivos sin solicitar permiso poniendo en peligro, por ejemplo, a un helicóptero del 112 que en ese momento estuviera volando. 

Vista aérea de la plaza del Pilar de Zaragoza. ÁNGEL DE CASTRO