Son «los menos» pero existen. Y parece mentira después de un año y medio de pandemia y más de 139.000 contagios en Aragón que haya quien se juegue su salud y la de los de su alrededor falsificando pruebas PCR, test de antígenos o incluso presentándose en nombre de otro para así asegurarse dar negativo. Esos presuntos fraudes han hecho que los enfermeros tengan que solicitar una identificación a la hora de realizarse una PCR. «Es lo normal», asegura la presidenta del Colegio Oficial de Enfermería, Teresa Tolosana, pero matiza que, aunque ella no lo ha vivido directamente, si «nos han pedido que identifiquemos es porque ha habido alguna suplantación de personas».

Esta es una de las picarescas, mandar a otra persona al centro de salud cuando uno está pendiente de un viaje si se sabe que «el otro ha dado negativo». Pero estas triquiñuelas existen desde el inicio de la pandemia y de la vacunación. De hecho, Tolosana asegura que cuando comenzaron las inoculaciones nos «advirtieron no tirar los virales a la basura porque había quién los rellenaba con suero fisiológico y los revendía».

También han hallado falsificaciones en pruebas PCR, por lo que ya no cargan en los historiales pruebas que no hayan realizado los enfermeros, ya que ahora «con un papel y un ordenador se pueden hacer muchas cosas», reconoce, lo que supone trabajo «doble para ellos» porque hay que repetir la prueba. Y añade: «Sé que la gente no falsifica, pero ocurre y como en muchos casos, pagan justos por pecadores». Al igual que con los test de antígenos, que con «un positivo y una vacuna» ya se está inmunizado pero no lo está si no es real, cuenta Tolosana, imaginando casos que se pueden estar dando. Eso sí, reconoce que «la mayor parte de la gente es responsable», pero los casos de posibles fraudes se están dando quizá incrementados por «el periodo vacacional y por el buen tiempo y sobre todo si se tiene un viaje programado».

Irresponsables ha habido también desde el inicio de la pandemia. «El sistema público no llega a todo» y aunque puede prohibir el botellón, en «las casas no se puede entrar» y cuando todo se deja a la «responsabilidad individual... eso es ya otra cosa», asegura. Igual que con las mascarillas, que por normativa «se llevan» pero cuando deja de ser obligatoria, cada vez menos.

Y cuenta que los rastreadores y enfermeras se han encontrado con personas justo al salir de realizarse una prueba PCR «en una terraza y eso que les habíamos dicho que tenía que irse a casa y esperar el resultado». El año pasado, hubo que mandar a la policía a «detener un autobús» porque una mujer joven después de que tras realizarse el test se fue a comprar un billete de autobús a Salou».

El paso previo a evitar una cuarentena es dificultar los rastreos. De hecho, en el centro de Salud donde Tolosana es enfermera, la mayoría de las llamadas se tienen que repetir porque los contactos «no cogen el teléfono».

test en farmacias

El Consejo de Ministros aprobará este martes el decreto que permitirá la venta de los test de antígenos sin receta en las farmacias. La presidenta del Colegio de Enfermería duda de esta medida, aunque considera positiva toda la información que se pueda dar al ciudadano. Hay que tener en cuenta que es «una prueba difícil de hacer» y aunque durante la pandemia ha realizado miles, «no sé si me siento capacitada para hacérmelo a mí misma» porque el palito tiene que llegar a la faringe y, asegura, «la mano se frena».

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La presidenta del Colegio de Farmacéuticos, Raquel García, explica que su método es similar al de un test de embarazo. Incluye un isopo con un palito igual al de la toma de muestras para una PCR, aunque más corto. Tiene que llegar a la faringe. Después se mete el palo en un líquido, se agita, se tapa tal y como viene en las instrucciones y pasado un tiempo aparece el resultado. Hay bastantes marcas aunque dos o tres proveedores. Lo importante es que aparezca marcado con las letras CE y cuatro números. El Gobierno de España no marcará el precio, que será libre, aunque desde el Colegio de Farmacéuticos aseguran que rondará entre los 8 y los 12 euros. De momento los ciudadanos reclaman «información» reconoce García, que puntualiza que «no es un test de autocertificación, si no que solo es para tranquilidad propia» si se va a hacer un viaje o para niños al volver de un campamento. Por eso, insiste: «Si alguien tiene síntomas o ha tenido contacto con un positivo, no hay que ir a la farmacia, «hay que contactar con el centro de salud y ahí se valorará lo que hay que hacer». Si se hace el test y es negativo, sin síntomas, «da tranquilidad». Los farmacéuticos señalan que esta libertad de compra «llega tarde», señala Javier Adiego, secretario colegial. Raquel García, por su parte, dice que los farmacéuticos darán toda la información que se precise.

Desde el Colegio de Enfermería asegura que no sabe si estos test los harán las farmacias, porque entonces hará «falta una doble puerta o distintos horarios, igual que «en los centros de salud» y no tiene claro cuántas farmacias estarán preparadas. Porque no tendría sentido que se mezclen «los que van a hacerse una prueba con los abuelos que van a por una receta o una madre con un bebé que acude a comprar paracetamol», concluye.