Las cifras impresionan, pero los expertos invitan a no caer en el alarmismo. Aragón tiene 360 especies de fauna y flora silvestre en régimen de protección especial. Son 131 más que en 2006, fecha de la última revisión del Catálogo Aragonés de Especies Amenazadas, cuando la lista la integraban 229 especímenes. La situación de las especies en peligro de extinción también se agrava, pues crecen de 26 a 42. Sin embargo, existe una explicación. O dos: el mayor conocimiento de la biodiversidad local, que obliga a luchar por la preservación de las nuevas especies descubiertas, y la unificación del criterio autonómico con las directrices nacionales y europeas. No obstante, existe una tercera pata: la acción humana no está eximida de culpa.

Los datos se extraen de la reciente creación del Listado Aragonés de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Laesrpe), sometido ahora a información pública y que todavía debe ser aprobado. Se trata de un directorio unificado que integra el Catálogo aragonés de Especies Amenazadas (el documento vigente hasta 2021, ahora revisado y ampliado) y aplica los criterios nacionales y europeos para designar qué especies deben estar protegidas.

«El incremento es importante, pero se debe a que el catálogo nacional (que data de 2011) es de mínimos. Los que componen el listado nacional se deben incluir en el aragonés», explica Rafael López del Río, jefe de Sección de Especies Catalogadas del Departamento de Agricultura y Medio Ambiente deGobierno de Aragón. Un ejemplo es el milano real, declarado en peligro de extinción en el ámbito nacional pero, hasta ahora, solo de interés especial en Aragón. Coincide con la idea Luis Tirado, delegado en Aragón de Seo Birdlife: «El mayor cambio se produce debido a lo obsoleto que estaba el catalogo aragonés. Cada diez años habría que revisarlo conforme los cambios que se dan en Europa, pero el incremento es algo natural». Además, como señala López del Río, otra de las causas de este incremento es el trabajo de los investigadores, que han descubierto que muchas especies «no pertenecían al estado de conservación en el que debían estar incluidas».

Nueva categorización

De este modo, el nuevo listado aragonés simplifica la categorización y divide las especies según el peligro que corren. De las cinco tipologías que existían, ahora se reducen a tres: «sensibles», «vulnerables» y «en peligro de extinción». Así, un total de 360 especies se encontrarán en régimen de protección especial cuando se apruebe el Decreto. Figuran 222 nombres dentro del grupo de especies sensibles, 96 en el escalón de las vulnerables y 42 en cuanto a las especies en peligro de extinción. Esta última es la categoría que recoge el aumento más significativo, pues en 2006 solo se contaban 26 especies.

La mayor parte de las nuevas incorporaciones, según explica López del Río, pertenecen a la fauna. «Sobre todo son invertebrados, como bivalvos, lepidópteros (mariposas), coleópteros (escarabajos) e himenópteros», aunque también crecen las especies relacionadas con los entornos acuáticos. Sin embargo, este medidor es «tan solo un semáforo», como indica Luis Tirado. «Ahora está en rojo, debemos cambiarlo, al menos, a amarillo», asevera.

La acción humana

Existe una tercera pata que condiciona la inclusión de nuevas especies en el listado aragonés. La injerencia humana, siempre presente, influye en la destrucción del hábitat de numerosas especies, lo que altera los ciclos de la biodiversidad y desemboca en el declive de las poblaciones faunísticas.

Así, se han reducido en un 40% las poblaciones de especies clásicas aragonesas, como el mochuelo, el búho o la codorniz. Y, aunque como defiende Luis Tirado, hay ecosistemas que están «en buen estado de conservación», como los bosques forestales, otros están en constante degradación. Por ejemplo, los entornos acuáticos, los humedales, y las zonas agrarias.

Las aves esteparias son uno de los ejemplos más significativos. Así lo explica el delegado de Seo Birdlife: «El problema es su hábitat, el paisaje donde viven. Si cambia el paisaje de un sisón, la especie se ve amenazada. Cuando un campo pasa de secano a regadío, o se construye un parque eólico, una cantera o una carretera, se modifica el paisaje y se altera la vida normal de estas especies. No se pueden adaptar y desaparecen».

Pero, además de las aves esteparias y agrícolas, hay otros grupos que también han evolucionado mal. «Las especies vinculadas con entornos acuáticos como peces, cangrejos o galápagos están afectados por la presencia de especies exóticas invasoras, lo que genera competición y transmisión de enfermedades», apunta López del Río. La flora, por contra, no ha incrementado su riesgo de extinción.

Este técnico del Departamento Medio Ambiente señala que estar en el listado implica un grado de protección «importante». «Impide que sea cazada o pescada, que se aproveche desde puntos de vista lúdicos o económicos. Además, se asegura que se van a centrar recursos en el seguimiento de estas especies y, por último, que se redactarán planes para trabajar en la protección de las poblaciones», apunta López del Río. Un ejemplo de programa de éxito es el quebrantahuesos, cuya dinámica hacia la desaparición se ha revertido en los últimos años gracias a su inclusión en el catálogo y a la fuerte inversión.

El objetivo ahora es claro: aprobar el listado y comenzar a redactar planes específicos para preservar la biodiversidad. Para Luis Tirado, la clave reside en seguir apostando por la conservación de la Red Natura 2000: «Esperamos que el siguiente Plan de Desarrollo Rural de Aragón, que se está ahora gestando con el Gobierno y Bruselas, tenga una financiación firme y decidida para apoyar a los agricultores de secano y preservar los valores de la red. Proteger al agricultor de secano y modernizarlo es proteger a las especies de peligro de extinción».