Una defensa de la educación como «palanca de progreso», como herramienta de «empoderamiento ciudadano» y de «transformación social». La aragonesa Pilar Alegría ya es ministra de Educación y Formación Profesional y en sus primeras palabras tras recoger la cartera de manos de su antecesora, Isabel Celaá, en la sede del ministerio en la madrileña calle de Alcalá, dejó claro que seguirá su estela, con una apuesta decidida por que la FP sea una «opción preferente» y no solo una «alternativa» y con la defensa de la «equidad» y la «inclusión» por bandera.

En la principal urbe de España, la nueva ministra reivindicó sus orígenes rurales y se definió como «aragonesa de pro». Puso a su pueblo, La Zaida, de menos de 500 habitantes, en el mapa, para ensalzar la importancia de la escuela rural como «vertebradora del territorio» y para hacer frente a la despoblación. Un discurso más político que técnico que marcó el inicio de una etapa en la que le tocará desarrollar el despliegue normativo de la ley Celaá e implantar la nueva Formación Profesional, con una vocación de acercar la enseñanza «a las necesidades de la sociedad».

En un sencillo pero emotivo acto en el hall del ministerio, ante la atenta mirada de los funcionarios de la casa, la comitiva aragonesa y los cargos de Educación, Pilar Alegría recogió la cartera de su antecesora en presencia del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, y de otros dos miembros del Ejecutivo de Sánchez, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, y la recién nombrada ministra de Política Territorial y portavoz, Isabel Rodríguez. Un fuerte respaldo institucional y del partido que refrenda a la aragonesa como la apuesta de Pedro Sánchez en Aragón y en el nuevo Ejecutivo.

La nueva ministra incidió en que conoce bien «el trabajo que realizan las escuelas rurales y sabemos que cuando una escuela se cierra el pueblo, en cierta manera, se muere». Por eso, aseguró, se centrará en «reforzar» el papel de los docentes en el medio rural «para no perder la importancia de la Educación como elemento vertebrador».

En sus primeras palabras, Alegría destacó la «emoción» y el «orgullo» que supone asumir las riendas de un ministerio que es «una de las paredes maestras del Estado de bienestar», clave para «la construcción del futuro del país». Afirmó que entiende la educación «no como una carrera de obstáculos, sino como una avenida de oportunidad».

El legado de Celaá

La nueva titular de Educación admitió que su labor no empieza de cero «sino que se beneficiará de la formidable labor iniciada por ti, querida ministra», dijo, dejando clara su posición de continuidad con las políticas iniciadas por Isabel Celaá, que recibió en dos ocasiones el apoyo de su equipo en forma de emocionada ovación. La primera aragonesa en llegar a un Consejo de Ministros aseguró que completará «el proceso iniciado por Celaá para convertir la FP en una opción preferente, no alternativa, a la hora de decidir los itinerarios formativos para el futuro laboral» de los jóvenes.

Su antecesora protagonizó una emocionada despedida, con dos tandas de aplausos que se prolongaron durante más de un minuto. 

«Educar es enseñar a encontrar la piedra preciosa en su propia casa», defendió. Es «ayudar a construir personas, empoderarlas, no dejar a nadie atrás», defendió, en un discurso cargado de simbolismo. Después de «tres años durísimos», reconoció, «reconforta saber que hemos diagnosticado los males del sistema» y que «hemos puesto la Formación Profesional en pie». Por todo ello, Celaá le animó a Alegría a continuar su legado.

Después de sacar adelante la Lomloe, que siempre llevará su apellido, no podrá culminar su implementación. Una circunstancia que le pesa, por lo que le habría gustado culminar la legislatura, según confirmó después a los periodistas.

«El surco del arado está trazado. Falta seguirlo, pero es un trabajo duro, querida Pilar. No lo hay blando en Educación. Gran responsabilidad, gran competencia de país que hoy te traspaso con toda la esperanza de que puedas culminar un trabajo de éxito», concluyó la ya exministra.

La nueva ministra definió también otros retos para los próximos meses. Impulsar la digitalización aprovechando el aprendizaje de la pandemia y «hacer frente al abandono escolar», así como acercar la enseñanza a las «necesidades de la sociedad» están en su lista de asuntos pendientes. También la Agenda 2030, «que marcará la competencia educativa de calidad de todas las personas para toda la vida, sin exclusiones».

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Pero más allá de lo educativo, Pilar Alegría mostró su liderazgo como uno de los nuevos rostros del Ejecutivo de Pedro Sánchez en su estrategia de rejuvenecer y acercar el Consejo de Ministros a la ciudadanía. En dos ocasiones habló Alegría de su origen aragonés, haciendo gala del territorio, y posicionándose como la líder aragonesa en Madrid. Lo dijo sin tapujos. «Soy de Aragón, aragonesa de pro, quiero a mi tierra, y verán ustedes que se me notará no solo por el acento», subrayó, antes de agradecerles su apoyo a todos los que la han acompañado hasta ahí. Son los que estaban ayer en Madrid. Los que le han dado la «fuerza» para asumir el reto y sujetar el peso de llevar la cartera de Educación y Formación Profesional.

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FOTOGALERÍA | Pilar Alegría toma posesión como ministra de Educación y Formación Profesional