Decía Alfredo Pérez Rubalcaba que la política es una carrera de fondo. Pero a veces, incluso en las carreras de fondo, el sprint final puede decidir al ganador. La zaragozana Pilar Alegría Continente (La Zaida, Zaragoza, 1977) inició su trayectoria política recién cumplidos los 30, en el dorado año de la Expo, como la gran promesa aragonesa que brillaba fulgurante bajo el liderazgo de Marcelino Iglesias y que fue la mano derecha de Javier Lambán desde la secretaría de Organización entre 2014 y 2017. Fue una de las diputadas más jóvenes en el Congreso de los Diputados entonces y, trece años después, se convierte en la primera ministra aragonesa, en la correosa cartera de Educación.

La lideresa Luisa Fernanda Rudi no ostentó ninguna cartera, pero sí hubo otros aragoneses en el Consejo de Ministros. El oscense Sebastián Martín-Retortillo, adjunto a Adolfo Suárez; el barbastrense Luis Manuel Cosculluela, con Calvo Sotelo; Juan Alberto Belloch, superministro de Felipe González; y el breve Román Escolano, con Mariano Rajoy.

Diplomada en Magisterio, especializada en Primaria por la Universidad de Zaragoza, tiene un Máster en Estudios Avanzados en Educación Social por la Universidad Complutense y es madre de un hijo. Una socialista convencida, afiliada a la UGT en 2006 y que desde 2008 ha ostentando cargos en todos los niveles de la Administración.

Diputada por Zaragoza en el Congreso de 2008 a 2015, parlamentaria en las Cortes de Aragón desde 2015 a 2019 y consejera de Universidad en ese periodo; y concejala del Ayuntamiento de Zaragoza y líder de la oposición durante ocho meses, hasta que fue elegida Delegada del Gobierno en Aragón en febrero de 2020.

La socialista culmina con el nombramiento de este sábado como ministra su fulgurante ascenso en la política nacional. Una elección de Sánchez que no pilló por sorpresa al PSOE aragonés, con quienes siguen patentes las distancias con la que es la elegida por Ferraz para contrarrestar los envites del crítico Lambán.

Pero aunque no fue sorpresa, su designación deja aún más abierto el debate de la sucesión en el PSOE, con la celebración del congreso autonómico a la vuelta de la esquina y la incógnita de si Lambán decidirá volver a presentarse o culminar su trayectoria. Fuentes del partido aseguraron que Ferraz respetaría al líder aragonés si decide dar el paso. Pero de no hacerlo, el camino quedaría expedito para la flamante ministra. Más aún al coincidir en el tiempo el final de la legislatura con las elecciones autonómicas. Y con la baza de la visibilidad que otorga el Ministerio de Educación bajo el brazo.

El nombramiento de Alegría también llega después de que en las pasadas elecciones municipales fuera la lista más votada en Zaragoza y se quedara a solo 300 votos de conseguir la alcaldía. En buena parte, por la cerrazón de Albert Rivera a facilitar pactos con el PSOE, lo que dio alas al acuerdo entre PP y Cs con la bendición de Vox.

Un trabajado triunfo electoral en el que recuperó el espacio perdido por su antecesor, Carlos Pérez Anadón, y que llegó con todo en contra, por los líos internos con el líder provincial Juan Antonio Sánchez Quero y el propio Lambán, que reclamaban conformar su lista electoral, y que fueron desautorizados por Ferraz. Desde entonces, su posición en el partido no ha dejado de crecer al lado de Sánchez, a pesar de haber hecho campaña por Susana Díaz en 2017 en las encarnizadas primarias socialistas que marcaron el devenir del partido.

Ocho meses después de quedarse a un puñado de votos de ser alcaldesa y tras medio año liderando una descafeinada oposición en el Ayuntamiento de Zaragoza, en febrero de 2020, Pilar Alegría recibía su segundo espaldarazo de Sánchez sustituyendo a la lambanista Carmen Sánchez en la Delegación del Gobierno. En ese tiempo, declinó la oferta del ministro de Ciencia, Pedro Duque, de ser secretaria de Estado de Investigación.

Pero todo parece indicar que la carrera de fondo no ha hecho sino empezar.