Con el inicio de la sexta ola, en Aragón hay una media de 2.300 o 2.500 casos sospechosos al día. Como se les rastrea durante 20 días, eso implica unas 15.000 personas en seguimiento. En estos momentos, esa presión recae en Atención Primaria. Se dedican a esta labor 59 trabajadores sociales, 103 enfermeras contratadas específicamente para esta labor y también médicos, pediatras, matronas, odontólogos, que forman parte de los equipos, según ha asegurado Javier Marzo, responsable de Atención Primaria, además de los 20 rastreadores militares. Belén Sanz tiene 25 años y lleva siguiendo casos sospechosos en el centro de salud del Actur desde el 3 de junio desde el año pasado. Su día a día ha ido cambiando en función de los casos y ahora se ve incrementado por el aumento de contagios. «Uno de los peores días que he visto ha sido recientemente con 150 llamadas entre positivos, contactos y negativos, asegura Sanz, que agradece la ayuda de sus compañeros. Muchas veces le cuesta que le cojan el teléfono pero porque «los datos no están actualizados» y tienes que volver a llamar, pero «al final contactamos». Lo mismo asegura María Egea Auria (29 años), rastreadora en el centro de salud de Goya, que hace unas 70 u 80 llamadas al día, además de hacer PCR, vacunación, etc. Como su compañera, reconoce que «son los menos los que cogen el teléfono» porque si no lo logran llaman a los padres u otros familiares, por lo que el trabajo se duplica, afirman. Egea es encargada de comunicar los positivos, aunque señala que «muchos ya se lo esperan» porque han podido tener algún síntoma; pero cuando les dicen que tienen que hacer aislamiento, «la noticia no cae también. Hay algún enfado y gritos porque no lo entienden, pero no es la norma general», solo algún hecho puntual, dice.

Gran esfuerzo

Te puede interesar:

Sanz señala que la respuesta es diferente si el paciente es joven, que lo entienden, o mayor, que «se angustian» y se sorprenden porque ya están vacunados».

Las dos rastreadoras hacen hincapié en el gran esfuerzo que están realizando para superar esta ola, que está «costando mucho esfuerzo afrontarla», señala Sanz; mientras Egea reconoce que están «desbordados» con rastreos, pcrs, vacunación y seguimiento de crónicos. «Nos cuesta mantener la seguridad y los diferentes circuitos para hacer del centro de salud un lugar seguro».