La no apertura de la estación de esquí de Candanchú la próxima temporada ha caído como un mazazo en el valle del Aragón, llamado también el valle de Canfranc. El sector de la hostelería y el comercio sufrirá las consecuencias. "El turista de invierno viene a la nieve, aunque luego haga turismo", señala Paco Coduras, administrador del hotel Villa de Canfranc, que añade: "Es un mazazo fuerte, nosotros intentaremos sobrevivir pero muchos morirán porque ya nos han puesto la alfombra roja hacia el cementerio", señala. E incide: "Tanto para nosotros como para el valle es un desastre en mayúsculas".

Algo similar opina Paloma Galindo, gerente de Deportes Galindo, empresa con más de 50 años de historia en Candanchú, quien pone de manifiesto que "la angustia entre los trabajadores tanto del propio Candanchú como del valle del Aragón es insoportable".

Y reconoce que después de año y medio de pérdidas por la pandemia del coronavirus, la situación generada por la gestora de la estación al anunciar el cierre, "pone en un casi imposible equilibrio la viabilidad de todos los negocios", situación que se une a la "incertidumbre" que los trabajadores de la empresa tienen desde que comenzó la pandemia, señala Galindo.

Coduras reconoce que es la "crónica de una muerte anunciada", que afectará también a Astún, porque "solo ella no puede mover el valle como lo hacía la suma", señala. Y explica que hace ya unos años un estudio de la asociación Valle de la Jacetania concluía que "el crecimiento de Formigal sería a costa del valle de Canfranc" y cuando nació Aramón (Candanchú no forma parte), "un consejero dijo que "caería como una fruta madura". Ha tardado, "pero al final...". Critica además que se invierta en un hotel en Larbesa y no en la deuda de Candanchú (dos millones de euros). "Nos están tomando el pelo", concluye.