Hace años que Juan José Pijoan ya no suele ir por el monte de Ráfales, entre Esplús y Vencillón, en la comarca de La Litera. Pero a menudo vuelven a su memoria los sucesos que allí ocurrieron en 1981, hace 40 años exactamente, cuando él andaba cerca de la treintena y trabajaba de encargado en la finca del catalán Joan Vila, que murió asesinado de un tiro el 28 de junio de ese año.

«Él barruntaba algo, pero no sabía que el peligro vendría de su propia familia…», afirma Pijoan, que está jubilado y vive en Vencillón. «Tenía muy mal carácter y muchos líos judiciales por su actividad como constructor en Cataluña», explica. «A mí mismo, sin que me enterara, me nombró apoderado y estuvo a punto de complicarme la vida», añade.

En su tiempo al servicio de Joan Vila hubo muchos momentos desagradables. Pero el que más recuerda es el que ocurrió en el límite de la finca, un día en que estaban regando. «Llegó amenazando y gritando que lo estábamos haciendo mal», dice Pijoan, que parece volver a vivir aquel episodio.

«Estaba tan fuera de sí que temí por mi vida y estuve a punto de arrancar un tubo del sistema de riego para defenderme antes de que me golpeara», explica.

Mercedes, la hija de los guardas, vio cómo el carácter de Joan Vila se volvía agresivo con el alcohol. JAIME GALINDO

Lluvia de juramentos

«Tenía un genio muy vivo y era tan trabajador como mala persona», subraya el antiguo encargado. «Te soltaba un torrente de insultos y palabrotas y la única forma de pararlo era poniéndote a su altura, respondiendo a sus juramentos con otros todavía mayores, solo así se aplacaba», explica.

Los hijos se echaban a temblar cuando veían aparecer a su padre y se oscurecía su expresión con solo oír su nombre, afirma Pijoan. «Una vez, una de sus hijas se orinó encima cuando Vila le reprochó que se había equivocado en su contra en el salario de los trabajadores», atestigua este exempleado del terrateniente. 

En cambio ella, la dulce Neus, la instigadora, «era una persona muy educada y agradable», sostiene el exencargado. Una opinión que no todo el mundo comparte. «Yo a Joan Vila no lo veía mala persona, pero sí raro», dice Javier, que se acercó a la finca el día del suceso al ver a la Guardia Civil. «Ella, en cambio, era de poco fiar y enseñó a disparar a una de las crías», continúa. "Se hablaba muy mal de él, pero les compró motos a los chicos y la mujer iba en un buen coche y con abrigo de pieles", añade.

"Se dio a la bebida"

Pero el carácter intransigente y contradictorio de Vila no basta para hacerse una idea cabal de su persona. «Se dio a la bebida y eso hacía que se volviera agresivo y a última hora tratara mal al personal», dice Mercedes, la hija de los guardas de la propiedad, que vivía en la finca cuando ocurrió el crimen. «Se veía que acabaría mal», sentencia.

En cuanto a la madre, «tenía muy buen trato pero era una sinvergüenza». A Mercedes no se le ha quitado de la cabeza, en estos 40 años, que fue ella, la dulce Neus, la que disparó el arma y luego culpó a una de sus hijas buscando que la pena fuera menor.

A sus 80 años, ella conserva una vívida memoria del suceso. Pero el tiempo no pasa en vano y la historia del crimen se ha ido difuminando para las nuevas generaciones. 

En otro rollo

«Muchos en la comarca no saben quién fue la dulce Neus, no les suena nada ese nombre», asegura Tania Soláns, la joven alcaldesa de Esplús. «La gente de menos edad no tiene ni idea de ese suceso y, aparte, no quedó ni rastro de la familia Vila», confirma Rafa mientras se toma una caña en el bar El Rincón de la misma localidad.

El propio Esplús y su entorno se han transformado mucho desde 1981. La agricultura y la ganadería han experimentado un gran desarrollo estas cuatro últimas décadas. Esa riqueza agropecuaria ha modificado el paisaje y generado beneficios que han permitido construir un circuito de autocross donde se celebran pruebas que entusiasman a los aficionados locales, muy numerosos.

Tantos cambios han acabado desdibujando aún más ese truculento capítulo de un pasado ya lejano. De forma que, 40 años después del crimen de la dulce Neus, Esplús lleva ya mucho tiempo en otro rollo